| 28 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Rociíto que se intentó suicidar al saber que su hija defendería a su padre en GH

Ni unos ni otros han sabido mantener el tipo desde que "La más grande" les dejó huérfanos de valores, de educación, de saber estar y de respeto. Lo suyo es coger el dinero y correr.

| Milagros Martín-Lunas Chismógrafo

 

 

"David, mi enano, es un ser feliz. Y Rocío no sé si va a sufrir o no. Me gustaría que lo vieran cuando fueran más mayores porque al final ellos son, han sido, víctimas de su padre y no me gustaría que sufrieran". Este es el escudo sobre el que se parapeta Rociíto para justificar las más de 60 horas de grabación, los ocho, nueve o los capítulos que Telecinco y La fábrica de la Tele consideren que da de sí este esta tragedia griega en la que se ha convertido el pre y el estreno de Rocío: contar la verdad para seguir viva.

Escribo al tiempo que asisto estupefacta a los dos primeros capítulos del culebrón y a su posterior tertulia. Tecleo asqueada, jamás he sido tan vehemente en mis opiniones, pero este infortunio, que bebe de los dramas clásicos, aquellos que entrelazan conceptos como las relaciones materno-paterno-filiales, la venganza, la codicia, el despecho y tantos otros estados, me tiene anonadada, cuando no encolerizada.

Se presenta Rociíto como la Medea de Eurípides, una mujer que, tras ayudar a Jasón a conquistar el Vellocino de Oro y concebir dos hijos, fue repudiada por el príncipe. Medea gestó su venganza sin recordar que al final, en toda tragedia que se precie, triunfa la hibris. La divinidad fulmina con sus rayos a los seres que sobresalen y retan al orden establecido. Los griegos concebían un solo camino para no caer en la hibris: descubrir nuestras miserias, conocernos a nosotros mismos, ser conscientes de cómo nos engañamos, detectar nuestras carencias, nuestros defectos y mantener la prudencia en el manejo de la lengua. Si algo queda claro en esta tragedia es que ninguno de sus protagonistas conoce la prudencia ni el manejo del silencio.

Rociíto, metida en la piel de Medea, piensa que triunfará matando (en el sentido emocional y literario de la palabra), desvelando lo que ha guardado durante años. Sí, guardado, porque no es lo mismo ocultar que mantener silencio y por más que os empeñéis ella no lleva 25 años callada, ella ha ocultado lo que quiera que ahora vaya a salir a la luz. En los dos primeros capítulos comienza fuerte la hija de los dioses del cuadrilátero y el virtuosismo vocal.

Arranca la docuserie con el capítulo cero, con el final de la historia, el 5 de agosto de 2019, el día que Rocío Carrasco intentó suicidarse, pero no lo consiguió. Belén Esteban, Euprepio Padula, Ana Pardo García de Vega, Lydia Lozano, Belén Rodríguez, Paloma García Serrano acompañaron a Jorge Javier en el plató. Antes de conocer por qué la hija de la más grande se intentó quitar la vida, unos apuestan a que vamos a asistir a la resurrección de Rocío Carrasco; otros, como Lydia Lozano, esperan nerviosos.

¿Estas preparada?

Listos ya.

Entre lágrimas, Rociíto cuenta que esto es algo que tiene que hacer y que se lo debe a la gente que le quiere, arranca su historia acompañada por un proyector que decora la nave heredada con las imágenes de su vida, las buenas las malas, las regulares. No olvidemos que se trata de un personaje que ha crecido bajo el influjo de su madre, rodeada de cámaras y micrófonos. Siento que haya sufrido tanto, lamento que haya tocado fondo, pero como me duele el sufrimiento del débil, del enfermo.

No consigo empatizar con su suplicio, lo siento. Mientras suenan los acordes de Tout l'Univers, canción con la que el representante suizo Gjon's Tears defenderá a su país en el Festival de Eurovisión 2021, espero ansiosa a ver si la entiendo.

Canta Rocío Jurado un fandango a la hija, a la maternidad. Llora porque la han llamado mala madre. No empatizo, lo siento. "Sé que David es especial, es feliz, me ama y eso me da tranquilidad, pero Rocío si piensa que soy mala madre". Rociíto está convencida de que su ex le ha quitado a sus hijos. Confiesa como se intentó suicidar, que lleva en tratamiento psiquiátrico desde el 2011 por síndrome ansioso depresivo. Sigo sin empatizar. Dice que se intentó suicidar cuando se enteró que su hija iba a defender a su padre en Gran Hermano VIP. Hasta aquí he llegado. No puedo más con toda esta basura.

Desde mi humilde chaise longe me hago preguntas, las mismas que traslado a la protagonista hoy de este dramón serie zeta, culebrón poligonero

No pretendo vestir de furia griega, ni meterme en la piel de Alecto, la guardiana de los delitos morales. Desde mi humilde chaise longe me hago preguntas, las mismas que traslado a la protagonista hoy de este dramón serie zeta, culebrón poligonero, vomitivo y funesto a partes iguales.

Como madre que una mañana sanferminera de hace 14 años dejó atrás la irresponsabilidad que había abrazado durante cuatro décadas para entrar en el universo de la responsabilidad, como madre que descubrió con el alba que el amor verdadero pesa dos kilos ochocientos diez gramos me pregunto: ¿Qué necesidad había? ¿Por qué has preferido regurgitar en público todos los detritus? ¿Por qué has decidido airear todas las penas que no te han dejado vivir en paz durante años o publicar tus depresiones y sus consecuencias? ¿Por qué no has buscado la mirada de tu primogénita? ¿Por qué no las has llamado para gestionar vuestros conflictos en terreno neutral? Solas, ella y tú. ¿Qué necesidad había? Repito.

¿Te has planteado el daño que le vas a hacer a, como tú dices, "lo más importante que hay en la vida de una mujer, los hijos"?



¿Te has planteado el daño que le vas a hacer a, como tú dices, "lo más importante que hay en la vida de una mujer, los hijos"?

¿Eres consciente de que has lanzado a tu hija al circo? ¿Te das cuenta de que a sus 24 años la dejas desnuda ante las fieras del coliseo mediático? ¿No te has parado a pensar que la van a lapidar sin analizar el porqué, que la van a prejuzgar por unos hechos, a priori intolerables, sin meterse en sus zapatos, sin caminar con su piel? Hechos tan desagradables no surgen por esporas, por ciencia infusa. Suelen ser producto de un proceso de años, de una falta de lo que sea, límites, valores, desequilibrios… cuya responsabilidad siempre recae en los adultos. Nos guste o no nos guste. Como padres somos responsables de muchas cosas, por omisión o por exceso. No seré yo quien escupa al cielo que siempre cae en la cara. ¿Te has parado a pensar el dolor que vas a causar? ¿Has pensado en tu hijo?

¿Qué ganas con todo esto? Porque algo crees que vas a ganar. ¿Tanta rabia guardas en tu interior que por venganza no mides el dolor ajeno?

No lo entiendo. No solo no lo entiendo, sino que me estomaga, tanto como tu voz impostada, aprendida de mamá. La entrevista me suena hueca. Sobre todo cuando recuerdas el último día que viste a tus hijos, tan hueco todo que da la impresión de que te miras la palma de la mano para leer la chuleta del examen. ¿Qué necesidad había? Como verás, no entro en nada que tenga que ver con tu versión de la troupe Mohedano-Flores-Cano (Y Albiac que tiene su intríngulis y las mata callando). No me seducen vuestros deshechos públicos adultos de ida y vuelta. La verdad querida, me importan un bledo. Ni unos, ni otros habéis sabido mantener el tipo desde que la mas grande os dejara huérfanos de valores, de educación, de saber estar y de respeto. Cogéis el dinero y corréis. Como Woody Allen.

No pienso estar atenta a tanta mierda pública ni un minuto más. No os voy a regalar ni un segundo más de mi vida. Vuestra basura ha fagocitado toda la parrilla de Telecinco y, personalmente, he alcanzado el nivel de negación por saturación. Gracias a dios el mando es mío, reniego de esta tragedia. No quiero saber su final, sólo espero que vuestros hijos, esos dos jóvenes que para mí son las verdaderas víctimas de esta batalla campal, vivan su catarsis de la manera más sana posible, que sean capaces de alejarse de tanta toxicidad y sigan caminando en paz.