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¿A qué esperan los barones del PSOE para arrinconar a Sánchez?

Las críticas de Lambán suponen un mínimo avance en la contestación interna. Pero si no hay movimientos más decididos, el hundimiento socialista y los daños para el país están garantizados.

Sánchez, rodeado de algunos de sus barones regionales

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Aunque con algún que otro eufemismo y desdiciéndose a sí mismo poco después, el presidente aragonés, Javier Lambán, ha puesto palabras a lo que otros barones y sobre todo muchos socialistas piensan: que Pedro Sánchez es una desgracia para el partido y una ruina para España. Claro que, desde hace más de un lustro, nadie mueve un dedo dentro de Ferraz y de las federaciones territoriales para echarlo.

Bien es verdad que Lambán fue esta vez un poco más allá en las críticas al actual jefe del partido y presidente del Gobierno, que también se han oído, convenientemente engrasadas siempre, al castellano-manchego García Page y al extremeño Fernández Vara.

El aragonés entró a fondo en la errática gestión de su líder a partir de las cesiones intolerables a los independentistas, y puso el dedo en la llaga al recordar dónde comenzó todo: las primarias internas que dieron todo el poder interno a Sánchez, marginando la alternativa moderada que hasta entonces representaba el asturiano Javier Fernández.

La apuesta por los pactos de estado con el PP y el respaldo firme a la Constitución que encarnaba este último, en línea continuista con Pérez Rubalcaba, es lo que quedó muerto y enterrado entonces, como lamenta Lambán, que al mismo tiempo ha proclamado su lealtad a Sánchez. Una declaración un tanto ridícula y bochornosa tras un ataque tan brutal.

Y lo peor es que esa va a ser la deriva que viene. Alguna crítica, algún lamento, algún pellizco por parte de los dirigentes territoriales y locales, pero sin apartarse un milímetro del ordeno y mando del secretario general, que por otra parte ha logrado blindar el partido para que orgánicamente sea muy difícil moverle la silla.

Una cosa es el cálculo electoral y partidista y otra la realidad de un país que se deteriora a diario y un PSOE cuya marca cada vez está más deshonrada

Las elecciones autonómicas y municipales que ya se otean en el horizonte van a hacer el resto para que el inmovilismo gane la partida. La preocupación de los barones regionales y de los candidatos a las alcaldías es que los desastres en la gestión política y económica de Sánchez se filtren lo menos posible a sus espacios de administración. Así que se trata de mantener (y mantenerse) a distancia de Sánchez y como mucho soltar alguna píldora crítica y quejosa.

Claro que una cosa es el cálculo electoral y partidista y otra la realidad de un país que se deteriora a diario y un PSOE cuya marca cada vez está más deshonrada. De modo que, como no medie reacción, más pronto que tarde esos barones que tiran la piedra y esconden la mano contra Sánchez correrán la misma suerte que su líder. La cobardía, en fin, siempre acaba pagándose. Y muy cara. Su silencio ante la aprobación del delito de sedición desecha, en la práctica, toda esperanza.

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