| 05 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El hundimiento de RTVE y el monocultivo de izquierdas en la televisión en España

| EDITORIAL Editorial

 

 

RTVE ha perdido una parte importante de su audiencia, y no menos de su credibilidad, desde que el nuevo Gobierno utilizara su primer decretazo para literalmente asaltarla con la imposición de una administradora a dedo, la leal Rosa María Mateo; la purga de decenas de profesionales señalados como desafectos al "cambio" de Sánchez e Iglesias y el nombramiento, para puestos clave, de otras tantas decenas de personas más controlables.

El hundimiento de los servicios informativos y la caída de todos los espacios consagrados al análisis y el debate evidencia el antagonismo entre los deseos y las decisiones de la nueva dirección y el gusto de la audiencia, renuente a aceptar la propaganda que intentan colarle los mismos que decían buscar "una televisión de todos" como excusa para tener "una televisión para nosotros".

La audiencia decide

Y demuestra la abismal diferencia entre cómo denigraban la anterior RTVE, por su supuesto sometimiento al PP, y cómo la percibían entonces los espectadores: los Viernes Negros, símbolo de la lucha contra esa supuesta manipulación, eran más un recurso publicitario para obtener un resultado, logrado con la moción de censura, que el reflejo del sentir ciudadano.

Los españoles han dado la espalda a RTVE, un juguete en manos de Sánchez e Iglesias que matiza todo lo que les perjudica y consolidan su agenda ideológica

Que sí se ha mostrado, en esta nueva etapa, de una manera incontestable y perfectamente medible: cambiando de canal. Frente a interpretaciones interesadas de quienes presumían de representar "la fuerza del periodismo" y zaherían a su propia casa con unas acusaciones deontológicas que básicamente han servido para promocionarles a ellos, queda la crudeza de los datos.

 

Los españoles han dado la espalda a RTVE, un juguete en manos de Sánchez e Iglesias que esconde o matiza todo lo que les perjudica (lo último, el plagio y las mentiras que rodean la tesis del presidente); consolidan la agenda ideológica del Gobierno (a Franco solo le falta presentar ya el Telediario) e intentan persuadir al televidente de cuáles han de ser, en consecuencia, sus decisiones electorales.

Monopolio en España

El monopolio televisivo de la izquierda, abrumador por la acción u omisión de la práctica totalidad de las cadenas privadas, se consolida con el monocultivo ideológico de la pública y dibuja un escenario preocupante para la higiene democrática de un país que, por definición, ha de poner a disposición de los ciudadanos opciones variadas y complementarias y no un discurso único. No es el caso de España y eso, se vote lo que se vote, debiera ser contemplado como un enorme problema para todos: sin pluralidad, no hay democracia.