| 30 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Ximo Puig y Carlos Mazón en el Palau de la Generalitat.
Ximo Puig y Carlos Mazón en el Palau de la Generalitat.

Entre el bostezo y la expectativa

La Comunidad Valenciana es “la niña bonita o fea” en la que se fija el resto de las Españas como si fuésemos el platillo de la balanza que inclinará el futuro en el ámbito nacional.

Una anécdota que me gusta contar, la leí o me la relataron en Londres hace ya décadas. La escena transcurre en el Metro de la capital angla: Ocurre que una señora le va dando a su contiguo marido indisimulados golpes en el cogote aderezados, sin el menor recato en público, con improperios malsonantes. La habitual flema británica aquieta la intervención de los otros viajeros en favor del maltratado, aunque no las miradas más desaprobatorias y sorprendidas hacia tan singular pareja. Por fin, y como salido de la serie Los Vengadores (años 70) aparece por encanto un típico lord inglés: bombín, traje de sastre judío, botas impecables de buena piel y paraguas.

– Señora, perdone me inmiscuya, pero están dando ustedes un espectáculo que el resto de los pasajeros, ni hemos pedido, ni mucho menos merecemos. ¿Me permite preguntarle por qué está usted agrediendo a este caballero, de quien deduzco por los insultos que le profiere debe ser su marido?

La “señora” se revuelve sorprendida hacia el inoportuno gentleman, y después de repasarlo con la mirada de arriba abajo como si fuese un personaje del museo de cera Madame Tussauds, le espeta: – Le pego porque me casé con él y desde el primer día se compra y se lee todos los periódicos de la primera a la última página.

A lo que el elegante “tory” replica estupefacto: – Si me admite una reconvención, no hay nada mejor para cultivarnos intelectualmente que desayunar cada mañana con distintos periódicos. Yo lo hago regularmente con no menos de tres.

Como si hubiera cazado en un jaque mate al interruptor de su castigo, la violenta matrona le suelta: – Mire, Señor, no sé quien le ha dado vela en este duelo, pero le voy a decir por qué le pego a este imbécil: primero porque puedo, y segundo no porque se lea todos los periódicos, con el gasto que ello supone para la familia, sino porque se los cree todos ¡se los cree! ¿entiende Usted?

Perdone querido lector/a por haberme extendido demasiado en esta historieta londinense, pero es que se ajusta a la realidad del momento como un guante de cabritilla a la muñeca de una Swann. Y digo tal, porque lo malo no es que leamos todas las encuestas que ahora nos acribillan con titulares interesados según sea su línea editorial, sino que no las creamos todas como dogma de fe demoscópico. Paradójicamente después de haberse equivocado (según de donde vinieran) tantos e indistintos fiascos en anteriores elecciones.

Después de realizar un chequeo insertando el apellido “conservador”, o “progre” (no encontré ningún “independiente”) a la cabecera de varias publicaciones, quiero deducir la relatividad de todos y de cada uno. En consecuencia, y si van sacando ustedes medias aritméticas, geométricas y geográficas, observarán en la Comunidad Valenciana, no ya que la cosa está reñidísima entre el Botànic tripartito, y el PP con su ineludible compañero de viaje Vox, sino que los podemitas pueden caer en nadería insuficiente, y no por culpa de los autóctonos, sino por la metedura continuada de patas y pezuñas que les están aportando desde el extrarradio de la Comunitat, empezando por Madrid, y continuando por Catalunya. O que Vox puede subir escandalosamente demostrando que se parece más a Donald Trump que a José Antonio redivivo.

Y escojo la Comunidad Valenciana por ser la propia, pero esencialmente porque es “la niña bonita o fea” en la que se fija el resto de las Españas como si fuésemos el platillo de la balanza que inclinará, no sólo el presente autonómico y municipal, sino el futuro en el ámbito nacional. Y es que más que de la fuente del pueblo, un plan urbanístico parcial o general, la ampliación y mejora de aulas educativas y centros sanitarios, se está hablando de asuntos, sean ideológicos o programáticos, que nada tienen que ver con las políticas autonómicas y municipales de cada cual.

Interpretan mis amigos politólogos que en Alicante gana el PP, en Valencia la cosa está empatada, pero el desempate será decisivo para toda la Comunidad Valenciana, y Castellón tiende al PSOE-PSPV. Pero al instante también todos añaden la adenda de la participación. Si es alta y por mor acumulado de pifias y porfías del Botànic, ganará el PP coaligado, por mucha vergüenza que le dé Vox como compañero de tálamo político. Si la participación es normal tirando a baja, y ahí juegan un papel decisivo por terminal las décimas de Unidas Podemos, las nominaciones en valenciano-catalán se las dejo a Compromís, que parece tenerlo más diáfano pues el bonachón careto agro de Baldoví no es el de Oltra como Cruella de Vil; mientras que Ximo Puig intenta jugar a don Tancredo, sentado en la centralizada silla como un pasmarote inmóvil mientras el morlaco le pasa rozando, pero sin cornearlo.

Dependiendo del número de habitantes, y de menos a más, se vota al hombre/mujer, al líder o líderesa que se ha trabajado la comarca, o a las siglas nacionales con sus subsiglas. Existe comprobadamente una tendencia a pinzar la misma papeleta por los anagramas más que por los/as figurantes de arriba abajo. Ximo Puig le lleva ventaja temporal (y de cierta fidelidad gestora, quien paga manda) a Carlos Mazón, mientras este alicantino fenicio supone el aire fresco de un amanecer levantino, pero y también la ausencia de socios incómodos que disturben la gobernabilidad de principio a fin (las exigencias de Vox caben en un catecismo para párvulos).

Ahora me preguntarán ustedes ¿quién va a ganar, y por encima de los habituales escapismos e inconcreciones de opinadores políticos?

No me queda mejor salida que contestarles con otra anécdota de la pérfida Albión.

Cuando la reina Victoria llama a- su palco al comentarista del Times como periodista más entendido y mejor pronosticador de las carreras de Royal Ascot para preguntarle por quién debe apostar a ganador, el comentarista le contesta con todo respeto: “Majestad, si supiera quién va a ganar hace tiempo que hubiera dejado el periódico porque sería millonario”.

Personalmente no les voy a dar ligeras ventajas de cabeza o cuerpo como en los hipódromos, pero si les advierto que podemos mejorar sustancialmente o quedarnos tan “fotuts” como estábamos. ¿Ganar sin mandar o mandar sin ganar?

La decisión es suya.