| 30 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Fernando Grande Marlaska
Fernando Grande Marlaska

Marlaska no puede seguir en el Gobierno ¿Por qué Sánchez no le destituye?

¿Quizás el presidente del Gobierno le debe algún favor? ¿Sabe demasiado sobre el espionaje, presuntamente por parte de Marruecos, al teléfono de Pedro Sánchez?

| ESdiario Editorial

Fernando Grande Marlaska es uno de los cinco supervivientes del primer Consejo de Ministros de Pedro Sánchez nombrado allá por junio de 2018. Sin duda es el más polémico de esos que han aguantado junto al presidente los últimos cinco años y medio largos, larguísimos para muchos españoles. 

Ha estado en la picota en innumerables ocasiones, pero Sánchez siempre le ha mantenido. Curioso, sin duda. No suele ser el presidente del Gobierno un hombre al que le tiemble el pulso para destituir a un ministro. Incluso entre sus favoritos o máximos colaboradores ha cortado cabezas con menos motivos. Si no que se lo pregunten a José Luis Ábalos o Carmen Calvo sin ir más lejos.

Cabe preguntarse por qué en este caso Marlaska es intocable. ¿Quizás Pedro Sánchez le debe algún favor? ¿Sabe demasiado sobre el espionaje, presuntamente por parte de Marruecos, al teléfono de Pedro Sánchez? Son especulaciones, sin duda, a las que se recurre cuando no hay un argumento razonable que explique por qué sigue en su cargo un ministro que ha protagonizado tantos escándalos y tan sonoros.

Entre su lista de motivos para dimitir o para ser destituido, Grande Marlaska acumula el escándalo de la valla de Melilla, con condena incluida del Tribunal Supremo por violar los derechos de los menores inmigrantes en Ceuta, las conocidas como devoluciones en caliente que tuvieron lugar en agosto de 2021.

El aún ministro del Interior también fue condenado por el cese ilegal del coronel Pérez de los Cobos y quedaron al descubierto sus mentiras en la crisis de la valla de Melilla cuando murieron una treintena de inmigrantes en un intento de entrada ilegal en España. Y no acaba ahí la lista, ni mucho menos. 

El asesinato de dos guardias civiles en Barbate a manos de narcotraficantes que embistieron con su lancha la zodiac de los agentes ha colmado la paciencia con Marlaska. El ministro desmanteló la unidad de élite de lucha contra el tráfico de drogas por motivos meramente económicos y las asociaciones de guardias civiles llevan años denunciando la falta de medios materiales y el abandono del que son objeto por parte del Ministerio. Y, por si fuera poco, 24 horas de la tragedia presumió de todo lo contrario, de haber implementado los recursos de la Guardia Civil en la zona.

Los familiares de los agentes asesinados han llegado a afirmar que “Sánchez y Marlaska tienen las manos manchadas de sangre”, responsabilizándoles por lo que consideran unas muertes anunciadas y, por ello, evitables. Lo sucedido requiere que el juez metido a político asuma su responsabilidad y dimita, pero no tiene ninguna intención de hacerlo y Sánchez, por la razón que sea, no solo no está dispuesto a destituirle sino que ha ordenado a sus ministros que cierren filas con el de Interior.