| 30 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Miguel Ángel Aguilar cierra "Ahora" y demuestra que no es fácil ser un Polanco

La comparación era atrevida y utópica. Parece difícil que un medio sobreviva, en Internet, en las ondas pero sobre todo en el papel sin un empresario con un mínimo de músculo estable.

| J. F. Lamata Medios

“Me preguntan si soy el director del Ahora. No, yo no soy el director, no, yo en Ahora soy Polanco”. Con esas palabras respondía Miguel Ángel Aguilar el pasado mes de noviembre a la pregunta de quienes eran los socios y promotores del nuevo semanario que acababa de fundar.

La comparación era atrevida. Hay muchos motivos que pueden explicar cómo El País, que empezó presentándose como un periódico con multipropiedad acabó en las manos de un solo accionista, Jesús Polanco. Pero el principal de todos ellos, era que él era de todos los accionistas quien poseía más lomo económico gracias a sus rentables negocios de libros de texto. Parece difícil que un medio sobreviva, en internet, en las ondas pero sobre todo en el papel sin un empresario con un mínimo de músculo estable. Pero Aguilar receló de esa posibilidad desde el principio. Ahora salió a la calle con 202 socios y bajo el compromiso de que ninguno tendría más del 10% del capital. Aunque no había duda de que el principal accionista sería él como fundador. “No queremos ningún mayorzote que nos pueda llevar por donde no queramos”. Aguilar presumía de cómo se había opuesto a que empresarios amigos suyos pusieran más de 100.000 euros en el medio. Aseguraba que tenía hecho el cálculo de que para marzo de 2016 ‘el medio estará en la senda polanquista de la rentabilidad’

Cuando aún no se ha cumplido un año de esas palabras es un hecho que sus cálculos no se han visto cumplidos y Ahora echa el cierre. Por segunda vez. La cabecera Ahora ya fue utilizada la década pasada para sacar un gratuito vespertino (2005) detrás del que estaban los hermanos Anson y el empresario ‘jamonero’ José Enrique Rosendo (cuyo nombre se ha visto implicado en el caso de los Eres andaluces) y que, tras un sorprendente cambio editorial (de derechista con Joaquín Vila de director a izquierdista con Francisco Caparrós) murió con tal celeridad que muchos ni se enteraron de su existencia.

Fue Luis María Anson el que dijo una vez que los periódicos de papel se lo juegan todo sus primeros años de existencia y que, si sobreviven los complicados cinco iniciales, pueden aguantar 20. La lista de publicaciones que no pudieron llegar esa cifra en las últimas décadas, sólo en Madrid, es gigantesca. Algunos eran modestos pero con actitud trasgresora como el Diario Libre, Panorama o Tribuna de Actualidad. Otros tenían poderosos socios, Miguel Ángel Aguilar recordará bien el caso de El Sol – porque él fue su timonel unos meses, en el que un editor tan económicamente poderoso como Anaya demostró cómo se podía realizar la dirección empresarial más desquiciada de un medio que en 2 años tuvo seis cambios de director.

La ONCE, por su parte, se estrelló con El Independiente, Balbín vio morir a La Clave como revista y Época se apagó pese a que por su capital pasaron nombres tan característicos como Aparicio Bernal, Martín Villa o Mario Conde. Los alemanes de Bild también salieron trasquilados en España con su Claro (1 año de duración) en una experiencia que no olvidarán ni Ferrán Monegal, ni Arsenio Escolar ni Guillermo Luca de Tena, que nunca se recuperó del todo de aquello. Público estuvo a punto de superar esa franja cuando Roures cerró el grifo en 2012 desde Los Ángeles, mientras que La Voz de la Calle del millonario Teodulfo Lagunero abortó segundos antes de nacer.

A Aguilar no se le puede negar que apostó por su proyecto con todas sus fuerzas y afrontando costes personales (la propia Defensora del Lector de El País reconoció que la aparición de Ahora había influido en la supresión de la columna de este en el medio de Prisa). La pregunta es si era si los números cuadraban. En Ahora hubo grandes artículos de reflexión con firmas de prestigio como Francisco Rubio Llorente. Pero no se puede decir que su nivel fuera muy diferente a la que se puede encontrar en las Tribunas de análisis de El País o la Terceras de ABC. Y el volumen de información del semanario no podía competir con el de un periódico generalista. Sin embargo, El País o el ABC valen 1,50 euros y Ahora valía 3 euros.

Luchar contra los números se ha demostrado utópico. A Aguilar le queda el consuelo de haberlo intentado y la moraleja de que aun teniendo mucha voluntad, como era su caso, o nivel económico – como lo era el de Roures o Lagunero - no es fácil ser un Polanco.