| 29 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Carles Puigdemont y Yolanda Díaz ríen abiertamente en su posado ante la prensa en Bruselas
Carles Puigdemont y Yolanda Díaz ríen abiertamente en su posado ante la prensa en Bruselas

Yolanda Díaz visita a Puigdemont: difícil caer más bajo

La vicepresidenta acude a Bélgica para negociar como vender a España. Intentan hacer ver que es normal, pero su maquinaria no consigue esconder la cruda realidad: es un escándalo mayúsculo.

| ESdiario Editorial

En España nos estamos acostumbrando a ver con demasiada naturalidad casi todo lo que hace el Gobierno. De tanto traspasar líneas rojas da la impresión de que hemos perdido la capacidad de asombro, que nuestra conciencia democrática ha hecho callo ante escándalos como los indultos a los separatistas y el acomodo del Código Penal a sus intereses, el nombramiento de la ministra de Justicia como fiscal general, los pactos con los filoetarras de Bildu, y tantos otros.

Quizás una parte de la opinión pública también verá con normalidad que una vicepresidenta del Gobierno de España viaje a Bélgica a escondidas para negociar con un prófugo de la justicia, enemigo de nuestro país, la investidura de Pedro Sánchez a costa de cesiones inimaginables hace solo unos años. Cesiones que consagran la desigualdad entre los españoles y desdibujan España para convertirla un país plurinacional.

Quizás alguien, bastantes incluso, lo vean normal y quieran hacérnoslo ver a todos de la misma manera, pero pero no lo es. La dignidad de un Gobierno que representa a todos los españoles le debería impedir siquiera sentarse a negociar con un prófugo que viene de perpetrar algo muy parecido a un intento de golpe de Estado. Y mucho menos hacerlo por motivaciones partidistas y personales que nada tienen que ver con el interés general.

 

Hace unas semanas se criticó un encuentro lejos de los focos de la prensa entre Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal que fue tildada de “secreta” y criticada con dureza por el Gobierno y su prensa afín. Seguramente los mismos que se escandalizaban por una reunión privada entre los líderes de dos partidos legales y democráticos, tratarán de hacernos tragar una supuesta normalidad en esta visita clandestina de una vicepresidenta del Gobierno a un delincuente fugado.

Yolanda Díaz acude a Bélgica como negociadora de Pedro Sánchez, dispuesta a vender España al golpista a cambio de mantenerse en el poder. Eso, se mire como se mire, es un escándalo mayúsculo que debería avergonzar a cualquier demócrata y que, tras descubrirse, merecería su inmediata dimisión.