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Pitar al himno, entre el castigo severo y la absoluta indiferencia

Los desprecios a los símbolos nacionales son impensables en Estados Unidos, se sancionan con extrema dureza en Francia y se pasan por alto en Inglaterra.

| M. Villa Opinión

Tal y como se temía, la final de la Copa del Rey ente el FC Barcelona y el Deportivo Alavés volvió a ser escenario de una sonora pitada al himno nacional y a la figura del Rey. Y tras el inmediato revuelo y las reacciones de indignación, el episodio comienza a olvidarse, pues tampoco existe voluntad institucional de que esta clase de menosprecios a gran escala reciban algún tipo de castigo o tengan consecuencias como la suspensión del evento, a partir de la correspondiente iniciativa legal y su traslado a las normas deportivas.

Así ha sucedido en algunos países democráticos de nuestro entorno, donde no todo se confía a la sacrosanta libertad de expresión y no se consiente la más mínima vejación. En otros lugares, en cambio, se dejan pasar por alto los abucheos y descalificaciones. Y en otros más, no es imaginable un ataque y una falta de respeto de esta envergadura. He aquí un breve repaso.

Multas y cárcel a quien mancille La Marsellesa

El ejemplo al que se agarran todos los que consideran que pitar al himno o al Rey es más que insulto, es Francia. Hace casi quince años, la legislación francesa incluyó castigos de 7.500 euros de multa y hasta seis meses de cárcel para aquellos que pintarán o despreciaran la bandera o el himno nacional. Fue a raíz de varios incidentes de este tipo a finales de los 90 y sobre todo principios de nuestro siglo. En concreto, tras producirse pitadas de la Marsellesa por parte de la afición tunecina, exprotectorado francés, durante un amistoso en París contra la selección francesa, y de la hinchada argelina, también excolonia gala, en otro partido internacional.

 

Los abucheos y pitos a 'La Marsellesa' en los estadios de Francia se acabaron en cuanto los legisladores amenazaron con multas y penas de cárcel para todo el que los realizara

Otro episodio de este tipo especialmente escandaloso se produjo en 2002, en la final de la Copa de Francia entre el Lorient y el Bastia, dos equipos pertenecientes a regiones de fuerte arraigo nacionalista como Bretaña y Córcega respectivamente, y en el que los aficionados silbaron al presidente Jacques Chirac mientras sonaba el himno. Éste abandonó el estadio. Los legisladores también incluyeron en el mismo marco jurídico sanciones de hasta 45.000 euros para todo el que injurie al jefe del Estado. Con estas medidas, los incidentes de esta clase han desaparecido.

Escoceses y galeses, contra la reina

Aunque tiene más de 300 años, el God save the Queen no pasa de ser el himno nacional oficioso de Inglaterra y por extensión del Reino Unido. Se trata de una tradición sin reconocimiento legal que no ha podido ser desplazada, por más intentos que se han producido. Y es igualmente una tradición que en Gales o en Escocia sea abucheado cuando se canta en cualquier choque contra equipos ingleses, pues se da la circunstancia de que galeses y escoceses cuentan con sus propios himnos. Sea como fuere, estas pitadas, que también se registraron en algunos campos de fútbol ingleses en los años 80 a cargo de hooligans, nunca han dado lugar a sanciones contra aficionados o contra las selecciones. Simplemente, se ignoran.

En Alemania cualquier difamación contra los símbolos del Estado están sancionados con multas y cárcel

Hasta tres años de cárcel en Alemania

A diferencia de Francia, en Alemania la legislación para perseguir y castigar las vejaciones a los símbolos nacionales viene de más antiguo. De manera que es imposible encontrar una pitada y un abucheo contra el himno en un estadio alemán, pues las normas establecen que "la difamación del Estado y sus símbolos como lo son sus colores, su escudo, su bandera y también su himno" serán sancionados con multas y hasta tres años de cárcel. El proverbial saber estar y el escrupuloso respeto que profesan los alemanes hace el resto.

Pocos pitos al himno azzurro

En Italia, es más normal ver a autoridades, deportistas y aficionados cantar a grito pelado el Fratelli d'Itala. Pero también se han producido algunos abucheos. Los más recientes han sido en las finales de la Copa de Italia en 2012 y en 2014 a cargo de aficionados del Nápoles, aunque estos pitidos se han achacado más al descontento con la clase política que a rechazo hacia los símbolos nacionales, por otra parte bastante recientes, pues la unificación italiana tiene apenas siglo y medio de historia.

También algunos políticos han mostrado algún rechazo al himno nacional, caso de la Liga Norte, o el Movimiento 5 Estrellas, cuyo líder, Beppe Grillo, tras la final de la Copa de Italia manifestó que si él fuera napolitano habría silbado igualmente. En todo caso, no se ha tomado ninguna medida contra estas acciones.

En Estados Unidos lo habitual es que deportistas, aficionados y autoridades canten el 'Barras y estrellas' con orgullo y sentimiento. Un abucheo es impensable

En EEUU, con la mano en el corazón

En EE UU es tan impensable que el público pueda pitar el himno que no está contempladas en la legislación las posibles sanciones por ese acto. Más bien al contrario, lo propio entre la población norteamericana es cantar con orgullo y sentimiento sus Barras y estrellas, por lo que cualquier abucheo sería silenciado y severamente reprobado por la mayoría cantante.

De hecho en EE UU existe es un código de conducta para cuando suene su himno, que establece lo siguiente: "Deben mirar la bandera y estar de pie atentamente con la mano derecha sobre el corazón y, si aplicable, los hombres deben quitarse la prenda que lleven en la cabeza con su mano derecha y sostenerla sobre su hombro izquierdo, con la mano sobre el corazón". Y no observar estas sencillas reglas de respeto es, precisamente, lo que más protestas y quejas generan en los últimos tiempos, pues parece ser que los más jóvenes no las cumplen con la atención y el rigor debidos.