| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Salvador Illa celebrando su victoria.
Salvador Illa celebrando su victoria.

Illa vence pero no decidirá: su triunfo insuficiente entrega el Govern a ERC

El candidato del PSC anuncia que se presentará a la investidura para visibilizar su victoria, que esconde una realidad: Esquerra tiene las llaves y el bloque independentista crece.

| Ana Martín España

 

Salvador Illa no quiso esperar. Con el recuento prácticamente terminado, y a pesar del empate a escaños con ERC, el candidato del PSC quiso visibilizar su victoria en votos con el anuncio que no hizo Inés Arrimadas en 2017 cuando ganó: "Me presentaré a la investidura. El cambio ha llegado a Cataluña para quedarse", afirmó ante un socialismo catalán en éxtasis. No en vano, y como recordó Miquel Iceta, desde los tiempos de Pasqual Maragall el PSC no era primera fuerza en Cataluña. 

El exministro de Sanidad interpretó el triunfo del socialismo en votos como un mensaje "claro" del electorado catalán: "Significa pasar página, volver a escucharnos, a mirarnos, a reencontrarnos", sostuvo emocionado como no se emocionó nunca en los 11 meses de pandemia que estuvo recontando muertos a diario. 

Sin embargo, la celebración socialista por sus 32 escaños (frente a los 17 que tenía) no oculta la realidad que esconde: aun habiendo sido el ganador, Illa puede acabar de líder de la oposición a un Govern -otro- con Junts per Catalunya si a ERC le puede la presión independentista. Que ya empezó este mismo domingo. Porque suman mayoría absoluta, y con más escaños, 74.

De hecho la candidata de JxCat, la imputada Laura Borrás, habló de "gran triunfo del independentismo". Por no recordar el documento que firmaron en campaña para hacer un cordón sanitario a Illa

 

Así pues, por mucho que los socialistas traten de disimularlo, el presente y futuro de Cataluña pasará por un hombre que este domingo durmió en la cárcel de Lledoners y al que el Tribunal Supremo puede revocar el tercer grado por segunda vez.

Oriol Junqueras se llama, y su irrupción en campaña dio a Esquerra el empujón definitivo para que esta vez la formación ahuyentara su leyenda negra, la de ser favorito en las encuestas y luego acabar desfondado en las urnas. En esta ocasión ha llegado a la línea de meta por delante de los postconvergentes. 

Dos caminos

El resultado de las elecciones marcadas por la pandemia deja dos opciones, y ambas pasan por que Pere Aragonés sea presidente de la Generalitat. O reedita el Govern bipartito con una formación -Junts per Catalunya- con la que solo comparte el objetivo de una República catalana o se abre a un pacto de izquierdas con Salvador Illa y los Comunes

La candidata de estos últimos, Jéssica Albiach, se lo dijo bien claro a Esquerra desde su posición de intermediaria: en Cataluña hay una "mayoría de izquierdas". "Somos una fuerza modesta, pero ineludibles para un gobierno de izquierdas en Cataluña", escribió poco después Pablo Iglesias en Twitter.

No hay tercera opción. No hay opción de un Govern constitucionalista presidido por el PSC porque los números no dan. El bloque no independentista no ha ensanchado. Simplemente se ha producido un trasvase de voto de Ciudadanos -totalmente desangrado- a Illa y a Vox, y una abstención muy alta. 

En sus primeras comparecencias tras el resultado, tanto Inés Arrimadas como Alejandro Fernández culparon a la baja participación de sus malos resultados. Con ese diagnóstico autoexculpatorio terminaron el día.