| 30 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La ministra de Pedro Sánchez le deja roto con un gesto que prueba su hipocresía

Parece difícil olvidar lo que la propia miembro del Ejecutivo socialista ha dejado en evidencia con un gesto que, en principio, podría parecer que restituía la dignidad del líder del PSOE.

| ESdiario Medios

Este lunes, Luis Ventoso se hace eco en su columna de ABC del "gesto de dignidad" que tuvo la ministra de Justicia, Dolores Delgado, al abandonar un acto de homenaje de la Generalitat en Mauthausen (Austria) cuando una directora general del Gobierno catalán inició sin venir a cuento el pertinaz mitin-queja sobre "los presos políticos" separatistas.

Delgado se sumó con naturalidad al homenaje de la Generalitat en el conocido como "campo de los españoles" por la fuerte presencia de deportados republicanos derrotados en la Guerra Civil pero la directora general de Memoria Democrática del Gobierno catalán, "ataviada con el preceptivo lazo amarillo en su pechera y haciendo gala del paletismo más cerril", incurrió en una hiriente comparación subliminal entre los exterminados por los nazis y los que ella llamó presos políticos" por lo que la ministra de Pedro Sánchez dio la vuelta y se marchó, "gesto que la honra y nos reconforta".

Sin embargo, hay un problema para Ventoso, y es que "el rapto de dignidad que tuvo la ministra contrasta clamorosamente con la ejecutoria de su jefe, que una y otra vez ha tolerado silente que los dirigentes separatistas ofendan al conjunto de los españoles y al jefe de Estado".

Y aquí recuerda que "Sánchez no se plantó ni dijo nada cuando Torra despreció a Felipe VI en reiterados actos en Cataluña. Tampoco cuando el presidente catalán se presentó en La Moncloa con el lazo amarillo, que simboliza la causa golpista y la animadversión hacia España y su legalidad. Ni cuando negoció en secreto concesiones humillantes a un tipo al que solo meses antes comparaba con Le Pen. Ni para un hacer solo comentario desfavorable cuando Iglesias se fue a la cárcel para negociar con Junqueras los presupuestos. O para reaccionar cuando la policía autonómica catalana dio barra libre a los CDR para cortar la autopista que vertebra todo el Mediterráneo español. Ni la hay para responder desde el Gobierno de España cuando una energúmena xenófoba que fue presidenta del Parlamento catalán llama "cerdos" a los representantes PP y Ciudadanos. Ni fue digna, ni diligente, la ministra de Justicia a la hora de defender a Llarena de las presiones del separatismo, que incluyen reiterados actos vandálicos en su domicilio; o cuando el Gobierno forzó que la abogacía del Estado rebajase su acusación a los presos golpistas, porque por entonces sus partidos sostenían a Sánchez y convenía hacer "gestos"».