| 09 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Propósito para el año que empieza “Adelgazar”

| Dra. Susana Monereo Opinión

Uno de los propósitos recurrentes al empezar el año es adelgazar y ponerse en forma, pero adelgazar es algo más que perder peso.

Adelgazar, realmente es, recuperar el control sobre el hambre, recuperar la paz con la comida y cambiar unos hábitos ancestrales que lo único que nos hacen es pensar en comer y como consecuencia de ello perder peso.

Comer no solo es una necesidad sino además es un placer que produce recompensa y como tal en la mayor parte de las veces que comemos, lo hacemos sin hambre de alimentarnos sino solo buscando ese momento de placer que nos recompensa un mal dia, o una situación de estrés, de ansiedad o incluso un vacío emocional. En ese momento realmente no necesitamos comida, lo que estamos buscando es un abracito. Es un circuito cerebral diferente que segrega dopamina y nos calma la ansiedad. Si lo repetimos varias veces, el cerebro aprende y lo convierte en una adicción, de forma que siempre que tengamos un problema recurriremos a la comida como ansiolítico.

El cerebro pide a veces de forma insistente, y lo hace habitualmente por la tarde o por la noche que es cuando empezamos a relajarnos, y esa sensación de hambre obsesiva empieza a aparecer. A veces es tan intensa que acaba haciendo que nos demos un atracón porque a la ansiedad cerebral hay que añadirle la sensación de estómago vacío, y entonces solamente sentimos placer cuando colmamos las dos cosas a la vez el cerebro y el estómago. Es un acto solitario generalmente a escondidas con vergüenza hasta de uno mismo.

Después del atracón viene un momento de calma y luego empieza el malestar a veces físico porque tenemos el estómago demasiado lleno y nos sentimos mal, pero sobre todo psicológico porque empieza la sensación de culpa por lo que hemos hecho.

Es una conducta que se repite, y que nunca es de alimentos básicos como podría ser repollo o un filete, sino de alimentos dulces como chocolate o bollos o salados como queso o embutidos y crujientes como patatas fritas, picos, pan tostado etc., la mayoría procesados.

Esto acaba produciendo un trastorno de conducta alimentaria, en la que sustituimos el afecto o calmamos la ansiedad con la comida, y que a base de repetirlo se nos convierte en una adicción que nos domina y nos amarga la vida

Si a ello le sumamos que con frecuencia aumentamos de peso y nos vemos mal, a la necesidad de recompensa le añadimos la ansiedad de sentirnos mal con nuestro cuerpo e iniciamos un camino peligroso, que conduce por un lado a la obesidad y por otro a un trastorno de conducta alimentaria.

Obsesionados con adelgazar, restringimos comida, pero cuando el hambre real y la recompensa empiezan a pedir, comemos con ansiedad, nos damos atracones, nos sentimos mal y vamos cayendo en una situación oscura solitaria en la que comemos poco cuando estamos acompañados, pero nos atracamos por la tarde noche cuando estamos solos.

¿Como salimos de esta situación? ¿Como controlamos el hambre, la ansiedad, la recompensa?, ¿cómo podemos perder peso y vernos mejor sin caer en ese pozo?

No es fácil, pero si hay salida. Hay que reconocer el problema y buscar ayuda profesional que nos dé, la mano y nos ayude a salir del bucle malo. El inicio de año con los nuevos propósitos parece que puede ser el momento idóneo

Aquí vuelvo al inicio del artículo, adelgazar es controlar esa hambre hedónica compulsiva o emocional o que busca recompensa, saliendo del bucle del atracón y dejando que nuestra parte del cerebro la racional, la que sabe lo que tenemos que hacer, actúe. Para ello hay que poner varios frentes de ayuda a que actúen simultáneamente para romper el bucle malo. El psicológico, el de la alimentación y la actividad física, el endocrinológico.

El Psicológico-Conductual que nos ayuda a identificar los problemas emocionales o de ansiedad y nos da patrones de conducta, creando circuitos en los que sepamos como actuar cuando aparece esa sensación de recompensa imperiosa

El Endocrinológico nos orienta en relación a la alimentación saludable y el ejercicio que debemos hacer, pero sobre todo nos reordena o nos ayuda a regular el control hormonal de los centros de hambre y saciedad cerebrales que tenemos alterados.

En la actualidad disponemos de hormonas gastrointestinales en forma de fármacos que entran justamente en esos núcleos cerebrales donde se regula el hambre y la saciedad, reduciendo las ganas de comer sintiéndoos llenos y cortando los circuitos de recompensa. A su vez estas hormonas enlentecen el vaciado gástrico y nos enseñan a comer menos cantidad. Son fármacos que tienen la llave no solo para conseguir perder peso sino para poder recuperar el control y adelgazar.

La Semaglutida comercializado como Ozempic hasta 1 mg, disponible en España, o la Tirzepatida comercializado como Mounjaro que tendremos en 2024, y la gran cantidad de fármacos que habrá en un futuro próximo, son las herramientas endocrinológicas más potentes que nos van a ayudar no solo a perder peso sino a ADELGAZAR, entendiéndolo todo, no como quitarse unos kilos de más, sino como un tratamiento integral que nos recompondrá la alteración cerebral con lo que recuperaremos el control consciente sobre la alimentación, volverá la sensación de saciedad, y disminuirá la necesidad de recompensa. El resultado sin dudarlo favorece el cambio de hábitos tan necesario para bajar de peso y mantenerlo.

No hay milagros, pero este año 2024 puede ser el año en el que conseguir adelgazar sea algo mas que perder peso. Volveremos a ser nosotros mismos.