La idea de Pedro Sánchez: esconder la amnistía y 'plan B' a la autodeterminación
El encargo que el Rey Felipe VI le hizo a Pedro Sánchez de sacar adelante su investidura no está exento de dificultades para el líder del PSOE. Tiene por delante mucho que negociar y ceder.
Desprendiéndose del estigma de estratega sin escrúpulos para alcanzar sus intereses políticos y vistiéndose de una -para muchos inverosímil- capa de ferviente estadista, Pedro Sánchez adelantó, entre líneas, su plan maestro, no carente de dificultad y previsibles contratiempos, para alcanzar la investidura. El tan honorable encargo que el Rey Felipe VI le encomendó.
Por lo de pronto no se atrevió a verbalizar, no por no ser incisivamente preguntado por ello, las ocho palabras que conforman el más temible tabú que sobrevuela La Moncloa con dirección Ferraz: amnistía. No hubo manera. Tras una pregunta tras otra de los periodistas sobre la amnistía, Pedro Sánchez parecía desconocer su significado.
En cuanto a la otra exigencia clave de los independentistas, el referéndum de autodeterminación, respondió sin eufemismos: no habrá nada que conlleve autodeterminación. "Tengo la Constitución como marco", aseveró. Eso sí, no habló nada de un referéndum sin autodeterminación.
Así, en estas, para nada, inocentes palabras se esconde el plan que ya está persiguiendo Sánchez y, ahora, con más ahínco lo hará. Y, ciertamente, aunque pierde en las elecciones, el líder del PSOE no está acostumbrado a zozobrar en sus designios.
Amnistía, sí, pero que no suene tan inconstitucional
"No se llamará amnistía", advierte una fuente solvente socialista a este periódico. Es decir, como una continuación de los indultos defendidos a ultranza por Sánchez, y con la misma finalidad práctica que tales perdones penales, el candidato a presidente del Gobierno le concederá a los independentistas catalanes un alivio penal o una concordia -o cualquier otro eufemismo- que suene a constitucional. Y es que "hasta el Tribunal Constitucional se tendrá que pronunciar", recordó durante su rueda de prensa en La Moncloa este martes.
"Los apoyos y las expectativas electorales de los independentistas está cayendo en picado año tras año y con lo que se le parezca a una amnistía, Sánchez todavía bajará más el fervor independentista", añade la misma fuente socialista consultada por este periódico. En otras palabras, el actual presidente del Gobierno en funciones se quiere, como se dice coloquialmente, cargar dos pájaros de un tiro: consigue, por una parte, la investidura y, por la otra, desinflar todavía más el independentismo y su poder de presión. No solo quiere revalidar el Gobierno sino que, además, una fiesta en paz durante cuatro años.
Además, incide el mismo socialista solvente consultado, que con esa amnistía encubierta "conseguirá enfrentar a los independentistas entre sí todavía más". "Busca la división", añade. Porque ese alivio penal tanto sería para Junts como para ERC, esto es, que tanto Junqueras como Puigdemont se puedan llegar a presentar como candidatos a las elecciones autonómicas. Y ahí ya estaría el lío montado.
El referéndum sin autodeterminación
En cuanto a la otra exigencia de los independentistas, Pedro Sánchez la compra pero, tan solo, parcialmente. La autodeterminación es una total línea roja para el socialista y "no sólo porque vaya en contra de la Constitución sino también por convicción", llegó a afirmar el propio Sánchez durante la rueda de prensa de este martes.
Pero una cosa es la autodeterminación y otra el referéndum. "Sánchez buscará, como alternativa, un referéndum pactado con los independentistas pero no de autodeterminación", es decir, "sería algo intermedio entre lo que le exigen los independentistas y lo que prohíbe la Constitución", recalca la misma fuente de Ferraz. Y, aunque esto ya es -por el momento- ciencia ficción, lo que figura en la mente de Sánchez podría ser un referéndum a todos los españoles sobre la cuestión catalana que, aunque mínimamente, acabara contentando a los independentistas que necesariamente le deben otorgar su apoyo.