| 30 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Que nadie se engañe: el impuesto a las hipotecas se mantiene por Sánchez

| EDITORIAL Editorial

 

 

En una inenarrable comparecencia, Pedro Sánchez anunció con una solemnidad artificial que, en adelante, los españoles no tendrían que volver a pagar el impuesto a las hipotecas y que, tras la aprobación de un nuevo decreto ley de urgencia, lo abonarían en el futuro los bancos.

Es su respuesta, llena de trucos retóricos y perfectamente inútil, a la decisión del Tribunal Supremo de enmendarse a sí mismo y fallar a favor del mantenimiento de ese cobro al receptor de la hipoteca y no a la entidad financiera que se lo concedió.

Sánchez mantiene en realidad un impuesto que se niega a quitar. E Iglesias le ayuda a disimularlo

Lo que en realidad hace Sánchez, y con él su socio Pablo Iglesias, es mantener un impuesto absurdo y sólo explicable por la voracidad recaudatoria de la Administración española, trasladando ficticiamente la carga a un sector que, si es castigado de esa manera, lo recuperará de la única forma posible: encareciendo otros productos para compensar así el mordisco del Gobierno.

Un mastodonte público

Porque la banca no se beneficia, en estos momentos, de ese impuesto, sino que ejerce de mera recaudadora de un Estado que, en sus tres niveles -local, autonómico y nacional- se queda con el 50% de los ingresos de cualquier ciudadano al cargarle de una axfixiante retahíla de tributos directos e indirectos que financian, al final, una mastodóntica estructura pública en nombre de un usuario al que desatiende.

Si Sánchez hubiera querido librar al ciudadano de ese pago, simplemente habría eliminado el impuesto. Pero no lo ha hecho, presentando como una gran proeza un mero artificio contable que no beneficiará a nadie pero le permitirá al Gobierno mantener sus ingresos previstos en este apartado.

La presión fiscal directa e indirecta para mantener a la Administración es asfixiante e inadmisible ya

El cinismo del presidente está presente también en la reacción de su socio, Podemos, que se niega también a exigir la desaparición de ese impuesto y, en su enésima performance demagógica, exige la devolución con carácter retroactivo y anuncia una manifestación populista frente al Supremo.

Sánchez e Iglesias faltan el respeto a la opinión pública y, además, se comportan como si no estuvieran en el Gobierno o no lo sostuvieran, intentando con ello tapar la evidencia de que simplemente han renunciado a retirar esa carga al ciudadano. Pudiéndolo hacer, sin más, no lo han hecho. Y ningún acto de propaganda puede maquillar esta certeza: ellos son los responsables.