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EDITORIAL

El adiós de Albert Rivera, un político valioso que no le sobraba a España

El líder de Ciudadanos ha cometido errores de bulto, pero ninguno explica su marcha como la presión y el derribo cometido por los aliados de Sánchez.

El adiós de Albert Rivera, un político valioso que no le sobraba a España

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Albert Rivera ya no es presidente de Ciudadanos, no tomará posesión de su acta de diputado y, en definitiva, abandona por completo la actividad política, pública e institucional. Es la primera y gran víctima de unas Elecciones Generales que castigaron a Cs como a nadie, haciéndole perder 47 de los 57 diputados logrados solo seis meses antes.

En ese periodo, su partido ha pasado de rozar el sorpasso al PP a situarse en la sexta posición y de ser decisivo para la constitución de cualquier Gobierno, pero sobe todo de uno con Pedro Sánchez al frente, a la práctica irrelevancia aritmética.

Sean cuales sean las causas, con esos efectos parece razonable dejar paso al frente del partido a otro dirigente que encabece una catarsis. Que Rivera lo haya asumido rápido y ejecutado con celeridad confirma la decencia y dignidad que han marcado su carrera política, bruscamente cerrada tras aspirar a todo hasta hace nada.

Son muchos los errores cometidos por Rivera, pero ninguno de ellos explica el hundimiento de Ciudadanos sin poner, por delante de todos ellos, la formidable campaña de acoso y derribo sufrida por no regalar su apoyo a Sánchez para que fuera investido tras el 28 de abril.

Rivera ha cometido errores, pero la campaña sufrida por Ciudadanos para ayudar a Sánchez ha sido terrible

Lejos de cargar en el líder socialista el bloqueo a sí mismo, inducido de forma premeditada para poder repetir Elecciones, los apoyos mediáticos lo hicieron en Rivera, como si su torpe negativa a acudir a La Moncloa fuera la razón de una falta de acuerdo con el PSOE que, en realidad, éste jamás quiso ni ofreció.

Rivera se equivocó sin duda estimulando la moción de censura contra Rajoy, cuando dio por terminada la legislatura del PP por una sentencia de corrupción menor instrumentalizada por la izquierda para justificar su abordaje a La Moncloa. Y volvió a equivocarse al centrarse en superar al PP antes que en marcar al PSOE o en llegar a pactos con él que marginaran al separatismo.

Los errores de Sánchez

Pero nada de eso explica una caída tan brusca sin adelantar a todo ello la fenomenal presión sufrida para cargarle a Rivera los errores, excesos o decisiones estratégicas de Sánchez, a quien se le ha perdonado todo, incluso su insólita costumbre de renunciar a sus obligaciones institucionales y culpar de ello a todos los demás.

Que Rivera, como antes Rajoy, abandonen una actividad política en la que sobreviven personajes tan negativos como Junqueras, Otegi o el propio Sánchez; resulta empobrecedor para España y sintomático de la degradación política e intelectual que padece.

Porque quien se va representa algunas de las virtudes que debieran tener todos los dirigentes, de una ideología u otra. Y muchos de los que se quedan, paradójicamente, encarna lo que les sobra.

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