| 02 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Iglesias y su explicación de por qué compró un 'casoplón' con su sueldo VIP

Hace poco el líder de Podemos abroncaba a Errejón, exigiéndole “ni media tontería” ante “la gente”. Claro que él se la ha podido permitir completa con el escándalo de su casa en Galapagar.

| El Lector Perplejo Opinión

 

“La gente no va a consentir ni media tontería, bramaba el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, en los primeros días de abril a cuenta de la pataleta de su compañero Íñigo Errejón por controlar la lista electoral en la Comunidad de Madrid en mitad de la crisis por el 'caso Cifuentes'. En cambio, él sí se las puede permitir, aunque de las gordas, claro está.

Este Lector Perplejo quiere replicar, así, al comunicado que el líder morado emitió este fin de semana junto a su compañera de partido y de proyecto vital, Irene Montero, a cuenta del escándalo generado por la compra de un chalé en Galapagar y la consulta a las bases sobre si deben seguir o no al frente de la formación y del grupo parlamentario, respectivamente.

O más en concreto se impone una réplica al encabezamiento del texto: “No te metas en política, primer aviso”.

 

 

Cuesta tragarse tanto cinismo y tanta hipocresía de la pareja, cuando han ejercido de policías morales a la vez que políticos en su aún corta trayectoria pública. Son los mismos raseros sectarios que ellos impusieron a los demás, los que han de afrontar ahora para medir sus estaturas públicas. Ni más ni menos.

Ese narcisismo

En primer lugar, y que se sepa, nada ni nadie les obligó a meterse en política a los dos. Solo por la conciencia de sentirse llamados al deber de salvar la sociedad, por creerse en posesión de verdades absolutas y excluyentes y por acarrear un narcisismo cesarista arrollador; se vieron impulsados, en completa libertad, a encabezar un proyecto ciudadano basado en la transparencia, la sobriedad y la justicia social.

Y durante un tiempo todo fue miel sobre hojuelas. Hasta que comenzaron a producirse fallas y fracturas en la organización por el causa-efecto simple de las contradicciones. Es lo que tiene hacer política con dogmas monolíticos y enjuiciamientos sumarísimos de la vida y obra de los demás.

Que digan que no se les perdone que quieran una “vida digna" es el colmo. No solo han negado ese mismo anhelo a sus adversarios, sino que ellos mismos deberían preguntarse si podrían permitirse esa casa de no haberse “metido en política”

Y aquí viene el segundo ejercicio de libertad sin ira: nadie les obligó a comprarse un chalé en la sierra. Solo el deseo de poseer una casa a las afueras, cerca del campo, con espacio de sobra para formar uyn familia, y disponer de los medios económicos para permitírselo, han bastado para ello.

Que digan que no se les perdone que aspiren a una “vida digna, segura y completa” para ellos y para “todo el mundo”, es el colmo del fariseísmo. No solo han negado en sus discursos y poses ese mismo anhelo a rivales políticos y a todo aquel ciudadano que huela a triunfo y prosperidad; sino que ellos mismos deberían preguntarse si podrían permitirse ese casoplón de no haberse “metido en política”.

Por lo demás, se puede ejercer de padres múltiples de manera “digna, segura y completa” en un piso de 80 metros cuadrados en un barrio de extrarradio. Muchas familias se lo podrían corroborar. También le corroborarían algunas estrecheces y agobios absolutamente compatibles con  la dignidad y bla bla bla.  Unos políticos “de la gente”, como ellos, seguro que están más capacitados que nadie para comprenderlo.

El personalismo más antiguo

Que hayan decidido, finalmente, someter su futuro a las bases es, probablemente, la salida más torpe y ruin a este embrollo. Aparte de alimentar de más argumentos a los que, con razón, les critican por ejercer la dictadura personalista en el partido, copiando el esquema de los Kitchner, los Ortega o los Ceaucescu; condenan con su suerte a una organización sostenida por cientos de miles de personas.

 

 

Con todo, seguro que obtendrán el apoyo que desean, entre otras cosas porque no cuentan con oposición y los críticos se limitarán a no participar en el plebiscito. Aunque a la larga esta tontería saldrá cara –ay, Iñigo, qué baratas las tuyas; ni en eso le ganas al líder.

Y el día que se produzca el crac, alguien le recordará que entraron y salieron de la política, pero del chalé no les sacó nadie.