| 02 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Mazda 2: un urbano con espíritu propio

El Mazda 2 es un urbano profundamente inspirado por los principios del KODO Design que empapa transversalmente los últimos modelos de la marca japonesa y crea un vínculo con el conductor.

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En el más pequeño de la marca se deja notar desde el primer vistazo: perfil bajo del compartimento anterior, un primer cuerpo pronunciado que ya es uno de los signos distintivos de la marca, grupos ópticos de aspecto amigable y un paragolpes pronunciado en su parte posterior. En definitiva, una estética que lo impregna todo.

El conjunto convence. Cuando se utilizan los mismos principios estéticos en toda la gama de vehículos de una marca, es normal que los más beneficiados sean los pequeños, que suelen ganar presencia y rasgos habitualmente reservados a vehículos de mayor empaque. Y esta no es una excepción.

Y si el Mazda 2 destaca por fuera, su interior tampoco se queda atrás. Ese nuevo rojo azulado que no dejamos de ver en los modelos utilizados para la promoción de la marca y que tan separado está de los habituales y más puros rosso corsa y derivados de otras marcas, se cuela también en el interior y tiene presencia desde la iluminación hasta las costuras.

Los detalles de la consola dejan traslucir que el diseño de los interiores ha sido uno de los aspectos más mimados por los estilistas de Mazda. Una sutil línea roja recorre toda la superficie del frontal, escondiendo en el centro la salida del climatizador (monozonal y automático, pero igualmente eficaz).

Los asientos son cómodos y lo suficientemente envolventes, mostrándose muy capaces de atenuar la dureza del asfalto. El habitáculo es más que suficiente para cuatro personas de talla normal, aunque, como es lógico, es el conductor el que más posibilidades tiene de gestionar su posición de conducción. Profundidad y altura, tanto de banqueta como de volante, lo que nos permite alcanzar un nivel de comodidad suficiente como para realizar cualquier tipo de viaje largo. Se ha privilegiado el espacio de las plazas delanteras sobre el de las traseras y no es algo de lo que nos vayamos a quejar desde aquí, aunque sin duda es un aspecto a tener en cuenta si el uso habitual que se le pretende dar al coche cuenta con más de dos personas.

La instrumentación es minimalista y cubre todos los aspectos esenciales, aunque la unidad de prueba que nos cedió la marca incorporaba un interesante –y opcional– head-up display que nos gustaría ver en muchos más vehículos en esta gama. Del resto, un velocímetro y un cuentarrevoluciones, indicaciones visuales para el cambio de marchas y un hueco central para la visualización de los datos del ordenador de a bordo.

Tecnología relevante

Este último se maneja desde el volante y es el mismo que podemos encontrar en modelos superiores de la marca como el Mazda 3 o el mismo CX–3. La mayoría de los comandos se complementan con los que se pueden pulsar en la consola central táctil de infotainment. Quizá este sistema de manejo no es el más intuitivo, visto que muchas de las opciones se reparten entre el volante y esa consola central. Pero no cuesta demasiado habituarse a esta experiencia de usuario repartida.

Entre este factor y los omnipresentes sistemas de seguridad –que hacen que, de incio y sin tocar nada, la conducción vaya acompañada de una retahíla de pitidos y alertas– hace falta un breve periodo de adaptación para sentirse cómodo conduciendo un Mazda 2. Bien es cierto que llevamos una unidad con todo el equipamiento opcional, y que quizá no acabe siendo ésa la versión más vista en carretera. Pero configurar nuestra experiencia al volante antes de iniciar un viaje es el tiempo mejor invertido para poder disfrutar al máximo al volante de este pequeño urbano.

Algo diferente bajo el capó

No es nada nuevo que la marca japonesa tiene una visión diferente sobre el tamaño de motor adecuado para sus vehículos. Nada de tricilíndricos 1.0 con turbo; gasolina, 1.5, los cuatro cilindros de siempre y relaciones de compresión muy altas. El resultado: versiones de 75, 90 y 115 caballos que prometen durabilidad, consumos sorprendentes y prestaciones adecuadas.

La marca también oferta una mecánica diésel de 105 cv, pero visto el rendimiento y consumo de los motores de gasolina, no nos atrevemos a recomendarla. Desde nuestra perspectiva, el motor de 90 cv es probablemente la joya de este modelo, entregando la potencia justa y con unas prestaciones que sorprenden –por contraintuitivas– a cualquiera que se pone a devorar kilómetros con este urbano.

La culpa la tiene ese conjunto de tecnologías eficientes que Mazda llama SKYACTIV y que están presentes ya las práctica totalidad de los modelos de la enseña japonesa. Lo cierto es que, en cada vehículo en el que la hemos probado, la sorpresa ha sido siempre tremendamente agradable.

La experiencia de conducir

Se favorece una conducción tranquila, en la que quizá sólo la frenada nos parece menos fluida de inicio, quizá porque estamos en un modelo que monta discos delanteros y tambores en su eje posterior. Mazda proporciona en este modelo un cambio manual de cinco y seis relaciones dependiendo de la potencia, muy preciso y algo ruidoso, que sin embargo nos complace tanto en trayectos urbanos como en salidas a carretera. Está disponible también cambio automático de seis relaciones en el diésel y en la versión más potente de gasolina, que no hemos tenido ocasión de probar.

Ya sobre el coche se muestra tremendamente eficiente gestionando combustible. Mucho más de lo que nos llevarían a pensar su cubicaje o potencia. Parte de culpa en ciudad la tiene el agresivo start & stop (i-stop, si nos ponemos puristas con la terminología de la marca) que incorpora el modelo. Aunque las cifras más sorprendentes se alcanzan, como suele ser habitual, lejos de la ciudad, circulando a 110–120 kilómetros por hora.

En trayectos mixtos, hemos visto como la versión de 90 cv de este modelo se quedaba en 6,1 litros cada cien kilómetros. Y como, con muy poco esfuerzo se puede dejar el marcador de consumo por debajo de los 6 litros. Tremendamente meritorio.

Identidad propia

El Mazda 2 está disponible en tres acabados con diferentes opciones que pueden completar el conjunto. Como ya hemos comentado, incorpora tecnologías impropias de coches de la gama (cambio involuntario de carril, detección de ángulo muerto, asistencia a la frenada de emergencia…) y cuenta con motorizaciones con una durabilidad, equilibrio y prestaciones por encima de lo esperado. Estas sensaciones ya las avanzamos cuando pudimos hacer la toma de contacto en su presentación internacional.

Todo ello conforma un conjunto al que se le pueden poner pocas pegas: quizá el espacio de las plazas traseras no sea el más amplio de la categoría. Hay quien dirá que existen coches más silenciosos o con una suspensión más amable. Y sería discutible. Porque es difícil poner de acuerdo a todo el mundo alrededor de estos matices. Nuestra opinión es que el urbano de Mazda ha ido evolucionando a la sombra de sus hermanos mayores para convertirse en una opción excelente para quien quiera moverse con agilidad por la ciudad sin renunciar a alguna escapada lejos del bullicio. Y por los poco más de 11.000 euros de la versión de entrada (más de 16.000 en la más potente y equipada), creemos que nadie se equivocaría eligiendo este pequeño con rasgos de grande que respira estilo japonés por los cuatro costados.