| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Chanel
Chanel

Ni teta ni tradición, Chanel triunfa en el Benidorm Fest que ellos quieren

La cantante cubana representará a España en el Festival de Eurovisión con SloMo gracias al apoyo del jurado técnico, Rigoberta Bandini se queda en segunda posición.

| Milagros Martín-Lunas Medios

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Turín huele a Chanel. Visto lo visto parece que desprendía ese aroma desde el primer nanosegundo del Benidorm Fest. El certamen organizado por RTVE para resucitar la pasión popular por Eurovisión, el festival que quieres, el festival que tú quieres, ha mutado hacia el festival que el jurado (supuestamente) profesional ha querido. Ya tenemos eurodrama. ¿Qué necesidad había de gastarse tanto dinero público para terminar defraudando al personal?

Turín huele a Chanel español, que no es más que una replica del original. Y las copias, ya se sabe como terminan. En este país de la confrontación, en la tierra de estás conmigo o contra mí, cuando por primera vez parecía que había consenso popular, a la oligarquía musical se la trajo al pairo. Teníamos un himno en gallego reivindicando a las madres y abuelas, a las raíces y a la terra, un himno que gritaba al mundo que no hay fronteiras.

Teníamos también un temazo feminista, una exaltación de la maternidad que pulula entre acordes pegadizos, ritmos que inciden directamente en la esencia de la antropología femenina para recordar su fortaleza social, un himno ideal para desgañitarnos en cualquier fin de fiesta, karaoke o lo que se precie… El jurado va y prefiere la típica canción de aires latinos que rezuma topicazos sexuales.

 

Tanxugueiras fueron las favoritas para el jurado demoscópico (350 personas que representan a la sociedad en general), las preferidas del televoto (a saber cuántas llamadas se realizaron), pero para el jurado profesional solo se merecieron un quinto puesto y 30 puntos frente a los 46 de Rigoberta y los 51 que le otorgó a Chanel. Chanelazo.

Lo siento por la joven interprete ganadora, que verdaderamente se lo ha currado, cantar y bailar a ese ritmo infernal durante tres minutos no llega por ósmosis. Indudablemente, Chanel y sus bailarines le han metido profesionalidad y horas a un espectáculo que rezuma aromas de JLO y Beyoncé.

Como va siendo costumbre ibérica, auguro otro juguete roto en manos de RTVE. Una vez más, el jurado profesional, en lugar de apostar por la originalidad, se dejó llevar por la hipersexualización, las rimas de chupete y los ritmos machacones. Europerreo, boom, boom. Esta es la letra de la canción que nos representará en Eurovisión 2022.

Llegó la mami
La reina, la dura, una bugatti
El mundo está loco con este party
Si tengo un problema, no es monetary
Yo vuelvo loquito a todos los daddies 
Yo siempre primera, nunca secondary 
Apenas hago doom, doom 
Con mi boom, boom 
Y le tengo dando zoom, zoom 
Por Miami.

Por muy big five que seamos, parece mentira que los entendidos no tengan claro que, hagamos lo que hagamos, no contamos con muchas opciones de victoria, por motivos que no tienen nada que ver con asuntos musicales. Año tras año se emperran en ir a rebufo de las tendencias del pasado, apostamos a lo supuestamente seguro y quedamos como Cagancho en Almagro. Me explico.

El Festival de Eurovisión postpandémico, el del 2021, pasó a la historia por ser la edición de las mujeres, las melenas interminables, el glitter, mucho glitter, los brillos, los flecos, las transparencias, la pirotecnia y el ventilador. La mayoría de las delegaciones compitieron con exuberantes intérpretes femeninas estilo Chanel. Por el escenario del Rotterdam Ahoy pasaron ocho divas con temas discotequeros bautizados como Karma, El diablo, Set me free, Sugar, Mata Hari, Hurracaine, Adrenaline o Je me casse. Si no les suena revisen la final.

Pocas opciones de victoria

Como siempre, el ganador se salió de los cánones. El micrófono de cristal fue para Italia. El rock alternativo de Måneskin dio la campanada al imponerse por sorpresa a los favoritos y al superávit de divas. La misma que dio Portugal en 2017 al apostar por Amar pelos dois, la canción menos festivalera y más deliciosa de aquella velada. Salvador Sobral sedujo a la audiencia con un tema para paladares exquisitos una balada que recordaba a la bossa nova del maestro Caetano Veloso y a Ivan Lins. En 2018 el micrófono de cristal fue para la delegación rusa. Netta convenció a Europa con un mensaje feminista, una crítica a la cosificación de la mujer y su revolución frente a los cánones de belleza establecidos, un envite reforzado por el supuesto dominio vocal y su corpulencia física.

Ni ganaremos, ni hubiéramos ganado apostando por Tanxugueiras o por la teta revolucionaria y catártica de Rigoberta (por cierto, su puesta en escena rezumaba cierto grado amateur que pedía a gritos pulimento). No, no lo hubiéramos hecho, Eurovisión es un universo insondable en el siglo XXI, pero por lo menos habríamos abierto una ventana de originalidad, de sabor español y de unidad.