| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La ministra de Asuntos Exteriores Mª Aránzazu González Laya.
La ministra de Asuntos Exteriores Mª Aránzazu González Laya.

Bestiario gubernamental. González Laya

La impericia de la "canciller" de Asuntos Exteriores la ha puesto en el punto de mira tras la catastrófica acogida del líder del Frente Polisario.

No tenía yo previsto retratar a esta mema que -como me dice un amigo por whatsapp- ha conseguido lo que nadie antes: cabrear por igual a Marruecos y al Polisario, y probablemente a Argelia, ante la displicente mirada de Biden. No cabe frivolizar con el asunto porque la crisis diplomática es muy grave y la migratoria, humanamente inadmisible y de delicadas consecuencias sociales y económicas para los españoles ceutíes. Y para España en general. Veáse si no, el primer conflicto con el reparto, destino y gestión de la vida de esos pobres niños pobres, manejados como
moneda humana, por intereses políticos y miserias partidarias.

La impericia (o el adanismo) convenientemente aderezada de buenismo progre (impericia para ocultar la impericia) de esta pobre chica que, habiendo desempeñado labores de excelencia en Europa, ligadas al comercio exterior y con éxito, está hoy en el punto de mira de la diplomacia europea tras el catastrófico corolario de sus errores concatenados en la acogida de Brahim Ghali. Por “razones humanitarias” (¿quién puede rechazar tal formulación?) aunque sin justificar un protocolo rocambolesco amparado por la condición presunta de que el conflictivo huésped ostenta la Jefatura de un Estado que España no reconoce como tal. Entretenida desde hace dos meses en una cantinela boba y reiterada de todo está bien, nadie se molesta, el sonoro portazo de la embajadora de Marruecos Karima Benyaich ha producido estupor entre mis amigos diplomáticos, aunque no menos que la exigencia de transparencia (¿ha dicho transparencia?) al Gobierno Español del Ministro de Exteriores del Reino Alauita, Naser Burita.

Cuando se inauguró la autopista de Bilbao a Behovia no había empezado todavía la “marcha verde” sobre el Sahara, pero el dictador estaba ya tocado de muerte. Los bilbaínos sostenían socarronamente que el peaje les resultaba más caro que a los donostiarras, porque ellos no esperaban a recoger el cambio … Ya se sabe, las famosas rivalidades vecinales. Pero han pasado muchos años de lo uno y de lo otro, y la inefable donostiarra María Aránzazu González Laya -como reza en las seis líneas del currículum oficial de Moncloa-, Arancha o Arantxa, no parece distinguirse en dogmatismo, palabrería vacua y mala milk, de su vecina Celaá.

Los marroquíes  han evidenciado para el mundo entero la torpeza del actual Gobierno

La culpa no es “del cha-cha-chá” (Gabinete Caligari), siquiera del otro donostiarra al mando de los fogones de la factoría de agit-prop de Moncloa, sino de ese malandrín visionario (“l`Etat c`est moi” ha venido a sentenciar en su última acusación de deslealtad al PP en el Parlamento), planeta muy menor pese a sus ambiciones totalitarias, que ha impuesto como marca, el cha-cha-chá del disimulo, de la provocación y la mentira (Gabinete Gubernamental).

Experta en cooperación e igualdad, aseguró (“Spain is back”) nada más pisar el Palacio de Santa Cruz que reenfocaría la imagen de España (Borrell ni se despeinó al oírlo, tampoco lo hizo con las declaraciones de su embajador en Cuba). No creo que los marroquíes, con su perversa acción de enrolar niños con el señuelo de Cristiano Ronaldo -o con 1,50 euros para un taxi, descorazonador testimonio de una madre- hayan creído poner a prueba a España por pérdida de fuerza o carácter, pero sí han evidenciado para el mundo entero la torpeza del actual Gobierno.

Desaparecida en el Delcygate, cambió la agenda a su responsable de coorpoeración para rendir pleitesía a Maduro

Llueve sobre muy mojado para esta ministra que ostenta la presidencia de Consejo Global del International Gender Champions y ha sido Subsecretaria de la ONU. Desaparecida entre bambalinas cuando el Delcygate, ninguneada más bien por el “fiel escudero” del pequeño rey sol de pacotilla, se apresuró a cambiar más tarde la agenda de su responsable de cooperación internacional para rendir pleitesía a Maduro, tras el escándalo de la ayuda millonaria a Plus Ultra (antes, de encajar la expulsión de diplomáticos y funcionarios españoles). A una leve insinuación -es de suponer- del hoy afortunadamente olvidado vicepresidente.

No recuerdo ahora quién le contestó irónicamente, cuando con el mantra “la culpa es de Ayuso” (Gabinete Redondo) pretendió responsabilizarla de la exclusión de España en los destinos veraniegos de los ingleses. “Aquí no hay playa” (The Refrescos). Y citando a otro amigo -ya saben que mis reflexiones son corales- es incomprensible y cruel que el sanchismo esté acabando hasta con el prestigio profesional de sus peones más selectos (Gabinete Monipodio).