| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Presidenta Ayuso

La forzada campaña de acoso y derribo previa a su investidura presagia la bronca diaria que va a sufrir durante cuatro años y pondrá a prueba tanto a PP cuanto a Ciudadanos.

| EDITORIAL Editorial

 

 

Con su toma de posesión oficial, Isabel Díaz Ayuso se convierte este lunes en el quinto presidente de la Comunidad de Madrid elegido tras encabezar una candidatura y en el octavo si se incluyen los tres que, por la dimisión de sus líderes, alcanzaron el máximo cargo sin ser votados directamente por los ciudadanos.

Sigue así la estela de nombres tan importantes como Leguina, Gallardón, Aguirre y Cifuentes, a los que cabe sumar, en un segundo plano, a Ignacio González, Ángel Garrido y Pedro Rollán, para ser la novena persona que encabeza una administración tan poderosa, en todos los sentidos, como la simbolizada por la Puerta del Sol. Estigmatizada por la corrupción, pero también un motor de progreso económico y social sin parangón en el país.

 

Y lo hará de una manera tan inédita como su propia trayectoria, que la ha llevado desde el desconocimiento para una gran mayoría de la opinión pública a ostentar una de las responsabilidades más influyentes y decisivas de España. Esto es, con una coalición con Ciudadanos, cuyo representante, Ignacio Aguado, también es una novedad de la que cabe esperar lo mejor.

Un producto inédito

La tutela de Vox, que no gobernará pero decidirá en no poca medida cómo se gobierna, cierra un paisaje sin precedentes para el que Ayuso parece una persona idónea: ella misma es un producto de combinaciones y circunstancias que seguramente le harán entender mejor que a nadie cómo se puede gobernar con cabeza un tablero de juego tan laberíntico y distinto a todo lo anterior.

Ayuso va a tener que capear durante cuatro años la misma campaña que ya viene sufriendo desde antes de tomar posesión

De momento, Ayuso ha sufrido un marcaje casi insoportable para, no nos engañemos, intentar evitar su investidura y promover la de Gabilondo o incluso Errejón. La fortaleza exhibida para soportar ese acoso y derribo sugiere una capacidad de resistencia que también ha evidenciado Ciudadanos y se antoja imprescindible para capear la presión que, sin duda alguna, va a sufrir en adelante su Gobierno.

Acoso y derribo

Madrid ha votado de forma sostenida y abrumadora hacia el centroderecha desde hace casi tres décadas, y ahora ha reformulado ese apoyo repartiendo los votos entre varias formaciones. Que eso no guste a una izquierda echada al monte en Madrid desde hace años no debe asustar a Ayuso y su equipo, pero sí poner en alerta: porque ése va a ser su paisaje durante los próximos cuatro años. Sin tregua alguna.

Y no hay mejor antídoto contra esa campaña endémica que va a seguir sufriendo que gobernar con tino y decisión, con medidas liberales y una eficacia que supere los mantras instalados en Moncloa, por ejemplo, y permita a los españoles visualizar una alternativa razonable, sin sectarismo ni trincheras, a la que ahora mismo rige los destinos del país.