| 04 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Un coche de la Guardia Civil, destrozado en Barcelona a finales de septiembre
Un coche de la Guardia Civil, destrozado en Barcelona a finales de septiembre

La represión es de los golpistas

La única represión existente en Cataluña es la del nacionalpopulismo que allí intenta imponerse. Pedirle más explicaciones al Estado de Derecho que a los golpistas es inadmisible.

| ESD Opinión

 

 

Resulta sorprendente e indignante a partes iguales que, tras presenciar un Golpe de Estado dispuesto a conculcar la Constitución en Cataluña, sus inductores hayn conseguido situar en el primer plano del debate público la respuesta policial, por oden judicial, a la asonada.

No es justo ni serio, pero sí indiciario de un problema de mentalidad y madurez democrática en una parte de la sociedad española. ¿Cómo es posible que se pidan más explicaciones a quienes hacían su trabajo, especialmente cuando su trabajo era restituir la democracia, que a quienes se saltaron todas las normas legales para violentar la ley y la convivencia?

Cierto es que luchar contra la propaganda, que esparce ideas simples y emocionales, no es fácil: la imagen de un ciudadano herido "cuando solo quería votar" por un agente uniformado, por falsa y manipulada que esté en muchos casos, es difícil de responder explicando, sin más, que el Estado de Derecho tiene la obligación de imponerse y que las consecuencias para quienes no lo acepten pueden ser desagradables.

Pero que sea complicado no significa que no haya que hacerlo, y en ese sentido el Gobierno debe hacer un esfuerzo mayor y mejor: no eran grises, de infausto recuerdo por su papel durante el franquismo; sino Cuerpos de Seguridad muy profesionales cuya trayectoria democrática es impecable y merecedora del mayor reconocimiento.

Su kale borroka

Especialmente cuando los denunciantes son, básicamente, los mismos manipuladores que destrozaron coches de la Benemérita hace unos días en Barcelona; que precintaron 'simbólicamente' la Fiscalía en las mismas fechas, que apedrearon autobuses de turistas o que coaccionaron en sus propias sedes a partidos como el PP o Ciudadanos.

 

Tildar a España de opresora y a su Policía o Guardia Civil de represora es el último dislate de la mezcla de nacionalistas radicales y populistas

 

Tildar a España de opresora y a su Policía o Guardia Civil de represora es el último dislate de la mezcla de nacionalistas radicales y populistas extremos que se arrogan la representación de todo un pueblo para, con cualquier método, imponer su voluntad a costa de los derechos del conjunto de la sociedad española y catalana.

Que la prensa internacional, como buena parte de la nacional, haya comprado esa burda falsedad no ayuda a la imagen exterior de España, pero no cambia la naturaleza de los hechos ni la gravedad de las decisiones impulsadas desde la Generalitat y su formidable aparato de propaganda.

La represión del soberanismo

Ni en Cataluña se votó, pues el referéndum ilegal no fue más que una excusa para promulgar la independencia unilateral despreciando a España y a la indefensa población catalana que no es soberanista; ni tampoco hubo otra represión que la de la Generalitat y la muchedumbre movilizada al calor de sus soflamas.

Cada agente herido, y según Interior hubo más de 400, o expulsado de los hoteles donde se alojaban; es un escándalo inadmisible que evidencia hasta dónde están dispuestos algunos a llevar la revuelta golpista. Cada ciudadano maltrecho es, sin embargo, una prueba más de la violencia conceptual y de la manipulación sentimental del soberanismo, achcable en exclusiva a éste.

Por mucha tristeza que provoque una fotografía de un ciudadano herido y por mucho que haya que insistir en la necesidad de moderar la respuesta sin perder eficacia, conviene recalcar que en Cataluña los únicos represores son Puigdemont, su Gobierno y la entente de partidos y movimientos que están agrediendo al Estado de Derecho y después presentan la razonable respuesta como una afrenta intolerable.