| 27 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Todas las víctimas

Además de las 10 personas fallecidas, se estima que en torno a un centenar de animales, de distintas especies, murieron en el incendio.

| Raquel Aguilar Edición Valencia

Este viernes un milagro nos emocionaba y hacía difícil contener las lágrimas al ver el reencuentro de Andrea con Coco. Andrea es una de las personas que hasta hace apenas 10 días vivía en el edifico que fue terriblemente devastado por las llamas en Campanar. Coco, su gato. Tras refugiarse y aislarse del fuego, consiguió sobrevivir ocho días dentro del edificio. Solo. Sin comida ni agua.

Creo que no hay nadie en Valencia que no continúe todavía conmocionado por las horribles consecuencias de este tremendo incendio. La empatía con quienes quedaron atrapados dentro, sin poder escapar del fuego, y con la desesperación, impotencia y dolor de sus familias, es inevitable. ¿Quién no tiene hermanos, padres, sobrinos, amigos,…gatos, perros, conejos,…? Porque es una realidad que casi la mitad de los hogares somos ya interespecie. Eso significa que convivimos y consideramos como parte de nuestra familia a otros animales. Y lo que les pasa a ellos, también nos duele.

Uno de mis mayores temores es que se produzca un incendio en casa cuando no estoy y Rodrigo y Reme, mis gatos, no puedan salvarse.

Así que, cuando el jueves, al salir del trabajo, vi las imágenes de ese maldito incendio, no pude evitar pensar también en todos los animales que estarían solos en sus casas, aterrorizados, sin entender qué pasaba, viendo como el fuego les rodeaba, sin poder escapar y con la única esperanza de que sus humanos llegasen a rescatarlos. 

Alguno de ellos visibles, como el perro que nos partió el alma cuando desesperado ladraba desde el balcón pidiendo una ayuda que nunca pudo llegar. La mayoría, silenciados por los muros del edificio y la cortina de llamas con que el fuego lo cubrió.

 ¿Imaginas cuánto miedo pasarían y cuánto debieron sufrir hasta morir?

Mi corazón se encogió también pensando en sus humanos, que seguramente se enterarían de que sus casas se estaba quemando mientras estaban en el trabajo y que vieron con horror cuando llegaron que las llamas las habían engullido ya. Y con ellas a sus queridos animales, dejando en sus vidas un vacío irreemplazable.

Además de las 10 personas fallecidas, se estima que en torno a un centenar de animales, de distintas especies, murieron en el incendio. Cuántas vidas segadas y cuántas familias destrozadas. Por ellos nada podemos hacer ya, más que mostrarles nuestro respeto, apoyo y cariño.

Sin embargo, sí podemos cambiar las cosas para, en futuras situaciones de emergencia, evitar muertes como estas. Las autoridades ya han anunciado que revisarán los protocolos y estoy segura que las medidas de seguridad obligatorias contra incendios en edificios de viviendas se van a ampliar.

Y este tremendo suceso ha puesto de manifiesto que es necesario también que se sienten expertos en emergencias, policías, bomberos y demás profesionales intervinientes en incendios y catástrofes con expertos en etología, veterinaria y entidades de protección animal para trabajar en medidas de evacuación para los animales.

Porque a ellos no podemos decirles que bajen por una escalera con calma, o que esperen en un lugar seguro. Ellos no pueden abrir puertas ni ventanas. No pueden utilizar un teléfono. No pueden avisar de que están en peligro.

Necesitan que pensemos qué hacer y cómo hacerlo para ayudarles y facilitar las tareas de rescate. Estoy segura que estas medidas además de ser beneficiosas para los animales que se salvarán, también lo serán para sus familias y por supuesto, para los equipos de rescate, que tendrán más facilidades para realizar su trabajo.

Es hora de que los animales con los que convivimos sean considerados en todos los ámbitos.

Sólo me queda aprovechar este espacio para enviar un abrazo enorme a quienes este incendio les ha arrebatado a un ser querido y a quienes han perdido su hogar. Son miles los corazones que estamos con vosotros.