| 27 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Carlos Mazón y Alejandro Soler.
Carlos Mazón y Alejandro Soler.

¿Se desplaza a Alicante el “poder valenciano”?

| Josep María Felip Edición Valencia

Las posibilidades en política surgen cuando menos te lo esperas. La Comunitat tiene un problema de interlocución con España, a pesar del estribillo del Himno: no se le toma en serio en Madrid. Ya el Conde-Duque de Olivares decía aquello que “somos un pueblo muelle”, y así seguimos siendo. Abrigo la ligera sospecha que una gran parte de culpa la tiene el “patriciado” de la ciudad de Valencia que es quien ha mandado tantos decenios. Pero la posibilidad de resolverlo surge cuando coincide un hecho real: la presidencia de la Generalitat de Carlos Mazón y parte de sus cuadros, del PPCV y de Alicante, con un hecho potencial como es que el jefe de la oposición, del PSPV, puede ser en un año, o antes, Alejandro Soler, diputado nacional por Alicante, secretario provincial socialista y bien visto por Ferraz y Moncloa. Dos alicantinos de interlocutores con las instituciones del Estado.

El presidente Zaplana acuñó el concepto de “poder valenciano”. En aquel tiempo a la Comunitat se le tenía en cuenta en los centros de poder institucional en Madrid y hubiera ido a más  si no fuera por la crisis que, a mediados de la anterior década, afecto al “patriciado” de la ciudad de Valencia que arrumbó con los interlocutores de peso que de él habían surgido: Rita Barberá y Francisco Camps. No habían alicantinos ni castellonenses de peso en ese momento. Y ni mucho menos el secretario del PSPV era bien recibido en Ferraz, dado que apostó mal en contra de un ascendente Pedro Sánchez.

Lejos quedó la proyección de la Comunitat en el ámbito internacional, y su peso municipal con Rita Barberá, por ejemplo, o del diseño de las políticas del Gobierno de España a partir de la Conferencia de Sevilla de enero de 1999 con la ponencia liberal de Eduardo Zaplana, acreedora de la Cumbre de Orihuela de 1990 de Agramunt Font de Mora, o de los eventos internacionales de Francisco Camps que situaron a Valencia en el mapa-mundi. Efectivamente, en el verano de 2011 cambió  bruscamente un ciclo político ascendente con el lawfare contra el PPCV bien diseñado por el PSPV y Compromís, cayendo en la primavera de 2015 con la victoria de la coalición de el Botànic  al frente de la Generalitat  Valenciana.  

En esos ocho años la Comunitat Valenciana no se ha recuperado políticamente, más bien al contrario: “lo valenciano” ha ahondado en el ninguneo  institucional en Madrid con el Botànic en la Generalitat, añadiendo el freno de su proyección internacional, la ruina financiera autonómica con una deuda de más de 55 mil millones de euros, una renta media per cápita que no alcanza el 80% de la nacional, y una posición deudora con el FLA que impide a la hacienda propia operar en los mercados de capital, y expuestos a la solución de problemas estructurales que agravan su competitividad: financiación autonómica insuficiente, reconocimiento y condonación de la deuda histórica, ampliación del puerto de Valencia, finalización del corredor Mediterráneo, trasvases del Tajo al Segura, despliegue de juzgados en el territorio, ampliación del Altet, y un largo etcétera. Es la Agenda Valenciana que Ximo Puig o no pudo o no supo negociar y que, ahora, le toca a Carlos Mazón resolver y plantarse en Madrid.  Una penosa herencia.

Pero en todo ello hay un denominador común. Menos Eduardo Zaplana, de paso por Benidorm, todos los protagonistas políticos e institucionales eran de Valencia, capital y provincia, en especial los de la coalición de el Botànic. Una situación que puede a cambiar con la irrupción del “patriciado” alicantino como recambio del “patriciado” valenciano en la dirección de la Comunitat; si esto fuere así, la provincia de Alicante cobraría un protagonismo territorial que antes no tuvo ni tenía.  

Valencianizar los conflictos

Eso puede ser posible de perseverar el actual “enroque” de  Ximo Puig en la secretaría general del PSPV después de no haber sido llamado para un Ministerio en el Gobierno de España. El sabía de sobras que no goza del buen ver de Pedro Sánchez, y que repetir la maniobra de Joan Lerma en 1995, cuando dejó su escaño en las Cortes Valencianas para ir de Ministro de Trabajo en los últimos meses del Gobierno de Felipe González no era posible aunque, en ambos casos, la patada a Sánchez o a González se la dieron en sus respectivas espinillas. En ambos casos perdieron las elecciones.

Las rabietas son malas consejeras, porque si Ximo Puig analiza sus posibilidades se daría cuenta que su futuro es sentarse en el Senado y no perseverar en una batalla por la sucesión que, a todas luces, parece zanjada a favor de Alejandro Soler al frente de su alianzas con Carlos Fernández Bielsa, secretario provincial de Valencia, José Luis Abalos, diputado nacional, que sigue contando, a pesar de todo, de la confianza de Pedro Sánchez, y de José Ballester, secretario provincial de Castellón. Una coalición de fuerzas que cuenta con el apoyo de Santos Cerdán desde la sede de Ferraz y del mismo Pedro Sánchez desde la Moncloa. Las sumas de la alianza dan.

Además, Pedro Sánchez y ni mucho menos Santos Cerdán están dispuestos a una sucesión traumática como la que dejó abierta Joan Lerma que tardó largos años en resolverse. Ya en su día califico Alfonso Guerra como “valencianización de los conflictos” cuando no era posible resolver un pleito interno en el PSOE. Con la Legislatura que se augura compleja, de duración incierta, aquí, en la Comunitat, lo que menos se espera por la dirección del PSOE es una tormenta en el PSPV que se prolongue en el tiempo.

El próximo 16 de Diciembre en el Comité Nacional del PSPV se verán las caras ambas alternativas: el continuismo de Ximo Puig, o la renovación de Alejandro Soler. Veremos, también, si Pilar Bernabé sigue al frente de la delegación de Gobierno o le sustituye Gaspar, muy cercano a Bielsa. El Congreso del PCPV toca después del Federal del PSOE en noviembre del próximo año, pero no sería la primera vez que un Congreso extraordinario resuelve una situación embarazosa en la Federación Valenciana.

Quien sabe lo que puede ocurrir dentro de quince días, o dentro de tres meses, al negociar el cupo en las listas a las europeas, o en la elección de delegados al congreso federal socialista...Los socialistas valencianos siempre brindan sorpresas… Pero si se resuelve la crisis de sucesión socialista tal como apuntan los anclajes en Ferraz y en la Moncloa, Carlos Mazón tendrá a un alicantino de interlocutor como jefe de la oposición y el “poder valenciano” se desplazaría a Alicante. Puede ser el principio de la definitiva vertebración de la Comunitat y, si cuaja lo posible, veríamos entonces a quien designan Pedro Sánchez y Santos Cerdán, si aún siguen, para perder las elecciones autonómicas de 2027 en la Comunitat frente a Carlos Mazón. De todos modos, tal cual están las cosas del liderazgo en el PSPV y en Compromís, se de o no se de esa posibilidad, se ha abierto un ciclo político largo a favor del PPCV que puede durar varias legislaturas. Al tiempo.