| 04 de Abril de 2024 Director Benjamín López

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse
La "todavía" directora del CNI, Paz Esteban, posando tras su nombramiento.
La "todavía" directora del CNI, Paz Esteban, posando tras su nombramiento.

El CNI teme una nueva guerra de clanes ante la inminente purga de Paz Esteban

El estupor se ha adueñado de la cúpula del Servicio Secreto ante la divulgación de la brecha en la seguridad nacional con luz y taquígrafos y en directo. Se mira atrás y se malicia lo peor.

| Javier Ruiz de Vergara España

Estupor, incredulidad y una vieja conocida sensación de vuelta al pasado y la convicción generalizada de que la directora del CNI, Paz Esteban, tiene los días contados al frente de los Servicios Secretos de España. Tal vez, se cree en la sede de la madrileña Cuesta de las Perdices , su comparecencia ante la Comisión de Secretos Oficiales este jueves sea su último servicio a la causa.


Andan en estos días convulsos los máximos responsables del espionaje y algunos ex con vinculaciones aún vigentes indignados por lo que consideran lo peor que puede suceder en estos casos: que un servicio de inteligencia quede “abierto en canal”, expuesto ante sus enemigos y humillada su credibilidad ante sus homólogos y socios. “Era una circunstancia que todos creíamos superada”, afirma a ESdiario un exagente del CNI con décadas de servicio.

Y una historia que se repite: “Madrugar cada mañana para lanzarse a leer los titulares de los periódicos y medir el tamaño del desastre…”.

E ironiza: “Ahora que nosotros hemos alcanzado nuestro mayor nivel de profesionalización, nuestros jefes políticos recorren el camino inverso”. Nunca hay un buen momento para una crisis en los servicios secretos, pero este es uno de los más inoportunos, advierten a este periódico fuentes del Ministerio de Defensa. Y por varias razones bien distintas entre sí.

 

En el CNI se rememora en estos días julio de 2007. Cuando el jefe socialista del servicio secreto aireó las miserias internas ante todo el mundo: un agente doble infiltrado por Rusia.

 

Por un lado, porque la propia cúpula del CNI fue la primera en certificar de primera mano los recelos que en nuestros socios europeos y americanos despertó hace dos años la presencia de Podemos y demás socios Frankenstein en el Gobierno.

Y es que para muchos países y sobre todo para agencias como la CIA y la NSA norteamericanas, España es el socio estratégico imprescindible por su condición de frontera con el Magreb y el Sahel, el nuevo hervidero de la amenaza terrorista yihadista.

Segundo, porque desde hace varios años, agravado este desafío con la invasion de Ucrania, el FSB ruso protagoniza en las sombras una brutal campaña de desestabilización, espionaje, hackeos e infiltraciones en toda Europa.

Y tercer factor que pone colorado a CNI antes sus iguales en Occidente, porque Madrid acogerá en dos meses la cumbre que debe alumbrar la nueva OTAN, la cita que Moscú planea reventar y para la que el espionaje de los aliados se ha conjurado en evitar desde la inteligencia compartida y la colaboración.

Así que en los despachos nobles de La Casa (como se ha conocido históricamente al CNI antes CESID) la denuncia pública del espionaje a Sánchez ha provocado taquicardias. Porque el mensaje al exterior no puede ser más demoledor. “No es que no hayamos podido evitar tan grave intromisión en la seguridad nacional, es que ni siquiera hemos sabido ocultarla a nuestros enemigos”, advierte la fuente antes citada.

Y es que los más veteranos recuerdan estos días la etapa final del general Manglano. Y una historia que se repite: “Madrugar cada mañana para lanzarse a leer los titulares de los periódicos y medir el tamaño del desastre…”.

Y es que siempre que alrededor del servicio secreto español hay lío y crisis viene a continuación el sálvese quien pueda. La "guerra de clanes" que anticipa siempre el runrún del cambio político en La Moncloa.