| 30 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Ximo Puig, president de la Generalitat
Ximo Puig, president de la Generalitat

Fiestas populares en tiempos de Covid

Nuestros dirigentes deben de tener en cuenta a todo el sector cultural y festivo y no únicamente a aquella parte con la que les une alguna afinidad

| Sagrario Sánchez Edición Valencia

 En diversas ocasiones he escuchado hablar en diferentes territorios e incluso en medios de comunicación de las “no fiestas”. Evidentemente, la realidad que vivimos tan nueva, tan diferente, nos hace acuñar términos que hasta ahora no teníamos en nuestro vocabulario, ni siquiera en el popular que siempre se permite ser original y novedoso en el sentido de las palabras. Es algo así como aquello de la “nueva normalidad” que se permitió nominar el presidente Pedro Sánchez al término de la desescalada respecto a  la época que comenzaba, con un mensaje a la población de apertura de puertas total.

El problema es que, como ya sucedió en junio, estos términos suelen inducir a confusión a los ciudadanos que por una parte escuchan cifras de contagios y precauciones sanitarias, y por otra se nos invita a disfrutar, a compartir y a vivir las fiestas, a esta sociedad  necesitada de encuentros sociales que es lo nuestro.

Cierto es que nuestra economía requiere de actividad, a todos nos repercute el parón, ya sea directa o indirectamente, por mucho que pensemos en algún momento que no es así. Y también es cierto que hay sectores mucho más dañados, casi todos relacionados con el ocio y la cultura, que tienen problemas de sobrevivir. Es evidente que las programaciones que se realizan tienen que ver con un intento de ayudar a las empresas culturales y festivas, y también a nuestra mente, que necesita de reflexiones, distracción y recreo para formarse y vivir.

Cualquier actividad, cultural, educativa, de ocio, que cumpla las medidas de seguridad y sanitarias establecidas, debe contar con la autorización reglamentaria, nadie debe de hacerlo por su cuenta. Pero mucho más cuando la organización corre a cuenta de las administraciones públicas, normalmente los Ayuntamientos, porque no sólo tienen obligación de ser garantes y rigurosos en sus acciones, sino porque generan una terrible confusión en sus vecinos, que es fácil que reciban un mensaje contrario a la realidad del momento.

Verdaderamente la situación que vivimos es preocupante, el momento complicado, el día a día de las personas mucho más, y si nos fiamos de los mensajes, todavía va a ser peor. Por ello, nuestros dirigentes, y responsables de lo público y en parte de nuestras vidas, deben ser todavía más escrupulosos y rigurosos con sus palabras, y fundamentalmente con sus acciones. Y por supuesto tener en cuenta a todos los sectores del ámbito cultural-festivo. A todos, no solamente a los que les une alguna afinidad de cualquier tipo. A todos: música, teatro, gastronomía, indumentaria, pirotecnia, ganadería, floristería, en fín todos aquellos sectores especialmente afectados por las restricciones.

Y si el término “no fiestas” es desacertado e inoportuno, mucho peor es la publicación y reparto en los domicilios, llamándole “Programa de Fiestas”, a una serie de actividades que se pretenden realizar en los días que las Fiestas de San Lucas se debían haber realizado, como sucede en mi pueblo. Porque todas las fiestas están suspendidas.

Todos tenemos necesidad de volver a disfrutar, reír bailando, abrazándonos, compartiendo cualquier vivencia a través de una mesa. Apreciamos  más que nunca una buena parte de la vida social que teníamos antes de la pandemia, y que ahora añoramos, pero parece que no ha llegado todavía el momento. Lo es de contenernos, de disfrutar de otras opciones que nos ha dado esta situación y desconocíamos o no valorábamos, es de vivir de lo cercano, de lo inmediato, y descubrir otras formas de ocio y comunicación, para luego hacer que permanecezca lo positivo que hemos descubierto y no olvidarnos de nuestra gran vulnerabilidad. Gran enseñanza de esta situación.

Pero no contribuyamos a generar mayor incertidumbre que la de nuestra propia circunstancia con términos como las “no fiestas”, que no es bueno para nuestra situación económica y menos para la personal. No olvidemos que la “Tercera Ola” de la pandemia se está empezando a acuñar en algunos países, como la referida a los trastornos mentales originados por la situación.