| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Comportamientos incívicos: el caso de Linares

El mero hecho de llevar un uniforme o ser policía y actuar en la calle genera muchos problemas en la vida cotidiana de un funcionario. Produce una susceptibilidad añadida y alerta constante

| Enrique Arrúe * Edición Valencia

La alarma social se dio en “Linares” tras la supuesta agresión de dos policías de paisano a un padre y a su hija saliendo en todas la televisiones. Las imágenes hablan por sí solas y obviamente todo el mundo está conmovido y cabreado con estos comportamientos salvajes nacidos de una impulsividad excesiva y de un control de la ira inexistente.

Rematar a alguien con los puños de esa forma y pasar de las personas que te rodean, incluso de los gritos de miedo escalofriantes de la chiquilla digna de una película de terror. Sin lugar a dudas es un comportamiento irracional, no tiene ninguna lógica y las emociones saltan como las potentes articulaciones traseras de un saltamontes.

Deberían de ser severos con ellos es lo que la mayoría opina. Cuando lo ves la primera vez te enciendes pensando que podrías haber sido tú. Pero, como siempre, habrá que saber que pasó… No es justificable en ningún caso ese exceso de agresividad y no pararse.

¿Cuáles son los problemas? Lo que representa un servidor público ante la Ley. Estás como garante de seguridad y de protección de cualquiera. La inconsciencia en este caso de “querer ser” y seguir con el papel de representante de la Ley pero con matices de ego personal, más aún cuando te permites supuestamente el consumo de sustancias tóxicas (sabiendo que ello provoca tantas acciones absurdas que ves en tantos y tantos servicios) pues estas experimentándolo cada día en las calles. Entonces, pudiendo estar afectados por el consumo de algo que provoca “un subidón” y que está demostrado científicamente por trabajos de especialistas en neurociencia sobre la violencia en la actividad cerebral donde el “razonamiento lógico” está afectado por un incremento de neurotransmisores que provoca la impulsividad súbita sin pensar en las consecuencias de tus acciones. Dicho esto…

No bebas, no te drogues… y menos aún tú que tanto criticas eso cada día. Es como si no te dieras cuenta a qué te dedicas. Tantos y tantos botellones sin resolver, tantas agresiones por doquier por culpa de eso. No tienes el derecho moral ni ético de consumir nada que te altere el cerebro. Esa es la norma mínima. Fuera alcohol y drogas más aún en alguien con responsabilidad. Casi cualquier demanda de un servicio de urgencia lleva aparejada alguna relación con las drogas y el alcohol desgraciadamente.

En cuanto a una posible provocación del sujeto, el empujón, o el codazo y la conversación que sigue, pues se está investigando a ver quién dice la verdad. Si es cierto que el mero hecho de llevar un uniforme o ser policía y actuar en la calle genera muchos problemas en la vida cotidiana de un funcionario. Cuidado con las provocaciones o el número de provocaciones sufridas… produce una susceptibilidad añadida y un estado de alerta constante.

Efectos de estrés postraumático… Los hay. No es una exageración, sino que sucede. Otra cosa es la torpeza de algún necio que juega a ser un matón.

En caso contrario a éste, muchos polis también puedes compararlos con el refranero español “Eres más perro que la chaqueta de un guardia”. Con excusas de que trabajan donde viven, o no quieren problemas, o no les interesa la seguridad porque les gusta más hablar con el ciudadano, o no han salido nunca de la oficina, pero, sorprendentemente son los que menos riesgos corren y resultan ser los más valorados en los Ayuntamientos y más respaldados por los caciques del Cuerpo policial que representan. Incluso en algunos lugares les regalan condecoraciones, despreciando al resto.

Eso es lo que quieren hoy en día, mientras algunos idiotas de siempre están enfrentándose a la violencia por excelencia en la calle y ven pronto cómo el reo está nuevamente libre en los barrios tras salir del juzgado riéndose del sistema. De esto no habla nadie. No crea alarma social, a no ser que el delincuente mate a alguien.

Un juego constante del gato y el ratón. Algunas veces el gato se convierte en ratón.

También es cierto que se han incrementado las agresiones a los uniformados y que, al despenalizar las penas de “falta de respeto a la Autoridad y sus Agentes” pues esto se ha convertido en un “hazme reír” continuo, con la excusa de que los juzgados están llenos de causas. La manipulación de la información en redes y los bulos están a la orden del día, pero de eso nadie habla y podría contar muchos casos que dan vergüenza. Uniformados desprotegidos.

Luego escuchas que no hacen nada.

Me acuerdo cuando era un chaval y andaba con mi grupo de quince amigos de antaño. Algunos eran amigos de lo ajeno, rebotados, rebeldes, pero un grupo de colegas como todos hemos podido tener de adolescentes. Alguna vez nos paraban los “motoros” (así los llamábamos) aquellos policías nacionales motorizados que iban con su pañuelo naranja y sus máquinas de fuego ruidosas con uniformes de color marrón y defensas de cuero largas. ¡No replicaba nadie cuando se presentaban! Hacían su trabajo e intentabas “no provocar, ni faltarles al respeto” para no tener problemas. Estabas seguro con estos motoristas aunque nos incomodara.

La provocación por deporte hoy forma parte del juego, llamado de otra forma vacilarte, chulearte, provocarte e incluso amenazarte. La sociedad lo admite tal vez por nuestro pasado histórico de situaciones desmedidas y se contempla como una evolución de la libertad. Esta es la realidad. Está de moda el enfrentamiento y exigir, en vez de no molestar a los demás.

Los videos de esa absurda agresión hablan por sí solos en este caso y crean “repugnancia”, rechazo, enfado y más todavía a todos los que se dedican a lo mismo que ellos. La desproporcionalidad. Algunas veces pues puede pasar pero no es lo habitual.

Sigo pensando que tuvieron mucha suerte de no encontrarse con “un padre armario ropero” de esos que no paran de entrenar y que tienen preparación marcial, puesto que el resultado habría sido otro muy diferente. Puede que ahora estuviéramos hablando de una condena judicial a un tipo que se defiende de dos energúmenos. ¿Quién lo sabe?...

Las quejas en Linares eran justas, pero no la revuelta. Que el ciudadano no consienta las injusticias es admirable, honorable, exigible y hay que actuar rápidamente para que no se repita activando todos los recursos legales que existan. Todo lo demás que he visto en la televisión cómo ese joven que lanza una valla de hierro a un vehículo policial, los que queman cosas, lanzamientos de piedras, y los que buscan noquear a un uniformado, pues creo que quedan impunes y que la sociedad consiente este comportamiento violento que antes se estaba criticando de los dos policías de paisano. Lo que han tenido que aguantar en Jaén…

Luego se quejan de que los polis no hacen nada y estos compañeros aguantando palos.

Si estos dos individuos son buenos policías que se han equivocado por el motivo que sea o son seres despreciables por todo lo que se ha comentado en los medios de comunicación, eso seguramente “lo saben los que los conocen” y no es ningún secreto. Habría que ver quién consiente ciertos comportamientos, ya que ocurre con frecuencia que se tapen cosas depende de quién seas. Otros los llevan a la palestra en el minuto uno para destruirlos, destituirlos o abrirles expediente.

Hemos visto algo que no nos ha gustado y la verdad es que se te conmueves, pero que juzguen el hecho concreto, y que dejen de visionar el video de “un uniformado bailando o haciendo tonterías” esa es otra cuestión y se podía haber controlado. En cuanto a descarados y caraduras los hay, pero cuidado con eso sin pruebas determinantes.

Veremos como acaba todo esto.

*Oficial de Policía Local. Grupo EmeDona.