Real Madrid 1 - 3 Barcelona: Gavi regala una Supercopa al Barcelona
Con un Gavi estelar (un gol y dos asistencias), el equipo de Xavi supera al Real Madrid en lo táctico y en lo físico para ganar con contundencia el primer título de la temporada.
Supercopa azulgrana, y de cabo a rabo. El Barcelona trituró al Real Madrid (1-3) en la final del torneo, un título que en este formato no gana nunca el campeón de Liga. Con un Gavi descomunal, un gol y dos asistencias, y un Madrid naufragando sobre el césped y en la pizarra, la exhibición azulgrana denota lo que parece un evidente ‘cambio de ciclo’ en el fútbol nacional, otro más. Habrá que ver si lo certifica en el resto de campeonatos domésticos.
Apareció el Barcelona vestido con un 4-2-3-1 de salida y eso provocó que el Madrid, once clásico con Camavinga por el lesionado Tchouameni y Rüdiger por Alaba, no se enterase de la misa la media. Las dos primeras ocasiones del partido, antes del primer cuarto de hora, fueron azulgrana. Cinco contra tres en el medio, y eso se notaba. Y cuando no se notaba, Araújo le dejaba un recado a Vinicius que mereció mínimo una amarilla, incluso una tarjeta naranja. Hay que marcar territorio.
Menos mal para el Madrid que estaba Courtois en ese arranque de encuentro. Tras un primer acercamiento con una llegada de Araújo, que no llegó a rematar en el segundo palo, y un cabezazo alto de Lewandowski, el portero belga tuvo que hacer un milagro en el segundo remate del polaco: un paradón estratosférico abajo a su derecha que evitó el gol azulgrana. El Madrid no se acercó hasta las inmediaciones de Ter Stegen en el minuto 18, un testarazo alto de Benzema.
A partir de ahí, el partido sufrió un bajón. El Barcelona, no podía ser de otro modo, dominando el balón, intentando buscar atacar por dentro y por fuera, mientras el Madrid trataba de hacer daño a la contra. Pero los dos equipos estaban desacertados. Hasta que Rüdiger cometió un error grosero en la salida de balón y Gavi resolvió ante Courtois en el velocísimo ataque azulgrana. Era el 0-1 y un aviso claro para el Madrid: andando no se gana, ni al Barcelona ni a nadie. Pero no sirvó de nada.
Nada de lo que hacía el Madrid salía bien. No era su día. Un punto por debajo en lo físicom un punto por debajo en intensidad. Un punto por debajo en mentalidad. Un punto por debajo en ganas. Kroos se desesperaba ante los errores en la salida de balón del equipo pero era en balde: justo antes del descanso, otro error tremendo entre Militao y Carvajal propició que Lewandoski fusilara a Courtois. El 0-2 al descanso hacía justicia a lo visto.
Camavinga, castigado
Tampoco pareció cambiar la cosa en el arranque del segundo tiempo, con Camavinga otra vez castigado al banquillo (y sin ser ni mucho menos el peor) para que entrase Rodrygo. Pero tuvo que aparecer Courtois de nuevo para evitar el tercero, a remates de Dembele y Lewandowski. El Madrid era un cadáver sobre el campo, zarandeado sin piedad y dejando unas sensaciones horribles, de equipo finiquitado.
Huelga decir que lo sucedido en el campo no es algo que pueda sorprender al aficionado madridista. El equipo es endeble atrás, cometiendo errores defensivos severos, y arriba no hay la misma contundencia que otros años. Así que el partido sólo podía acabar en goleada para los azulgrana. Ancelotti retiró también a Modric, absolutamente demacrado y roto en lo físico, para dar entrada a Ceballos y casi a continuación una pérdida del sevillano provocó el gol de Pedri, con Gavi (gol y dos asistencias) celebrando un partido tremendo.
Así que quedaba llegar al final, el Barcelona celebrando la fiesta de la palanca, el Madrid rezando para que el marcador no fuera más abultado porque era incapaz de ver a Ter Stegen ni pintado al carboncillo, ni una parada hasta el minuto 79 en un remate de Rodrygo. Al menos a los de blanco les quedará el consuelo de que al contrario de otras veces, su adversario no quiso hacer sangre y de que además se encontró con un gol en el último remate del encuentro, de Benzema. El Barcelona ganó la Supercopa con total merecimiento y dejó la sensación de estar marcando una tendencia.