| 01 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse
Rita Maestre no parece tener intención de dimitir.
Rita Maestre no parece tener intención de dimitir.

Enséñanoslas, Rita

Monedero ha dicho que la condena de la portavoz del Ayuntamiento de Madrid está impulsada por “los mismos que mandarían a la hoguera a Beauvoir, silenciarían a Darwin o prohibirían a Marx”.

| Antonio R. Naranjo Opinión

No le deseo ningún mal a Rita Maestre. Aún más: no quiero que dimita. Subo la apuesta: no tiene que abandonar el Ayuntamiento de Madrid. Y órdago: soy muy partidario de que cualquiera, cuando esté enfadado por algo, enseñe las tetas. Especialmente las mujeres, pero seamos transversales e igualitarios y aceptemos cualquier teta como animal de compañía.

Monedero ha dicho que la condena de Rita, por invadir una capilla perfectamente legal en la que un grupo de señores hacía algo perfectamente libre que no obliga a nadie más a hacerlo, está impulsada por “los mismos que mandarían a la hoguera a Beauvoir, silenciarían a Darwin o prohibirían a Marx”. Y su buen amigo Pablo Iglesias ha culminado el tirabuzón con solemnidad: “Todo mi apoyo a Rita y a quienes defienden la laicidad y los derechos de las mujeres”.

Esto es: el fin justifica los medios, y como además sus fines son incontestablemente elevados, infalibles e incuestionables, todavía más. Pero pongamos la frase al revés, o simplemente cambiemos de protagonistas, de escenarios y de cruzada.

Martínez Pujalte, el recordable diputado del PP que sin tener bigote parece tenerlo, seguramente es un firme partidario de la unidad de España. Ahora ya puede, y Monedero le comparará con nuestro Miguel Servet perseguido por Calvino en aquel terrible episodio narrado como nadie por Zweig,  personarse frente al monumento de San Jordi y enseñar el níspero. Un níspero tal vez testimonial, y no hago cábalas, pero constitucional: no me hagan traducir níspero; pongan algo de sus partes.

O, busquemos otro protagonista, Cayetana Álvarez de Toledo podrá mostrar su poético culo quevediano, mientras Carmena preside el próximo pleno en el Palacio de Cibeles; un culo preventivo para que no haya otra Cabalgata de Reyes preparatoria de un Día del Orgullo Gay que, amigos, va a ser sonado este año: incluso se masculla que, por primera vez, desfilará gente vestida.

También podremos invadir en pelota picada, con voces chillonas y lemas de cheerleader tras leer un libro de citas comprado en el VIPS; una recepción real si somos republicanos; un homenaje a Azaña si somos monárquicos; la cena de Navidad del Barça si somos madridistas; el Congreso del PSOE si somos de Podemos, el de Podemos si vamos con Errejón o la FNAC si vende discos de Melendi y nos gusta la música.

                   -Eh, tú, gañán, suelta ese Villagodio y cómete unas berenjenas.

Nadie entra así al Txistu por muy vegano que sea. Algunos de esos comportamientos son delictivos o al menos sancionables. Pero no es sólo la ley la que marca ese delicado ámbito donde se decide la convivencia.

Pitar el Himno en las barbas del Rey no es delito. Pero es de mala educación. Y la educación, esa antigualla, debería ser suficiente para no hacer determinadas cosas, por loables incluso que fueran los fines, siempre defendibles con otros medios. La democracia es procedimiento, o no es democracia.

Invadir la librería de Blanquerna tiene tanto que ver con la defensa de la unidad de España como asaltar capillas con la laicidad. Y además constituye un delito contra los sentimientos religiosos. Aunque ella se crea Margarita Nelken, y Monedero se sienta Sartre; se parecen más a un tipo con una capucha blanca con dos agujeros interrumpiendo un concierto de góspel en Selma.

Por mucho que nos gusten las protestas de Rita. Las dos.