| 28 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Iglesias, en el Congreso
Iglesias, en el Congreso

Pablo Jekyll e Iglesias Hyde

Poner a escurrir la Transición y aplaudir las elecciones de 1977 no parece muy coherente. Pero eso es lo que ha hecho el líder de Podemos, siempre al filo de la navaja.

| Buendía Opinión

 

 

Pablo Iglesias tiene tendencia a sentirse un MacGyver de la política, un manitas apañado capaz de atender lo uno y lo contrario cual sofista moderno entrado en ligereza. Pero en realidad se asemeja más a Jekyll y a Hyde, aquel personaje de Stevenson con dos caras antagónicas o, cuando menos, contraditorias.

Iglesias es ya el hombre de la calle que lleva dos años pisando más moquetas distintas

Mientras resuena su análisis despectivo del 'Régimen de la Transición', para él una mera componenda entre franquistas y blandengues que explica todos los males del presente, no dejaba de aplaudir en el acto de celebración del emblema de aquel feliz paso de la dictadura a la democracia.

Querer detener a Martín Villa y arrancarse al mismo tiempo por bulerías constitucionales, como en la imagen, no parece muy coherente para cualquier homínido dotado de algo bajo el cuero cabelludo.

Ni a su Íñigo

Pero es lo típico de Iglesias, el hombre de la calle que lleva dos años pisando más moquetas distintas, el subversivo con nómina de diputado, el instigador de círculos y asambleas que no permite disidencias ni a su Íñigo del alma, el comunista que vive en un chalé y, en fin, el revolucionario con escaño, Ipad, móvil y taxis acoquinados por "el pueblo".

La leyenda cuenta que a Stevenson se le ocurrió el famoso relato pionero sobre los trastornos de personalidad mientras dormía aullando y que, al ser despertado por su atemorizada esposa, le respondió: "Estaba soñando un dulce cuento de terror".

El bipolarismo de Iglesias más parece pose que patología, pero reclama en todo caso la aplicación urgente del viejo consejo de viejo Lincoln, otro del 'Régimen de la Transición' americana: "Hay momentos en la vida de todo político, en que lo mejor que puede hacer es no despegar los labios".