| 05 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Di Rupo, el belga de Podemos

Instalado en el odio a los Tercios de Flandes, el exprimer ministro belga se afilia al partido de Iglesias para, usando el Francomodín, meter la pata hasta la pajarita.

| El Lector Perplejo Opinión

 

 

 

Sabido es que la distancia alimenta la confusión, pero para explicar las barbaridades que suela el exprimer ministro belga, el socialista Elio di Rupo, hace falta algo más. El líder de una parte de la fragmentada izquierda de Bélgica, país fragmentado donde los haya pese a su discreto tamaño, se descolgó este fin de semana con unas declaraciones que sugieren un notable consumo de alcohol dominical, siguiendo costumbre tan española como la del vermú yel aperitivo. Fueron éstas, por si acaso alguien aún no las conoce:

 

 

Lo bueno que tienen las tonterías es que, por alguna razón inexplicable, se entienden bien en cualquier idioma, aunque por si acaso la traducimos: "Puigdemont ha abusado de su posición, pero Rajoy se ha comportado como un franquista autoritario. Encontremos el camino de una España más federal".

El francomodín

Y tan pancho, tan Pedro Sánchez de hace unos meses, que ahora el líder del PSOE está en su sitio y debemos congratularnos todo por ello. Sin necesidad de hablar de lo mal que le queda la pajarita a Di Rupo, un perdedor electoral notable, cabe centrarse en la traslación entre los mensajes habituales de ciertos dirigentes de Podemos y la deyección del político belga: ambos ven autoritarismo donde hay ley, y en los dos casos se saca el Francomodín del dictador con una soltura digna de un borracho pagando rondas al respetable.

Lo grave no es que las memeces sean tan políglotas, sino que coincidan en un momento donde sobran tonterías y faltan valores. Porque por mucho que la Unión Europea, Estados Unidos o la ONU se hayan distanciado del independentismo para apoyar sin fisuras a España y a su Constitución, estas perlas de bisutería salen en auxilio del soberanismo, que no perderá la ocasión de utilizarlas para la causa.

En auxilio del soberanismo

Y de repente Di Rupo, que no es nadie ni casi ya para los belgas, será presentado como un estadista de talla mundial, una combinación de Kennedy y Gandhi, un aspirante al Nobel de la Paz y hasta un hombretón atractivo si con ello se acerca el agua de la demagogia al molino del separatismo.

Que todo ello se haga con Puigdemont generando un problema politico de primer orden en la propia Bélgica atestigua, finalmente, el olfato del propio Elio, perdido entre la ignorancia histórica y la mala baba política. Sólo le ha faltado citar a los Tercios de Flandes para que toda su estupidez y odio queden explicadas de todo. Pobrecilo.

 

 

Si alguien debiera saber de acusaciones dolorosas infundadas, es el propio Di Rupo, mezclado injustamente en el célebre 'Caso Dutroux', el escándalo de pederastia que sacudió Bélgica a mediados de los 9'. Para que lo entienda este señor, quizá alguien deba decirle que España tiene de franquista lo que él de pedófilo. O sea, nada. Listo.