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La entrada a los pueblos blancos: todo un desafío monumental

Arcos de la Frontera es uno de los pueblos más bellos y genuinos de España y ahora el mejor momento para descubrirlo: palacios, vinos, dulces, flamenco, naturaleza y hasta playa.

Panorámica desde Arcos de la Frontera. Foto. M. Herreros.

Panorámica desde Arcos de la Frontera. Foto. M. Herreros.

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Pocos lugares de Andalucía son tan auténticos como el pueblo de Arcos de la Frontera, que rinde honor a su nombre porque su trama urbana es un laberinto de calles enlazadas por arcos donde la luz y la cal juegan sobre las fachadas y también porque su posición geográfica, elevada sobre una colina, la sitúa como frontera entre la campiña sevillana y las frondosas y elevadas sierras de Cádiz y Málaga.


Fotografía de las calles de Arcos de la Frontera. Autor: M. Herreros.

Así que nos dirigimos al interior de la provincia de Cádiz para descubrir su localidad más icónica, considerada la entrada de la ruta de los pueblos blancos andaluces, y que uno de esos destinos que todo viajero desea fotografiar y experimentar. Y es que en Arcos, a pesar del turismo, se mantiene toda la esencia andaluza tanto en su arquitectura y monumentos como en sus tradiciones y no faltan las tabernas de vino y flamenco, los dulces de las monjas de clausura, las tiendas de artesanía o las callejuelas decoradas de macetas.

Un placer para los sentidos desde que vislumbramos el pueblo desde abajo, encaramado al desfiladero, con las torres de su castillo e iglesias elevándose al cielo. Desde el interior, el cuidado casco urbano es una sucesión de casas-palacio, conventos e iglesias y ofrece otra panorámica insuperable con el río Guadalete recortando la base de la colina y la campiña y las montañas de Grazalema y el Parque Natural de los Alcornocales como fondo.

El momento perfecto del pueblo icónico de la sierra de Cádiz

Además estos próximos meses son un momento perfecto para visitar Arcos y conocer su riqueza gastronómica, como por ejemplo con en el Gran Día del Bollo de Arcos (el 21 de abril), una deliciosa receta que ofrecen desde ya todas sus pastelerías y conventos, que elaboran también otros 'pecados' como alfajores y pastas de almendras. También destaca por sus caldos, ya que en esta localidad gaditana se encuentra, entre otras, la bodega de vinos ancestrales más grande de España. Y el viaje será aún más intenso si lo hacemos coincidir con la Semana Santa, porque aquí se celebra con verdadera 'pasión'.

Escultura de la Semana Santa en Arcos de la Frontera. Autor: M. Herreros.

A la deslumbrante visita cultural, gastronómica y enológica seguimos sumando razones para no perderse Arcos de la Frontera: su entono natural. Desde este punto podemos adentrarnos en uno de los lugares más salvajes de Andalucía, el Parque de Los Alcornocales, donde aún persisten algunos bosques intactos de laurisilva, una autentica reliquia del Terciario.


También desde aquí es uno de los accesos al parque de Grazalema, pero si queremos un paseo por la naturaleza más cercano al pueblo tenemos hasta playa incluida. Lejos del mar, aparece una playita artificial creada en la cola del embalse de Arcos (urbanización El Santiscal), un espacio coqueto y muy refrescante donde poder practicar deportes acuáticos y darse un baño si las temperaturas lo permiten.

La playita de Arcos de la Frontera.

Así que con todo estas poderosas razones, sólo hace falta poner el GPS en ruta hacia la sierra de Cádiz y disfrutar de una joya monumental y natural.

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