| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Celta 1 - Real Madrid 3: KK de Luxe

El Real Madrid continúa con su imparable racha al ganar en Vigo (1-3) y llega al parón de selecciones con posibilidades de doblete después de otro partidazo de Karim Benzema y Toni Kroos.

| Miguel Queipo Deportes

Kroos y Karim, un lujo. La doble K. KK de luxe, como aquel grupo punk de finales de los años 70 en los que comenzaron a llamar la atención Alaska y Carlos Berlanga. Dos asistencias del alemán; dos goles y una asistencia del galo; y un tanto de Asensio, en los cuatro remates a puerta totales de los de Zidane en el partido, para que el Real Madrid venciera al Celta en su visita a Balaidos (1-3) y siga caminando a paso ligero en su persecución por LaLiga.

Por primera vez en mucho, mucho tiempo, el Madrid saltó a un partido dispuesto a ir a por él, y no a verlas venir y a encomendarse a la épica en caso de que la carretera no fuera cuesta abajo. Con Valverde empotrado en el carril derecho de la delantera, pero con mucha movilidad, el Madrid presionó muy arriba a los de Coudet, casi como si estuviera en el Mercado da Pedra y se fuera a quedar sin mesa para ponerse tibio a ostras, y el Celta, también jugando durante el primer acto con el viento en contra, era incapaz no ya de superar el centro del campo, sino casi de salir de su propia área.

 



El dominio del Madrid, con Kroos y Modric de dulce, era apabullante, pero no lo supo fructificar en ocasiones claras, hasta que el alemán puso la pausa y la mira telescópica para meterle un sensacional pase a Benzema y que éste, cruzando el balón ante Iván Villar, hiciera el 0-1. El Celta, que no encontraba la forma de sacudirse el dominio blanco, sufría ante la presión madridista. Y una recuperación adelantadísima de Kroos, otra vez de él, le permitió a Karim, otra vez él, anotar el 0-2 diez minutos después del primero. El tanto, por cierto, permite a Benzema igualar a Santillana como el cuarto goleador liguero histórico del Real Madrid: 186 goles. Por delante, sólo Cristiano, Di Stéfano y Raúl. Casi nada.

Y de repente, el Madrid se evaporó. La presión adelantada, excelente hasta entonces, dejó de ser acompasada y se descoordinó. El Celta, sin tampoco demasiado colmillo, por fin comenzó a saber a qué olía el área de Courtois. Y la zaga madridista comenzó a hacer aguas en los centros laterales a balón parado. Avisó Santi Mina en un cabezazo que se fue lamiendo el larguero del meta belga, pero a la segunda la metió en la jaula. El 1-2, casi tantos goles como ocasiones de gol entre los dos equipos, hacía pensar que iba a haber partido en el segundo acto, pese al abuso inicial madridista.

El Celta dio un paso adelante en cuanto a intensidad al saltar del vestuario para el segundo acto. El Madrid comenzó a sentirse incómodo porque el control del partido ya no era suyo y el balón no le duraba demasiado en los pies. Los vigueses, además, rascaban, cosa que no habían hecho hasta entonces. Modric encontró un par de espacios para que los de Zidane amenazaran a la contra, pero éstas acababan en Vinicius, agua. Y Courtois tuvo que aparecer para sacar muy bien, abajo y a su izquierda, un remate de Iago Aspas, en la primera aparición importante del de Moaña.

Con el partido roto, Zidane apostó por cambiar a Kroos para poner sobre el campo a Asensio. Perdía control pero metía una punta de lanza afilada, a ver si así alguna de las contras llegaba a buen fin. Pero el juego era ya un espanto: embarullado, con infinidad de interrupciones, con ningún ritmo. Benzema estuvo a punto de certificar un hat-trick tras un fallo de Araujo, pero su remate lo rechazó con apuros el meta del conjunto olívico.


El Celta, sin embargo, se encontró con una situación pintiparada para empatar. Modric recogió el balón en su frontal, descargó el juego y al golpear, se resbaló, tropezando con Tapia. Fue en el borde de la media luna, y el Madrid puede sentirse hasta afortunado, porque esa tontería, que no ha sido ni será falta jamás en ningún lugar del mundo, podría haber sido dentro del área. El balón disparado por Iago Aspas rozó en la cabeza de Casemiro, que lo buscó desde la barrera, y se estrelló en el poste derecho de Courtois. Hubiera sido injusto por muchos motivos, pero sobre todo por el esperpento de ese mal árbitro llamado Melero López. Y también por la mágica doble K, la KK de luxe, del Madrid de Zidane. Asensio, a pase de Benzema en el último segundo (literal) de partido, sentenció. El Madrid sigue en la pelea.