| 23 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Una manifestación contra Putin
Una manifestación contra Putin

Ucrania en horas decisivas; España en una situación lamentable

La invasión rusa se enfrenta a un momento clave con la irrupción de China, mientras España sufre gravísimas consecuencias económicas que el Gobierno es incapaz de paliar.

| ESdiario Editorial

 

 

La invasión de Ucrania agota ya su segunda semana con una única certeza: Rusia no está dispuesta a retroceder ante las presiones internacionales y, al contrario, Putin le ha anunciado a Macron, a Kiev y al mundo entero que no cesará hasta lograr sus objetivos: alejar a Ucrania de la OTAN y legalizar la independencia de Crimea y el Donbás, ya bajo control de Moscú.

Frente a esa certidumbre, que se demuestra con el brutal bombardeo ruso en plena evacuación de civiles o el ataque a otro reactor nuclear y las amenazas de Moscú a todo país que atienda la pretensión de Zelenski de cerrar el espacio aéreo de Ucrania, todo lo demás es una incógnita.

Desde los supuestos planes de derrocamiento de Putin promovidos por oligarcas rusos hasta las dificultades económicas para sostener durante mucho tiempo la maquinaria militar del Kremlin; todo son especulaciones frente a las brutales certezas de la guerra, que ya ha generado 1.5 millones de refugiados.

 

La asfixia económica de Rusia va a tener consecuencias globales muy graves y es la única medida occidental que de momento es operativa aunque tiene graves efectos secundarios: la depreciación del rublo afecta al euro mucho más que al dólar; y la inestabilidad con el suministro de gas dispara la factura eléctrica a cifras históricas.

En ese escenario terrible, conviven dos posibilidades antagónicas: la internacionalización del conflicto, con Rusia amenazando a todo país que ayude a Ucrania a cerrar su espacio aéreo y Estados Unidos animando a los países de la OTAN a ceder incluso “cazas” a Kiev; o la búsqueda de algún tipo de acuerdo tras la tercera reunión bilateral de las delegaciones de Zelinski y Putin, saldada de nuevo sin compromisos concretos.

El papel de China se antoja crucial en fechas venideras: no ha respaldado plenamente al Kremlin, pero sí se ha negado a condenarle, ha recalcado su sólida relación con Moscú y ha advertido a Estados Unidos que no eleve la tensión. Esa posición de cierta equidistancia en realidad ayuda a Putin y no puede prolongarse eternamente: Pekín debe ser un acto principal en el desenlace del conflicto, a un precio que sin duda será caro y rentable para sus intereses. 

España en caída económica

La consecuencia nacional de ese conflicto ya es evidente: el precio de la luz marcará este martes su récord histórico con 700 euros el megavatio, casi quince veces más que cuando a Rajoy le montaban manifestaciones quienes ahora gobiernan, denunciando una "pobreza energética" que milagrosamente parece haber desaparecido pese a ser mucho mayor el problema.

La inestabilidad del gas explica una inflación desmedida, pero no la justifica: la electricidad que se consume en España apenas procede del gas, pero los precios se fijan a partir de su coste. Es necesario otro marco regulatorio para impedir ese fenómeno, letal para particulares e industria. Pero también un Gobierno con otras políticas: las actuales solo generan empobrecimiento y mayor esfuerzo fiscal. Y ya es insoportable.