Agua potable, la mejor medicina preventiva

Es la deshidratación, que se empieza a notar en las mucosas y en la piel, y sigue por un espesamiento de la sangre…, hasta que el cerebro se ve afectado (los síntomas son la confusión, la dificultad para realizar funciones corporales y hasta la inconsciencia).

Por todo ello, refrescarnos la piel y beber agua frecuentemente es algo que recomiendan todos los sanitarios (y también el sentido común) en estas fechas de tanto calor en que perdemos líquido más fácilmente.

Entre 50 y 100 litros de agua es la cantidad que estima la OMS que necesita diariamente una persona -si nos parece mucho, hagamos un cálculo a ojo de cuánto dedicamos nosotros entre beber, cocinar, ducharnos, limpiar nuestra casa, tirar de la cisterna…-. El mínimo imprescindible son apenas 15 -beber, cocinar, higiene muy básica-, y la realidad es que en muchos lugares apenas sobreviven con cinco litros diarios o menos.

Refrescarnos la piel y beber agua frecuentemente es algo que recomiendan todos los sanitarios (y también el sentido común) en estas fechas de tanto calor en que perdemos líquido más fácilmente 

Así, lo que para cualquiera de nosotros es tan sencillo como bañarse en una piscina o llevar una botella de agua siempre en la mochila, para millones de personas de todo el mundo supone racionar, buscar, caminar varios kilómetros para ir a buscarla -a veces ríos, a veces embalses, a veces pozos-.

Y lo que es peor, el agua que encuentran no siempre está en buenas condiciones para su consumo o ni siquiera es potable. Y eso, junto con la falta de vacunas y de cuidados médicos apropiados -algo que suele acompañar a las zonas con problemas de suministro- la convierte más bien en una amenaza.

Hablamos de bacterias como el cólera o la salmonella (una variedad de ésta es la causante de la fiebre tifoidea), que suelen habitar agua o alimentos contaminados, y cuya incidencia ha acabado con la vida de millones de personas. Son solo dos ejemplos, pero hay muchos más. De hecho, las enfermedades diarreicas que provocan este tipo de enfermedades, son la principal causa de muerte en niños (hasta 2000 cada día según Unicef), más que por sida, malaria y el sarampión juntos.

Operación manos limpias

Y, como mencionábamos antes, el agua no solo es fundamental para beber, sino también para lavarnos. Unas manos sucias, o unos alimentos que no se han lavado correctamente también pueden causar esas enfermedades y otras peores.

Durante la pandemia del Covid hemos aprendido todo esto a la fuerza, pero imaginemos qué sucede en esos lugares donde no hay agua para beber, ¿la ‘desperdiciarían’ en lavarse las manos? Probablemente no.

Las estadísticas lo demuestran: todavía hay dos de cada cinco personas de todo el mundo que no disponen de una instalación básica para lavarse las manos con agua y jabón y esto, está más que demostrado, es un hábito que puede salvar más vidas que cualquier intervención médica, reduciendo las muertes por diarrea a casi la mitad, y las muertes por infecciones respiratorias en una cuarta parte.

Algo similar sucede con las letrinas de agua corriente o, al menos, higiénicas. En lugares donde una gran parte de la población aún defeca al aire libre es fácil imaginar que ese lavado de manos sea aún más imprescindible. Solo un ejemplo, de entre muchos, es el caso de Etiopía, que a principios de este siglo todavía apenas contaba con acceso a saneamientos limpios y salubres (en casi ningún caso en áreas rurales, y solo en la mitad de ellos en las urbanas).

El agua limpia es sin duda, una de las medicinas más ‘baratas’

El agua, que damos por supuesta, forma parte de nosotros. No olvidemos que, si el agua ‘sucia’ puede hacer a muchos enfermar, el agua limpia es sin duda, una de las medicinas más ‘baratas’ y efectivas, y por eso es importante luchar por un acceso equitativo y equilibrado al agua limpia en todos los rincones del mundo, ricos o pobres, secos o húmedos, cercanos o lejanos.

Beber, hidratarse, vivir.

 Antonio Espinosa de los Monteros, CEO y cofundador de AUARA