| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Sánchez quiere hacer una oferta a sus barones.
Sánchez quiere hacer una oferta a sus barones.

Pedro Sánchez prepara una encerrona a Susana y demás barones críticos

El 30 de enero se celebra el Comité Federal del PSOE y ahí tiene que quedar ya bastante despejado el panorama político español. Y al líder de los socialistas los planes empiezan a salirle.

| Benjamín López Opinión

El próximo 30 de enero Pedro Sánchez, y en buena medida también España, se juegan su futuro. Ese día se reúne el Comité Federal del PSOE y ahí el líder socialista se verá las caras con sus barones para aclarar unas cuantas cosas. Por un lado, la fecha del Congreso del partido. Si se fija para la primavera estarán lanzando el mensaje de que aceptan a Sánchez como líder para una hipotética repetición de elecciones. No habría tiempo material para cambiar de caballo en ese Congreso, que se celebraría ya demasiado cerca de los comicios.

Por otra parte el Comité Federal debe aclarar cuál es su posición definitiva frente a los pactos; los barones le pusieron unas líneas rojas a Sánchez que en buena medida se ha saltado al ceder cuatro senadores para que los independentistas catalanes de ERC y DiL puedan tener dos grupos en la Cámara Alta. Eso ha sentado a cuerno quemado a algunos y habrá que ver de qué forma se materializan en privado esos reproches públicos.

En todo caso, Sánchez lleva un plan a ese Comité Federal que básicamente consiste en presentar un pacto cerrado o medio cerrado con los independentistas catalanes y los nacionalistas vascos. La cesión de esos senadores no es inocente. Forma parte de esa estrategia en la que los separatistas de ERC y DiL van a edulcorar el mensaje un poco para hacérselo más digerible a la dirección socialista. De hecho ya han comenzado a hacerlo. Por supuesto, sin renunciar a la independencia están ya emitiendo mensajes suavizados. Ya ha dicho el nuevo presidente de la Generalitat que eso de darse 18 meses para proclamar la secesión no es del todo así, que hay que ensanchar la base social del independentismo y que, bueno, no hay que correr tanto.

En el fondo es lo mismo que sea en 18 meses o en 5 años; los de Junts pel Sí no renuncian al objetivo de irse de España por las bravas; sin embargo, Sánchez va a intentar utilizar ese discurso suavizado para hacer comulgar a sus barones con ruedas de molino. El secretario general del PSOE se va a presentar ante ellos y les va a decir: “Tengo el apoyo cerrado -o muy avanzado- de los independentistas y puedo intentar lograr el de Podemos con alguna concesión; es decir, puedo llegar a La Moncloa; ¿lo tomamos o lo dejamos y vamos a unas elecciones que pueden suponer nuestro entierro político?”. La tentación va a ser enorme. La respuesta que puede recibir de algunos es que el pacto con los independentistas es firmar también el certificado de defunción. Sin embargo ahí Pedro lo tiene fácil: al menos le da una carta que jugar al PSOE. “Ya veremos qué pasa si los socialistas gobernamos España” les dirá.

Insisto, el pan para hoy puede ser demasiado tentador aunque se expongan a pasar mucho hambre mañana. De momento llenan el estómago y, de paso, impiden gobernar al PP. Eso, claro está, sólo puede llegar a ocurrir si el PSOE en su conjunto antepone los intereses partidistas al bienestar general de su país, es decir, si la familia socialista ha perdido el juicio de manera colectiva.

Y los síntomas no son buenos. De hecho ni un sólo barón ha defendido aunque sea de manera tímida la “gran coalición” o la abstención para dejar gobernar al PP. Todos tienen claro que sus votantes no entenderían nunca el pacto con los populares. Y es que este PSOE es hijo del de ZP, aquel que gobernó en Cataluña con los independentistas en el nefasto tripartito; aquel que impuso el cordón sanitario en torno al PP; aquel que demonizó todo lo que oliera a popular. Sánchez ha seguido en esa línea de radicalización resumida en su famoso “pactaremos con todos menos con Bildu y con el PP”.

Ahora no es de extrañar que los socialistas vean con buenos ojos dialogar con los independentistas, cederle senadores y “normalizar la relación” con ellos pero se cierra en banda a hablar con el PP. Es inaceptable esa actitud de desprecio no ya al Partido Popular sino a los más de siete millones de votantes que le han respaldado en las recientes elecciones. En el fondo el PSOE, radicalizado como está, quiere volver a las dos Españas. Los buenos son ellos y los demás partidos de izquierda; los malos son los del PP y con esos ni nos sentamos a hablar. Así nos luce el pelo.