| 27 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Miñanco, grabado por RTVE al salir en 2011 para un permiso carcelario
Miñanco, grabado por RTVE al salir en 2011 para un permiso carcelario

Cuando 'Narcos' transcurría en España

Fue de algún modo el 'Pablo Escobar' español. Detenido de nuevo en otra operación, la historia del narcotráfico gallego y su devastación en la ría de Arousa está ligada a su nombre.

| Marco Ballesteros Opinión

A principios del siglo XX, un documental de TVE conmocionó a toda Galicia y tuvo eco en el resto de España. Se llamaba 'Marea blanca' y terminaba con una fotografía en llamas del equipo de fútbol de Vilanova de Arousa, un coqueto rincón de la ría que produce la mayor cantidad de marisco del mundo. El fuego atendía a los muertos, por la droga, de esa alineación: apenas quedaba uno.

Ése era el contexto y las repercusiones en que operaron, según las sentencias  posteriores, Laureano Oubiña y Sito Miñanco, los Narcos más célebres de la historia de España, capaces de codearse en fama con el mismísimo Pablo Escobar, tótem de un gremio unido al dinero, el poder y la muerte sin la épica y el extraño romanticismo que refleja luego la popular serie de Netflix.

Miñanco acaba de salir de prisión, tras quince años ahí recluido, cuando ha sido detenido de nuevo en una operación de la Policía Nacional contra el tráfico de droga y el blanqueo de dinero desarrollada en media España. La 'recaída' sugiere algo que siempre se intuyó durante el largo cautiverio: se puede perder la libertad, pero no el control de la organización.

¿Pero quién es José Ramón Prado Burgullo, más conocido como Sito Miñanco?  Nacido hace 62 años en Cambados, la capital mundial del albariño y uno de los pueblos más bonitos de España, su estreno en el tráfico fue a muy temprana edad: a él se le relaciona con la entrada en España de ingentes cantidades de tabaco rubio de contrabando, un negocio añejo que, sin embargo, sigue vigente en la ría.

 

 

Precisamente ese 'comercio' le llevó a la cárcel por primera vez, pero también le permitió allí contactar con quien, probablemente, le enseñaría a dar el siguiente paso: nada de Winston sin etiqueta de Hacienda; el negocio estaba en la cocaína. Y Jorge Luis Ochoa, capo del Cártel de Medellín, le instruyó en la materia.

Casas abandonadas, vidas rotas

En todo el litoral de Arousa hay enormes casas pegadas al mar construidas a medidas. Como esqueletos de ballena varadas y a merced del Nordés, ese viento extraño que atiza las almas del gallego y embravece la ría. Dice la leyenda que son hogares rotos por el narcotráfico, obras a medias por los problemas del comprador y la falta de dinero. Sea cierto o no, varias de esas estructuras divisan un horizonte que Miñanco conoció como nadie.

Las descargas de mercancía en alta mar, las planeadoras (una barcas potentes difíciles de perseguir y de alcanzar) a toda pastilla para llegar a tierra y hacer desaparecer los bultos y hasta un batiscafo hundido en el fondo de la ría forman parte de la historia de la droga en esa parte de España de la que Miñanco fue patrón, hasta el punto de comprarse el equipo de fútbol de su pueblo, en otra costumbre importada de Colombia, donde hubo un tiempo en que buena parte de sus equipos de Primera División eran propiedad de los más ilustres capos de la zona.

Tras casi dos décadas a la sombra por distintas condenas, siempre relativas a espectaculares alijos de toneladas de cocaína interceptados en precisas operaciones policiales, Miñanco salió con la prohibición de volver nunca a Galicia. "Me voy a ir de España", dijo por entonces desde Algeciras, su última morada conocida tras marcharse de una mansión en la localidad madrileña de Villaviciosa -sí- de Odón.

La nueva redada parece haber terminado definitivamente con la leyenda, aunque con Sito nunca se sabe:  en julio de 2004, la Audiencia Nacional le condenó a 16 años y 10 meses de cárcel y una multa de 390 millones de euros, como presunto líder de una organización internacional de  narcotraficantes, y hasta hace unas horas tomaba el fresco del Estrecho mientras preparaba su penúltimo golpe. De momento, al menos de momento, culminado con otro fracaso. ¿Fin de la historia?