| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Por qué cada vez más gente se casa con Casado

En cuestión de días varios acontecimientos parecen estar moviendo el fiel de la balanza hacia el candidato por el que menos dirigentes de la Comunidad Valenciana apostaban.

| Vicente Climent Edición Valencia

En cuestión de días varios acontecimientos parecen estar moviendo el fiel de la balanza hacia el candidato por el que menos dirigentes de la Comunidad Valenciana apostaban. Hay mucho rumor de fondo y acusada sensación de vértigo.

Las primarias del PP las ganó Soraya Sáenz de Santamaría. En la Comunidad Valenciana, con más holgura que en el conjunto de España. Pero a nivel nacional sin la diferencia suficiente (sólo 1.500 votos más) como para que ahora los compromisarios no la den la vuelta al resultado sin que parezca que se ha desautorizado a la militancia al corriente de pago.

Por eso en este tiempo que media entre la votación preselectiva de las bases y el Congreso del viernes y sábado la actividad propagandista de la ex-vicepresidenta por un lado y de Pablo Casado y todos los demás pre-candidatos por otro no ha parado en las filas de los compromisarios y de quienes pueden influir en ellos. Ni parará.

Para los próximos días se esperan novedades. Hay quienes piensan que habrá pronunciamiento de Alberto Núñez Feijóo y que el viernes, en su discurso, un Mariano Rajoy a estas horas preocupado por la división que se atisba en el PP -que puede llegar a ser grave, y de la que alertó probablemente antes que nadie Esteban González Pons- también dirá algo. Y quizá no sea lo mismo que en el caso del presidente gallego.

Ganar la presidencia del partido para que luego te partan la cara como a Cifuentes no parece muy lógico

Se vota el sábado. Por decir, hay quienes pronostican a esta hora novedades sobre el máster de Casado, que otros creen que la izquierda se guardará para cuando haya campaña electoral de verdad, y que los más próximos al candidato apuestan a que no tendrán lugar por falta de base. De lo contrario -argumentan- Casado no hubiera llegado tan lejos. Ganar la presidencia del partido para que luego te partan la cara como a Cifuentes no parece muy lógico ni siquiera para los políticos más masoquistas.

Los sorayistas llevan semanas proclamando que los medios de comunicación prefieren a Casado y le están haciendo la campaña frente a las preferencias iniciales de las bases, lo que mueve a la reflexión porque en el anterior Gobierno los grandes asuntos estratégicos de ese negociado los manejaba Sáenz de Santamaría. De todas formas, el que tuvo retuvo, y alguna portada reciente (sugiriendo una llamada de Rajoy en favor de una candidatura unitaria) apunta más a favor de la candidata que del candidato. 

La ex-vicepresidenta incomprensiblemente está basando su campaña casi en exclusiva en el hecho de que es mujer, mientras que sus críticos cargan contra ella abundantemente por su gestión de la crisis catalana (la famosa “Operación Diálogo” de tan magro resultado). El otro gran “haber” de Sáenz de Santamaría tampoco parece una garantía a día de hoy: haber estado en el Gobierno de Rajoy, con toda la carga de tibieza política y de asociación a la imagen de pasado y de corrupción que, justa o injustamente, acompaña al anterior Ejecutivo en estos tiempos en los que el PSOE, en términos balocentísticos, ha ganado la posición en el tablero político y no piensa abandonarla hasta que esté en condiciones de ganar las Generales.

Sáenz de Santamaría se ha mostrado dispuesta desde el principio a pactar con Casado pero no ha integrado a ningún otro precandidato, y Casado los ha integrado a todos pero se niega a pactar con su última rival

Casado, sin más mochila que se sepa que la del máster, ofrece rearme ideológico frente a una izquierda cada vez más militante que llama a eso “derechización”. Una buena noticia para Albert Rivera, al que le despejan el terreno los unos y los otros. La tesis de José Luis Ábalos -que tan buen resultado le está dando hasta ahora al renacido Pedro Sánchez- es la de que el PSOE gana elecciones cuando se escora a la izquierda y abandona el centro. En eso está. Y por eso entiende Casado que el PP no puede andar con complejos a la hora de defender sus valores tradicionales con la excusa de no ofender a nadie porque al final los ofendidos parecen ser nada menos que los militantes populares, que fueron capaces de conquistar mayorías con José María Aznar (en su segundo mandato, in crescendo) y con Rajoy (en su primer mandato, justo al revés que su predecesor al frente del partido) indistintamente.

José Luis Rodríguez Zapatero ha mostrado su preferencia por Sáenz de Santamaría (a quien, si gana, Pedro Sánchez siempre podrá asociar con el pasado) arguyendo su capacidad de diálogo, lo que otros creen poca firmeza ideológica. Lo que viniendo de un socialista -aunque se trate del impredecible ex-presidente- es todo un misil dirigido a la línea de flotación de la ex-vicepresidenta. Si de Felipe González se tratara aún se podría pensar que promueve a Sáenz de Santamaría para que los del PP crean que a quien de verdad teme es a ella, y que con su pronunciamiento intenta confundir haciendo creer que es al revés. Pero tratándose de Rodríguez Zapatero tal nivel de sutileza no parece creíble. Aznar es otra cosa. Envía mensajes contundentes, como el de que con los mismos saldrán las mismas cosas, pero no le pone nombre a la criatura.

De producirse la victoria de Casado, quienes no han sido mimados o apenas tenidos en cuenta por la actual dirección del PPCV, tendrían una buena oportunidad

Hay un detalle no menor que resulta muy llamativo en esta campaña interna del PP: Sáenz de Santamaría se ha mostrado dispuesta desde el principio a pactar con Casado pero no ha integrado a ningún otro precandidato, y Casado los ha integrado a todos pero se niega a pactar con su última rival. El mensaje que con ello se envía a los compromisarios es también nocivo para la candidata femenina, incapaz de acordar pero ansiosa por hacerlo. Quizá por eso cada vez parece soplar más de cola para él y más de cara para ella el viento de este proceso, si atendemos a los runrún de observadores y dirigentes del PPCV, aunque la mayoría de estos últimos se posicionara desde primera hora con la mano derecha de Rajoy. El pronunciamiento de María Dolores de Cospedal parece haber removido alguna voluntad, veremos cuántas.

De producirse la victoria de Casado, quienes no han apoyado en ningún momento a Sáenz de Santamaría, o, en el caso valenciano, quienes no han sido mimados o apenas tenidos en cuenta por la actual dirección del PPCV, tendrían una buena oportunidad de promoción ante la inminencia de las designaciones de candidatos para las municipales de 2019. Especialmente en el caso de Valencia, Cap, Casal, y motor electoral, para la que en la actual coyuntura sólo parecen valer primeros espadas.

Para las Autonómicas Isabel Bonig, oficialmente neutral en este proceso, no debería tener problemas para su designación. No en vano el primero que dio por hecha su candidatura fue precisamente Casado en calidad de vicesecretario nacional del partido. Orgánicamente Bonig tiene, como ya contamos en ESdiarioCV, una magnífica ocasión para hacer valer el sábado el peso de su organización -y de la Comunidad Valenciana en general- en el conjunto del PP nacional.