| 27 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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 María Bestard gana el Premio a la Mejor Directora en el Festival de Cine de Alicante por su corto “No estás loca”
María Bestard gana el Premio a la Mejor Directora en el Festival de Cine de Alicante por su corto “No estás loca”

Quiero ir a la cárcel

¿Por qué quiero ir a la cárcel? Les explico para que vean que no se me ha ido la olla. Participaba yo hace unos días en una tertulia política. Lo de siempre...

| Manuel Avilés Edición Alicante

Por favor, alguna insidia, una calumnia, una difamación, un sicario de prensa ultraderechista que mienta como un bellaco, una injuria desmadrada. Alguien que le diga al amor de mi vida que la he engañado, que le he puesto los cuernos en algún lupanar de menores al descorche. Una estafa indemostrable, un cura al que apuñalar porque me metió mano en el colegio, que ahora se estila denunciar eso cuarenta años después cuando es imposible demostrar nada. Una “sinpapeles” que denuncie que la he violado en algún descampado ignoto para conseguir de inmediato el arraigo. Otra que diga que me he pasado por el forro la ley fallida del sí es sí.

Los únicos delitos que he cometido en mi vida  - prescritos- están confesados por escrito en #deprisionesputasypistolas. Grabé ilegalmente a etarras, grabé ilegalmente a abogados  que amenazaban a presos etarras y corté el pelo al cero   - me vino a la cabeza la imagen de mi amigo José  Luis García Berlanga y de José Sacristán en “La Vaquilla”- a un Kie cabrón que me tenía hasta los cojones de subirse al tejado en la cárcel de Nanclares de la Oca,  llamar mariconas  y mamonas a todos los habitantes de aquel penal desolado y congelado – incluido yo mismo que era el director, a todos los funcionarios y  a la guardia civil que hacía la vigilancia exterior - y cagarse en todos los muertos de los presentes y los ausentes. Yo le corté el pelo al cero y aún me avergüenzo de ello. Ni la prescripción por el tiempo pasado, más de treinta años, maquillan la vergüenza de ponerme a su altura, tan delincuente como él, aunque incluible en otro tipo delictivo. No he cometido nada más que esos, pero ahora ando vueltas a ver qué puedo hacer para recalar, si no en una cárcel, por lo menos en un CIS, en régimen de tercer grado, en algún sitio de clima templado para aguantar unos años antes de echarme en brazos de la Parca y poder escribir tres o cuatro cosas que tengo  dando vueltas en la cabeza.

Ya se lo dije al Secretario General de Prisiones y al Director General, que me honraron con su presencia en la presentación de mi último libro “El gato tuerto”. Oídme: si entro a la cárcel, con lo que yo he sido – plagio a mi amigo Santos Rejas- no me vayáis a poner tirado en cualquier patio. Me tendréis que llevar, como mínimo al módulo de Roldán o al de Urdangarín, que luego de buscarme los vis a vis, apuntándome a clase de inglés para españoles en el socio cultural, ya me encargo yo como también me encargaré de hacer el ridículo en los mismos, cosa normal a esta edad.  Las cárceles ahora se han flexibilizado. Cuando García Valdés instauró los vis a vis  - los ultras de la época se quejaban preguntándose dónde íbamos a llegar y afirmando que se insultaba a los funcionarios ocupándolos como palanganeros- había uno cada dos meses y ahora, me cuentan que tienen uno cada diez días. Algo impensable en la vida libre.

¿Por qué quiero ir a la cárcel? Les explico para que vean que no se me ha ido la olla. Participaba yo hace unos días en una tertulia política. Lo de siempre. Todos los políticos son unos golfos, todos van a pillar y nadie arregla nada. Los de Podemos andan mareando la perdiz para hacerse publicidad, pero al final pactaran ir con Sumar porque la ganadora es Yolanda. Hay que matar -políticamente - a Montero y a Iglesias por el daño que han hecho al país, como así ha sido, metiéndose a legisladores con el bodrio del sí es sí. A Sánchez que lo vote Txapote y a Feijóo… no os fieis porque ya ha dicho que no va a subir las pensiones. Más de lo mismo hasta estar a punto de declararme insumiso y el 23 de Julio, quedarme en algún chiringuito de la playa – bajo un toldo que soy piel roja y me achicharro solo con la mirada de una rubia de bote- y pasar de las urnas y que ellos se lo guisen y se lo coman.

Vamos a ponernos serios. Uno de los tertulianos trabaja o dirige o gestiona o lo que sea una residencia de abuelos. Esto es el colmo de los colmos. La atención a los abuelos, que es tan importante como la atención sanitaria, como la educación o como la seguridad, se hace negocio y se pone en manos privadas. ¡Pásmaos!¡ Mirad los líos de la Ayuso en Madrid!

Le pregunto cuanto vale una residencia para mi y si puedo hacer frente a ella con mi pensión – bastante superior a la media-. Me contesta de inmediato: no puedes pagarla. Tu pensión no da para pagar una residencia.

A ver si nos aclaramos: trabajo cuarenta años, me juego el pescuezo por este país en destinos bien jodidos, me muerde y me apuñala una negra, Belloch me  manda a Colombia porque los etarras se empeñan en matarme, me  infectan de sarna en una celda cutre y maloliente de Fontcalent, me corta la mano un sidoso con un cuter sacado de salva sea la parte en Nanclares, vivo un porrón de años con escolta por esos  mismos etarras y ahora… la pensión que  cobro no es suficiente para pagar una residencia de abuelos con la que hacen negocio los empresarios avispados. Me cuentan que Aitana Mas, antes de irse, subió el precio casi cuatrocientos euros para que podamos pagarlas todavía menos – si es mentira que me lo diga y rectifico en el acto-.

Me pongo de mala leche y tengo dos soluciones: la primera cometer un delito cojonudo y que me atiendan gratis en la cárcel como ya he dicho.  La segunda buscarme una novia de conveniencia con 25 años, con un contrato blindado para que me cuide ella y meterle a la ministra de hacienda un pizarrín para que, cuando la palme, tenga que estar sesenta años más pagándole la viudedad a mi cuidadora.

Menos mal que, como siempre, contra la mala leche que me genera la mala política tengo el bálsamo de la literatura.

Juan Alberto Belloch, mi antiguo jefe, mi amigo, me acaba de invitar personalmente a la presentación de sus memorias. “Mi adolescencia y mi juventud  - dice Juan Alberto- estuvieron repletas de viajes, de amores, de batallas, de sinsabores, de derrotas y de triunfos, con más abundancia de estos últimos como les ocurrió a tantos de mi generación…Este libro es la historia de un juez que quiso ser político y de un político que quiso actuar como si en todo momento siguiera siendo juez, con el ejemplo de su padre bien presente. No siempre lo logré pero nunca dejé de intentarlo”. Prometen estas memorias que se presentan el día 27 en Zaragoza y en las que estaré en primera fila, aunque me tenga que abrir paso a codazos entre el gentío.

Otra alegría. María Bestard ha ganado el Primer Premio a la Mejor Directora  en el Festival de Cine de Alicante por su corto “No estás loca”. Lo he visto. Ella hace también de protagonista. Es una actriz inmensa. Cuenta de manera impactante una historia de agresión, de maltrato, de una mujer pisoteada por un psicópata  - ojo que me quedé a medias con un articulo anterior sobre Mujeres perversas, que también las hay, pero aquí el hijoputa es el marido-.  Me da en la nariz que hay algo de biografía, o de autobiografía en este corto. Magnifica película con una historia condensada al máximo y magistralmente dirigida e interpretada. María es una actriz espectacular, guapísima, versátil y camaleónica y es también una directora de alto copete. Es la típica mujer de la que uno se enamoraría inmediatamente si no fuera porque está casada con mi amigo José Luis Acosta y las mujeres de los amigos son sagradas.

No le doy más jabón a ninguno de los dos porque puedo parecer pelota y además ya está apalabrada como actriz principal de mi última novela. María va a ser Nerea Duque, la médico cardióloga protagonista de 357 Magnum. Por ti me juego la salvación. Tendrán noticias.