| 30 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Iglesias, en la segunda jornada de la moción de censura
Iglesias, en la segunda jornada de la moción de censura

Una farsa peligrosa

La moción de Iglesias ha servido para evidenciar su apuesta por los secesionistas, con un PSOE equidistante que deja puertas abiertas a un acuerdo que sería indigno, peligroso y ruinoso.

| ESD Opinión

 

Presentar una moción de censura a sabiendas de que no se va a ganar, sin un programa de Gobierno alternativo y sin un candidato claro hasta el último momento es una farsa lamentable y un fraude político al ciudadano, al que se engaña de manera premeditada sirviéndose de las instituciones y estirando las normativas, hasta casi romperlas, para forzar una campaña de propaganda indigna de un cargo público responsable.

Iglesias es infame al hablar de España, sólo ayuda a quienes no creen en ella en lugar de ser uno más para contenerles

Pero el mitin de Pablo Iglesias -el enésimo- es algo más que una impostura. También es un peligro, por mucho que perdiera con estrépito en su asalto al Congreso y se llevara una merecida tunda política y dialéctica de Mariano Rajoy y otra, también notable, de Albert Rivera.

¿Qué hace el PSOE?

Sólo hay que ver cómo el PSOE de Pedro Sánchez dejó abierta una puerta al entendimiento y qué partidos respaldaron a Podemos -Bildu, ERC y Compromís- para concluir que el desafío institucional, constitucional y democrático que respalda o impulsa la formación morada no va a declinar y, al contrario, arreciará y tratará de imponerse con las peores compañías si las circunstancias le son propicias.

El infame discurso de Iglesias sobre la cuestión nacional, plagado de citas históricas manipuladas, de desprecios a España, de caricias a secesionistas y cantonalistas y de enmiendas vergonzosas a la totalidad del sistema democrático nacido con la Transición constituye un riesgo objetivo de desestabilización en un momento de crisis del Estado de Derecho, inducido desde Cataluña, que merece condena y no respaldo.

 

"El infame discurso de Iglesias sobre la cuestión nacional es un peligro objetivo, aumentado por la sorprendente actitud del nuevo PSOE de avalar acuerdos futuros"

 

Por muchas caricaturas injustas y ágrafas que Iglesias haga de España, presentada como un ente antipático y centralista pese a haber impulsado la Constitución más generosa del mundo con todas sus identidades culturales o lingüísticas (típicas precisamente de las naciones antiguas y no, como se quiere forzar, indiciarias de la coexistencia de distintas naciones); y por mucho que el líder de Podemos maquille la realidad golpista, ilegal y xenófoba de la Generalitat y sus corifeos para presentarles como pobres víctimas del jacobinismo reaccionario; lo que el Estado de Derecho está sufriendo en un pulso indigno frente al que no cabe equidistancias. Y menos aún posicionamientos en el lugar equivocado.

Inhabilitados

Sólo por eso, Podemos está política y éticamente inhabilitado para gobernar nunca un país en el que no cree, al que le niega su esencia misma, al que entregaría en definitiva a grupos y movimientos cuya única razón de ser es la destrucción de la España que conocemos, una de las democracias más sólidas del mundo cuyo esfuerzo, viniendo de una Dictadura de 40 años, es especialmente plausible.

La causa general al PP y la agresividad hacia C´s obedecen a que son percibidos como los únicos obstáculos serios

Los intentos de causa general contra el PP -de eso trataba la sobreactuación contra Rajoy o Cifuentes- y la agresividad hacia Ciudadanos responden a la evidencia de que, para Iglesias, son los dos únicos obstáculos claros que divisa en sus planes de alcanzar la presidencia de España si consigue atrapar al PSOE en el camino.

Y no es nada tranquilizador que el 'nuevo' PSOE de Pedro Sánchez se limitara a abstenerse en la moción de censura (por cierto, el mismo voto que el secretario general condenó y utilizó para satanizar a sus compañeros y ganar sus primarias) y abonara la posibilidad de un acuerdo futuro.

Ni los máximos dirigentes de la República (citados arteramente por Iglesias como supuestos inspiradores de su propio discurso) tuvieron nunca la más mínima duda de que garantizar el orden, la ley y la unidad de España no era una opción, sino una obligación, y ahí quedan los discursos del presidente Manuel Azaña o la decisión del Gobierno, en 1934, de declarar el estado de Guerra en todo el país al conocerse la proclamación del Estat Catalá.

 

"Sólo el PP y Ciudadanos son tajantes contra el Golpe de Estado, que Podemos alimenta y el PSOE no sabe replicar con la energía exigible para el caso"

 

Que en una situación similar un aspirante a presidir España se permita abrazar en el Congreso a Joan Tardá y que otro, desde fuera del hemiciclo, ordene a sus filas mantener un tono tibio ante esa desfachatez, resulta de lo más inquietante y supondría, de concretarse, un acto de traición política de primera magnitud ante el cual no hay que poner paños calientes: es indecente querer gobernar un país para, a renglón seguido, ayudar a desestabilizarlo y a enfrentar entre sí a los ciudadanos.

Defender a España es la primera de las obligaciones de cualquier partido; no hacerlo debería inhabilitarle

Defender a España, aplicar la ley y hacerla cumplir es la primera de las responsabilidades de cualquier partido político nacional; y permitir el deterioro inducido de la imagen del país con caricaturas absurdas e injustas sobre su carácter democrático o su genoma anticuado es un craso error, pues esa distorsión ofensiva es el primer paso para facilitar después una reforma catastrófica, regresiva y frentista.

Sánchez no puede ser equidistante

Que el PSOE no haya sido capaz de denunciar esa estrategia, encabezando la oposición al siniestro discurso de Iglesias, resulta de lo más decepcionante: si Sánchez hizo lo imposible por gobernar en España con cualquiera y casi a cualquier precio cuando no tenía el respaldo de su partido, ¿no es razonable pensar en lo que será capaz de hacer ahora que lo controla con mano de hierro?

Por eso desde hoy, además de agradecer y respaldar la energía del PP y de Ciudadanos en este asunto crucial, hay que exigirle al PSOE una postura mucho más clara de la que demostró en la sobreactuada moción de censura. Porque por mucha retórica barata que Iglesias utilice para intentar adornar la infame combinación de chantaje, horror, deslealtad y agresiones que jalona la historia del nacionalismo catalán reciente y del independentismo vasco durante 40 años; lo cierto es que sigue siendo igual de siniestro y no va a dejar de serlo salvo que se le conceda lo que intenta imponer.

El gran tema nacional

De todas las barbaridades demagógicas que conforman la esencia del 'discurso' de Podemos, un batiburrillo de soflamas ideológicas y recetas económicas de curandero, la peor y más peligrosa es, sin embargo, la que ha quedado más clara en el Congreso: la recuperación del lenguaje típico de la España de los años 30 y la complicidad mostrada con los secesionistas es un aviso de lo que viene que entre todos, en nombre del conjunto de los españoles, tienen obligación inexcusable de frenar.

Y de momento, sólo parecen dispuesto a ello dos de los cuatro partidos supuestamente nacionales. Muy inquietante.