¿Qué harías con el cadáver de Franco?

"Españoles, Franco ha muerto"

Es una frase con más de cuarenta años, pero para algunos sigue vigente: el comodín franquista es un buen recurso para estimular el choque político barato y solventar discusiones que deberían versar sobre los grandes temas que afectan a los ciudadanos con diatribas emocionales tan vistosas como inanes.

La conciliación es el gran valor del salto de la Dictadura a la democracia y, en el viaje de lograrla del todo, no se puede incluir la venganza, pues ello aleja a todas las víctimas del resarcimiento y estimula viejas inquinas fraternales que no necesita España. Por eso tiene cierta gracia que el español tuitero medio se lo tome con algo de gracia y sin tantas solemnidad. Véase el ejemplo:

#QuéHaríasConElCadáverDeFranco Llevarlo de tertulia a La Sexta, ya que están todo el día hablando de él, pues que al menos que esté presente 'en persona'

— Enrique Martínez (@QuiqueVal) 19 de junio de 2018

Y hay quien enlaza este debate, que tiene un trasfondo necesario sobre el cierre definitivo de heridas pero otro lamentable sobre la manipulación política del dolor, con uno mucho más candente con Cataluña de protagonista para chutar a puerta un gran gol:

Llevarlo a la Generalidad con un cartel que diga: "Joputas, vosotros sois más franquistas que yo"https://t.co/jTWpgWVRWK
#QuéHaríasConElCadáverDeFranco

— Jara (@jaralezo) 19 de junio de 2018

Por último, en este monográfico de revival franquista, no podía faltar quien recuerda a alguna gloria política vigente, que ahora presume de progre e imparte lecciones de todo, sea de la economía mundial o de la reproducción de pingüinos en cautividad, dónde estaba él cuando enfrentarse a Franco sí tenía mérito. ¿Verdad querido Miguel Ángel Revilla?:

#QuéHaríasConElCadáverDeFranco
Invitarlo a dar una conferencia con su antiguo dirigente Miguel Angel Revilla para que le agradezca haberlo metido en política. pic.twitter.com/KjdMXziZHQ

— Jesús Arroyo (@GenteQueLucha) 19 de junio de 2018

Mientras, aquí pensamos que todas las víctimas tienen derechos y se merecen honra, recuerdo y restitución: las de Franco, las de Paracuellos, las del 11M y las de ETA. Honrarlas a todas, sin excepción, o quedarse con unas u otras, a voluntad, suele ser la mejor manera de reconocer a un cínico o a un sectario.