| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El hotel de la Marina

El director del equipo redactor del Plan Especial de la Marina Juan Carlos I valora el reciente acuerdo del consejo rector del Consorcio Valencia 2007 para el Plan de Usos de La Marina.

| José María Lozano Edición Valencia

El Plan Especial de la Marina Real Juan Carlos I es un documento urbanístico, con ese nombre específico, y no otra cosa –dicho en términos coloquiales- que la norma por la que, desde su aprobación definitiva hace algo más de tres años, se regula el uso de los espacios de la antigua dársena del Puerto, los de ambos lados del canal creado con motivo de la Copa de América y la llamada Marina sur, colindante con la zona de usos propiamente portuarios.

Es decir, qué espacios se deberán ajardinar, cuáles se destinan a avenidas, calles o aparcamientos, carril bici incluido. Y define dónde, cómo y para qué se puede edificar, la altura máxima y también la máxima ocupación de suelo o la distancia a observar entre edificios.

La jerga propia de la disciplina urbanística en cuanto a usos y, por supuesto, el estricto cumplimiento de toda la legalidad en materia de planeamiento, incluida la correspondiente a la Ley de Puertos, obviamente caracterizan su contenido. Su compleja tramitación hasta su aprobación definitiva, incluyó además del análisis y resolución de alegaciones, exposición pública, encuestas y hasta tres actos de participación ciudadana con debate de público y expertos. Tampoco se obviaron los preceptivos estudios de paisaje e impacto visual.

No hay viviendas porque la citada legislación no lo permite.

Pese al cuidado que el equipo redactor y todos los técnicos de supervisión a nivel municipal, autonómico y estatal pusieron en el empeño, el espacio junto a la antigua estación marítima, que admite el uso hotelero predominante –obligado a un nuevo estudio paisajístico con la propuesta proyectual- y la posibilidad de una amplia ocupación de la parcela resultante con altura reducida, pero también la de una pieza esbelta de hasta treinta alturas, incluso de una mixta de aspecto más plástico, resultó ser durante todo el proceso, la apuesta más polémica.

Fue la más llamativa en la maqueta que se expuso en el Veles e Vents, la más publicada en la prensa, incluso manipulada como se hizo en alguna alegación, la que suscitó más entusiasmos y más recelos a la vez.

Hay otros espacios, más modestos algunos pero no menos representativos otros, que también permiten el uso hotelero en La Marina, que no han merecido mayor atención popular o técnica.

Resulta curioso que tres años más tarde el “Hotel de la Marina” vuelva a ser motivo de controversia y disgusto. Me reconforta el apoyo prestado por Alcaldía y Urbanismo (y los grupos políticos que representan) mientras respeto la discrepancia de mi colega de profesión y edil María Oliver, pese a algún adjetivo innecesario.

Celebro y comparto que se anuncie un “pliego de condiciones” exigente con la calidad arquitectónica, con la sostenibilidad y el respeto medioambiental. El edificio del Hotel de La Marina –ojalá se haga realidad- debe ser un edificio de primera. Un buen modelo a seguir el del arquitecto indio Balkrishna Doshi nuevo Pritzker, el Nobel de la arquitectura.

La concesión a setenta y cinco años es el resultado de un ejercicio simple de economía. Sumando costes de construcción y canon anual sustitutivo de la compra de suelo (que no es factible legalmente) a los gastos administrativos y financieros, la operación necesita de esos años de amortización. Más por cierto que los de su vida útil, por lo que su viabilidad debe contemplar también una o más renovaciones integrales. Un ejercicio de realismo porque la inversión es cuantiosa.

Parece que el Consorcio, órgano rector de La Marina, participado por Ayuntamiento, Generalitat y Estado, lo que ha aprobado y sacará a licitación es la opción del edificio esbelto de hasta treinta plantas y usos mixtos “terciarios” con el hotelero como predominante, una suerte de edificio híbrido de usos diversos, incluidos culturales y deportivos. Por supuesto es una de las oportunidades contempladas por el Plan Especial y participo plenamente de la misma, como también de los criterios de diseño antes aludidos.

Y no diría otra cosa si se hubiera optado por la otra opción geométrica, la de un edificio más bajo, “hojaldrado” decimos a veces para explicarnos, con idénticas exigencias de calidad arquitectónica.

Permítaseme expresar mi satisfacción profesional, la mía y la de todo el equipo redactor, y mi agradecimiento a los técnicos supervisores que sancionaron su validez. Pero sobre todo la alegría de comprobar que aquella apuesta arriesgada de dotar de flexibilidad formal y edificabilidad tasada a uno de los espacios neurálgicos de La Marina, sin muchos antecedentes disciplinares, viene a ser ahora sancionada por la realidad que es la que cuenta.

Y permítaseme también recordar la claridad del encargo del Ayuntamiento de Rita Barberá y la nula injerencia en nuestro trabajo, así como la confianza de la Autoridad Portuaria.

Creo honestamente que entendimos los objetivos y que a su servicio pusimos nuestra creatividad, nuestra sensibilidad y nuestra inteligencia. “El fin último es convertir este proyecto estratégico y turístico de la ciudad de Valencia en el mejor puerto deportivo urbano del Mediterráneo” rezaba uno de los pasajes escritos de la memoria justificativa del plan. Y empieza a serlo.

José María Lozano Velasco. Doctor arquitecto y Director del equipo redactor del Plan Especial de la Marina Juan Carlos I de Valencia.