| 29 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Yolanda Díaz se reúne con Puigdemont en Bruselas. Un encuentro al que también acudieron Jaume Asens y Antoni Comín.
Yolanda Díaz se reúne con Puigdemont en Bruselas. Un encuentro al que también acudieron Jaume Asens y Antoni Comín.

El Gobierno despeja cualquier duda: investidura de Sánchez cueste lo que cueste

La visita de Yolanda Díaz a ver a un prófugo de la justicia como es Puigdemont traspasa una línea que demuestra que el líder socialista vendería hasta su alma por quedarse en Moncloa.

| ESdiario Editorial

Si había alguna duda sobre la viabilidad de la investidura de Pedro Sánchez este lunes quedó despejada por completo. En una maniobra perfectamente orquestada desde Moncloa, la vicepresidenta y líder de Sumar rompió otro tabú y se fue a Bélgica a negociar España con el fugado Carles Puigdemont, mientras aquí el presidente del Gobierno en funciones afirmaba que es el momento de la “audacia”. Está todo atado, como bien dijo hace semanas la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

A la amnistía se le llama ahora “alivio penal”, a trocear España se le conoce como “Estado plurinacional” y a la traición se le dice “audacia”. Sánchez no tiene escrúpulos ni principios. Y así siempre lleva las de ganar frente a cualquiera que respete mínimamente ciertos límites. El PP debe concienciarse ya de eso y poner toda su maquinaria, su poder autonómico y su mayoría absoluta en el Senado, al servicio de la defensa de España con uñas y dientes. Le respaldan millones de ciudadanos indignados.

No va a ser fácil porque Sánchez lo tiene todo bien atado. Sus planes están bastante claros. Utilizará la ampliada mayoría Frankenstein, incluidos los escaños de Junts, para aprobar una ley de amnistía y una consulta o referéndum en Cataluña aún a sabiendas de que son claramente inconstitucionales. Eso le da igual al presidente en funciones que ya dijo hace unas pocas fechas que a él no le toca decidir ni pronunciarse sobre el ajuste de una norma a la Constitución.

El PP recurrirá ambas cuestiones ante el Tribunal Constitucional y mientras éste decide transcurrirá la legislatura entre insultos a Feijóo por cuestionar la voluntad mayoritaria del Congreso. Cuando llegue el momento oportuno, es decir, cuando Sánchez así lo estime, el Constitucional decidirá lo que más convenga al Gobierno, que para eso el inquilino de la Moncloa ató una mayoría contra viento y marea.

 

Es inédito un Tribunal Constitucional tan dependiente del Ejecutivo, con un ex ministro de Justicia y una ex alto cargo de Moncloa entre sus miembros, además de un presidente, Conde Pumpido, experto en “manchar la toga con el polvo del camino”, como él mismo dijo. La legitimidad de un Gobierno así, que aprueba leyes contra la Constitución para mantener el poder, es bastante escasa.

En realidad con Pedro Sánchez hay muchas cosas inéditas. La más grave probablemente es querer gobernar de espaldas a, como mínimo, la mitad de España que ha votado al PP y a Vox. Podrá hacerlo, pero a costa de dejar un país (más) dividido y enfrentado, además de más injusto y desigual, donde los separatistas recibirán el premio gordo de la “plurinacionalidad” a costa de los demás españoles.

Eso es lo que nos espera y eso es lo que tiene que combatir el PP como mejor pueda, intentando que Vox se sume y arrime el hombro en esa tarea de salvar a España no de los separatistas sino de Sánchez, del PSOE.