Que el mejor tenista del mundo dispute el primer grand slam de la temporada no debería ser noticia. Más aún sabiendo que ese jugador ha ganado hasta en nueve ocasiones, las tres últimas de manera consecutiva, ese mismo torneo. Hablamos, claro, de Novak Djokovic y del Open de Australia. El número 1 del mundo disputará el más prestigioso campeonato que se juega en las antípodas, pese a que, en ningún momento, ha confirmado si se ha vacunado del coronavirus, condición indispensable para formalizar su inscripción en el torneo. 

"¡Feliz Año Nuevo a todos! Os deseo a todos salud, amor y felicidad en cada momento presente y que sintáis amor y respeto por todos los seres de este maravilloso planeta", escribió Nole en sus redes sociales antes de tomar un vuelo con destino a Australia. "He pasado un tiempo fantástico con mis seres queridos para descansar y hoy me dirijo al Down Under con un permiso de exención médica. ¡Vamos 2022!". 

La organización del Open de Australia, que se disputará entre el 17 y el 30 de este mismo mes de enero, ha confirmado prácticamente al momento la inscripción del tenista serbio en el torneo. Aseguran haber realizado  "un riguroso proceso de revisión por parte de dos equipos independientes de expertos médicos, que han dado el visto bueno a que el tenista reciba una exención médica".

Extraña esta laxitud mostrada en uno de los países más restrictivos en materia sanitaria y uno de los que saldrán con menor incidencia de la pandemia de coronavirus. “Al virus no le importa cuál sea tu clasificación o cuantos grandes hayas ganado. Es completamente irrelevante. Tienes que vacunarte para mantenerte tanto a ti como a la comunidad libre de riesgos”, llegó a declarar Daniel Andrews, presidente del estado de Victoria. "Las exenciones médicas no son una escapatoria para los tenistas privilegiados", dijo James Merlino, viceprimer ministro de Australia. 

Pero, parece que con Novak Djokovic sí que se han podido hacer excepciones. Y, lógicamente, la decisión ya ha deparado las primeras opiniones en contra. Por ejemplo, el tenista británico Jamie Murray, hermano de Andy, que ha asegurado que "si soy yo el que no está vacunado, a mí no me dan esa exención". 

El asunto puede ir a más por el agravio comparativo llevado a cabo con la tenista rusa Natalia Vikhlyantseva, número 195 en el ranking de la WTA, cuya participación en el Open de Australia no fue admitida por haberse vacunado con Sputnik, la vacuna rusa, que no era reconocida por las autoridades del país oceánico.