| 05 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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El presidente del Gobierno de España  agradece a sus votantes los resultados obtenidos en la jornada electoral del 23J en la sede del Partido Socialista
El presidente del Gobierno de España agradece a sus votantes los resultados obtenidos en la jornada electoral del 23J en la sede del Partido Socialista

Puestos a condonar…

Ahora Pedro Sánchez ya está prometiendo condonaciones de deuda a cambio de escaños votantes en el parlamento del BOE, sin importarle la bronca que le van a montar en Bruselas.

Se pongan como se pongan el PP ha ganado las elecciones. Y digan (ahora) lo que quieran durante todos estos años de democracia existió un pacto tácito para que gobernarse el partido más votado. Pero siempre y cuando, con la calculadora de la ley D’Hondt en la mano, éste contase con el apoyo, en principio nacionalista, reconvertido en independentista de varias intensidades. Salvo, claro está, que el PP y el PSOE con sus variantes de siglas geográficas finales lograran mayorías absolutas y, por ende: incontestables. Y, aun así, tanto socialistas como populares intentaban el quórum (más allá de La Moncloa) cuando se trataba de Leyes que a veces retorcían la Constitución, pero sin romperla. De ahí vienen tantos entrampados autonómicos gracias a un consentidor menospreciar un gobierno central

Esto hoy lo que trajo la reconversión de aquella España de las Autonomías, recordemos velocidades y presupuestos, en un federalismo “typical Spanish”, muy del gusto de todos, menos de quienes quisieron tomarse la revancha insolvente y, una vez conseguida la mano de la paz concesionaria, intentaron desmembrar el brazo del cuerpo peninsular.

Desde entonces, y ya vamos para cuarentones, con una boquilla izquierda pedían irse del mapa coloreado vascos y catalanes (gallegos y andaluces, tras el a achuchón inicial celta y moro, acabaron reintegrados en el escudo borbónico), y con las fauces diestras, talmente los Arzalluz o Tarradellas quedarse a cambio de más dinero de la teta de la vaca céntrica, sin importarles en absoluto los agravios presupuestarios respecto a otras Comunidades, que con menos euros multimillonarios tenían que cubrir idénticas y generales necesidades de educación, sanidad, obras públicas, mejoras sociales, etc.

Como el Gobierno español mandase Aznar o Zapatero, no podía regalarles por el morro tanta deriva dineraria, se buscó la excusa del prestamista desinteresado. Naturalmente empezaron a racanear las devoluciones periféricas, unas más que otras, y a día de hoy la quita es de más de 85.000 millones de deuda de Cataluña, 55.000 la C. Valenciana, 37.000, C. Madrid, y así van decreciendo hasta llegar a La Rioja con 1600, alcanzando un montante total de: 322.211 milloncetes, o sea calderilla pa los pollos.

Ahora Pedro Sánchez, a quien es imposible sacar de la trona ni con agua hirviendo, ya está prometiendo condonaciones de deuda a cambio de escaños votantes en el parlamento del BOE, sin importarle la bronca que le van a montar en Bruselas. Naturalmente Cataluña quiere el finiquito de la deuda con letra de tango: “los favores recibidos creo habértelos pagado/ y si alguna deuda chica sin querer se había olvidado/ en la cuenta del otario que tenés se la cargás”. Mientras el Eusko Legebiltzarra de Vitoria la reciprocidad es la del máximo autogobierno, pero empezando por la Hacienda pública, es decir, porcentaje recaudatorio a la empresa/ciudadano vasco, obviamente manteniendo el actual agravio comparativo con otras ragionalidades.

Las elecciones están para corregir a quienes se entrampan irresponsablemente demostrando que no saben manejar impuestos vecindarios

Tanto el rocoso Carlos Mazón como Blanca Nieves Ayuso se han subido al estribo del atrabiliario tranvía en marcha conducido por el jovencito Pedro Frankenstein, arguyendo uno que es deuda heredada del manirroto Ximo Puig tripartito, y la otra que, siendo comprobadamente la que más acoquina al erario público español, se merece la remisión de sus pecados empeñados en el Monte de Piedad que le ha permitido renovar el crédito “político” de los madrileños. O sea, y estamos hablando de un problema morrocotudo: o hay cama para tanta gente, porque el resto de autonomías no se van a estar quietas, o le damos una patada al kiosco convocando nuevas elecciones en España más dividida que nunca con un hipotético Gobierno, de la no menos hipotética “Nación de naciones” absolutamente ininteligible desde el punto de vista ideológico: socialistas y comunistas con independentistas de derechas (Junts, PNV…), mientras la mayoría de las autonomías, empezando por la propiamente valenciana, están en manos del PP y sus obligados pactos con el demoníaco Vox; ¿pero qué quiere la izquierda? ¿que habiendo ganado las elecciones le regalen las gobernanzas a quienes las han perdido? Oír a ciertos políticos y contertulios, en maniquea demagogia de revertir lo que ya dijeron las urnas, resulta irrisorio y vergonzante.

No se puede estar de acuerdo con las condonaciones, como los bancos no lo aceptan con nuestras deudas firmadas ante notario. Precisamente las elecciones están para corregir a quienes se entrampan irresponsablemente demostrando que no saben manejar impuestos vecindarios. Pero, no porque cambiemos de gobernantes centrales o autonómicos, el Banco Central Europeo va a dejar de indultar pagarés debidos al colectivo de la Comunidad Europea. Ni somos un país recién salido de la órbita soviética, ni desconocíamos desde Felipe González a los corrientes cuáles eran las reglas económicas del compromiso previo.