| 16 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Junqueras y los Jordis
Junqueras y los Jordis

La foto de la vergüenza: los presos en la calle y los ciudadanos confinados

El Gobierno ha puesto una alfombra roja a los presos por sedición que adelanta el pacto del PSOE con ERC, denigra a la Justicia y se burla de la ciudadanía.

| ESdiario Editorial

 

 

La reunión pública de los políticos condenados por el Tribunal Supremo, con Oriol Junqueras a la cabeza y los Jordis a su vera, resume el indecente agravio que se vive en España y muy en particular en Cataluña.

Todos ellos sobrellevan condenas firmes, con un grado de incumplimiento mínimo, por delitos tan graves como la sedición y la malversación, cometidos en su reiterada intento de separar a Cataluña del resto de España por la fuerza. Y desde las instituciones.

Pero, pese a ello, todos ellos han salido de prisión pese a la oposición del Supremo, que frenó inicialmente la cacicada de la Generalitat de soltarles aplicándoles el régimen penitenciario más benévolo pero, al final, no ha podido pararla: una simple consejera, del mismo partido que Junqueras, fue suficiente para hacer claudicar a la Justicia española.

PSOE y ERC pactarán porque Sánchez es presidente ya por Junqueras. Y mientras, humillan ambos a España

El contraste existente entre la imagen de miles de ciudadanos confinados, sin contacto familiar o incluso con sus negocios cerrados a la fuerza y la de presidiarios dando mítines, reunidos, rodeados de seguidores y repitiendo en público los mismos discursos y actitudes que les llevaron a la cárcel, resulta insoportable.

 

Pero también muy indiciario de qué ocurrirá en Cataluña al día siguiente de las Elecciones: por mucho discurso impostado que Pedro Sánchez o Salvador Illa sostengan durante la campaña, su complicidad con el independentismo catalán y su dependencia de él dejan claro lo que pasará el 15F: un acuerdo claro, similar al ya vigente en Moncloa, que sitúe al frente de la Generalitat al vencedor y al otro partido de apoyo externo decisivo.

La laxitud del Gobierno ante la liberación de los presos y todas las ayudas precedentes que les dio ahonda en la misma sensación, premia el exceso, denigra al  Poder Judicial y constituye una invitación a la reincidencia. Porque lo grave no es ya que los Junqueras y Puigdemont ejerzan de lo que son, sino que este Gobierno y este presidente les pongan una humillante alfombra roja.