| 27 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, en un encuentro en La Moncloa.
Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, en un encuentro en La Moncloa.

Rajoy y Sánchez, sin “Plan B”, luchan contra el peor fantasma del 21-D

¿Quién ganará la porra? La incertidumbre sobrevuela las urnas más cruciales de nuestra Democracia. A la falta de certezas se suma algún factor no menos perturbador.

| Ricardo Rodríguez Opinión

Si un sustantivo define el 21-D, el más ajustado es, tal vez, incertidumbre. Al fin y al cabo, la cita con las urnas vienen marcadas por la excepcionalidad y todo cálculo resulta arriesgado, por el alud de acontecimientos que se suceden y se sucederán hasta la noche electoral.

Todo apunta a una movilización sin precedentes y los más optimistas arrojan, incluso, una participación cercana al récord del 82%. Los constitucionalistas, Esos mismos que a lo largo de las sucesivas convocatorias consolidaron el hábito de votar en las generales y abstenerse en las autonómicas, no se quedarán en casa. C´s, PSC y PPC parecerían pues los beneficiarios naturales. Ese esquema está prefijado en los equipos de campaña.

Existen, sin embargo, otras variables capaces de invalidar de antemano cualquier extrapolación fácil. Y la gran sorpresa es la irrupción de un fantasma, que ni es la desunión del secesionismo ni la peculiaridad de sus circunscripciones, ambas variables jugarán su papel en el devenir de los comicios, sino el impulso de la ofensiva separatista. Con las cifras en manos de los grandes partidos, y por ende sobre las mesas de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, una participación demasiado amplía, del 84% o mayor, quizá signifique que el movilizado sea quien quiere el regreso al poder de Oriol Junqueras y Carles Puigdemont.

La hipótesis ya tiene a Xavier García Albiol y Miquel Iceta tirándose de los pelos. Sobre todo al PSC que, en un escenario teóricamente propicio para recuperar tanto terreno perdido, vería volatilizada la posibilidad de liderar una alternativa que acaricia y ello aun cuando quede Iceta por detrás de Inés Arrimadas. Por tanto, ¿y si los constitucionalistas resultan incapaces de dar la vuelta a la mayoría parlamentaria secesionista? En política hay que tener previsto un “plan B”, porque las cosas tal vez no salgan según lo previsto. En román paladino: Se trata de blindarse contra los por si acasos.

Un “plan B” permite mudar derrotas en victorias, convertir los contratiempos en oportunidades y hasta transformar a un líder político en un hombre de Estado. “No existe nada parecido a tal cosa”. La frase corresponde a un próximo a Sánchez y resume el riesgo que corren socialistas y populares, además de naranjas, ante un resultado favorable a los irresponsables intentos de romper España. Ese escenario abriría serias goteras en la credibilidad de quienes aparecen cargados de toda legitimidad en defensa del Estado.

Tan escasamente extendido está este vaticinio que en la Carrera de San Jerónimo los diputados apuestan ya en porras internas por el triunfo por la mínima del constitucionalismo, el PP se agarra como a un clavo ardiendo al voto oculto y entre los más pesimistas cunde si acaso la idea de un bloqueo y una repetición de los comicios. En las actuales circunstancias, cualquier pronóstico no pasa de un ejercicio de adivinación. La única realidad será depositada por los catalanes en las urnas. La suerte estará echada el 21-D.