| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Amarrado a Frankenstein: Sánchez quema puentes con el PP y excava trincheras

Cuando más esfuerzos debiera hacer Sánchez por entenderse y pactar con Casado, más esfuerzos dedica su Gobierno a intentar, en vano, laminar al PP.

| Antonio Martín Beaumont Opinión

 

 

La grave situación por la que atraviesa España sigue subordinada a intereses muy personales de Pedro Sánchez. Sus prioridades pudieron comprobarse otra vez este miércoles. En el Congreso, el presidente del Gobierno se había marcado dos objetivos ante la cuarta prórroga del estado de alarma. Por un lado, ganar la votación.

Y, a pesar de la merma en los apoyos, lo logró gracias a la negociación in extremis con Cs, PNV y Coalición Canaria. Por el otro, arrinconar a Pablo Casado en un extremo del tablero político. No le busquen más pies al gato. Tal es la visión política de Sánchez ante un panorama sanitario, económico y social devastador. No entra en sus cálculos desengrasar aquellos mecanismos que puedan facilitar el consenso con el principal partido de la oposición.

Dinamitar puentes con el PP es una de sus mayores irresponsabilidades, pero también una firme decisión. Ya nadie debería engañarse. Incluso saca pecho asegurando tener por delante “toda la legislatura”, depositando así su estabilidad en ERC, un socio de investidura cuyo único propósito es “atornillar” al Gobierno -Gabriel Rufián dixit- a una permanente negociación para lograr lo legalmente imposible: autodeterminación, amnistía, etc.

 

El último “no” de los independentistas, que Carmen Calvo y Adriana Lastra intentaron evitar hasta el último minuto con una larga sucesión de contactos discretos, forzó a Sánchez a buscar de manera circunstancial a Inés Arrimadas. Bien sabía el secretario general socialista que la presidenta de Cs no podía negarse al “regalo” –envenenado- de una visibilidad que necesita. Es, con todo, un acuerdo circunscrito al estado de alarma.

Sánchez tiene bien claro que va a mantener su coalición con Pablo Iglesias cueste lo que cueste. El vicepresidente morado es el guionista de las alianzas de la investidura y quien actúa como totum revolutum de pequeñas fuerzas separatistas y de izquierdas. “Nuestra supervivencia se juega en ese tablero. Romper el molde impediría realizar nuestras políticas progresistas”, confiesa un ministro del PSOE. Así están las cosas.

 

 

La denominada “agenda para el reencuentro” podría retomarse en junio. La Moncloa baraja dar un cauce a las exigencias de los republicanos catalanes. Entre los muros del complejo presidencial se apresuran a enterrar esas afirmaciones tan categóricas de semanas atrás, de que “la Taula es una tontería ante lo que está por venir”.

Criminalizar al PP

La debilidad de Sánchez es tan acuciante que, en medio de la mayor crisis económica y social desde la Guerra Civil, no dudará en abrazarse al preso Oriol Junqueras para apuntalar la vía Frankenstein. Tal vez por eso, él mismo se lanzó desde la tribuna de oradores de la Carrera de San Jerónimo a la tarea de criminalizar a Casado.

Quemó sus naves para que nadie pueda llamarse a engaño. Fue un mensaje nítido. Le negó al líder popular hasta el pan y la sal. Si algo se desprende de la actuación socialista de la mano de Sánchez, es que ha convertido en obsesivo el deseo de laminar al PP.