| 07 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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José Luis Escrivá
José Luis Escrivá

Un brutal recorte de las pensiones maquillado por una subida para unos pocos

Aunque los jubilados actuales verán subir algo sus pagas, agudizando los problemas del sistema, no hay que engañarse: el recorte está en marcha y es de dimensiones históricas.

| ESdiario Editorial

 

 

Aunque los actuales pensionistas van a ver ligeramente revisadas al alza sus pensiones, el arranque de 2022 se caracteriza realmente por un recorte encubierto del sistema, sin precedentes, maquillado por una irresponsable gestión del presente, con claros fines electoralistas.

En adelante, desde 2023, se tendrá en cuenta lo cotizado en los últimos 35 años de vida laboral, y no en 25 como ahora, lo que en la práctica significará una reducción de la pensión: al extenderse el periodo de cálculo, el sueldo medio será menor y por tanto el importe de la jubilación, también.

 A esto se le suma la entrada en vigor, desde este mismo mes enero de 2022, del retraso en la edad de jubilación hasta los 66 años y dos meses. Y la subida de las cotizaciones, comprometida por Sánchez en Bruselas, para los salarios de más de 49.000 euros, que quedarían "destopadas".

Sánchez comanda una insoportable voracidad fiscal que no sanea la economía: profundiza sus inmensas heridas aún más

Todo ello, junto a la subida general del 0.6% de las cotizaciones en general, configura un auténtico recorte de las pensiones y una subida paralela del “impuesto al trabajo” que Sánchez y su Gobierno han escondido de algún modo. Pero lo cierto, es que ya se puede afirmar que un español pagará más impuestos por su trabajo; se jubilará más tarde y tendrá una pensión más baja.

Y encima más impuestos

Y a todo eso hay que sumarle la inminente reforma fiscal, que se conocerá en febrero y marzo, y se sumará a la escalada fiscal y de precios ya en vigor: todo es más caro, desde la luz al combustible o la cesta de la compra; y a esa inflación se le suman ya las subidas tributarias indirectas o directas en casi todo.

Por último, nada de ello obedece al saneamiento de la economía, como demuestran las deplorables cifras de hundimiento del PIB y las modestas de crecimiento o los elevados niveles de paro estructural: la voracidad obedece, en exclusiva, al propio sostenimiento del Estado, con un Gobierno sobredimensionado como emblema; y a la implantación de un régimen clientelar plagado de subsidios y subvenciones  que generan más deuda, más déficit y menos prosperidad. Deplorable.