| 27 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Lavapiés, No Go Zone

Se cumple un mes del conflicto de Lavapiés, incendiado por el propio Ayuntamiento, con concejales imputados por injurias y la sensación de que nada ha terminado. El problema sigue ahí.

| Samuel Vazquez Opinión

 

 

No hace falta ser el mayor experto en delincuencia organizada del planeta para entender lo que está pasando en Lavapiés

Vivimos en un mundo complejo que genera problemas complejos, un mundo global. El cambio que ha sufrido nuestro planeta en los últimos 30 años equivale a un cambio de varios siglos en épocas pretéritas. Las nuevas tecnologías y la era digital han provocado que ya nada sea igual, en ningún área de organización grupal, incluida la delincuencia. 

Hace sólo unas décadas los grandes grupos criminales se especializaban en un tipo de delito. Los cárteles colombianos dominaban la droga que en España era introducida por los narcos gallegos. La trata de blancas era cosa de las bandas del este, a las que luego, con las emigraciones masivas, se incorporaron grupos de africanos. El terrorismo aún no era global, y cada país lo sufría de manera diferente. 

El crimen global

Todo eso ha cambiado, los grandes grupos criminales ya no se especializan en un tipo de delito, la globalización ha hecho que se encontraran y se dieran cuenta de que para subsistir, en vez de competir a muerte, era mejor colaborar.

El ex Secretario General de Interpol Ronald K. Noble ya  avisó hace unos años de la existencia de pruebas fehacientes que relacionan los beneficios de los delitos contra la propiedad intelectual e industrial con la financiación del terrorismo.

 

 

Además, cualquiera que tenga dos dedos de frente entiende la relación entre el top manta y la explotación infantil, la fuga de capitales y el daño a la economía y al empleo.

Al ser una actividad ilegal, los miles de millones de beneficios que genera a nivel mundial no se destinan a pagar hospitales o escuelas, sino que salen destino a organizaciones terroristas y grandes mafias.

Para esas mafias, tener en  el corazón  del continente donde está el dinero su oficina, es como para un bróker tener un despacho en el bajo Manhattan; así que llevan tiempo empeñadas en crear en nuestro continente zonas no go, donde nadie, ni siquiera la policía, se atreva a entrar.

La 'política'

Y eso, ni más ni menos, es lo que están buscando ahora en Madrid; y para eso, necesitan de complicidad política. Lamentablemente las horas posteriores al fallecimiento por causas naturales de un joven africano el otro día en Madrid, han demostrado que la tienen.

En Madrid gobierna una pandilla de niños pijos jugando a ser revolucionarios que llevan toda la vida llamando fascistas a quienes persiguen a los delincuentes y ensalzando a quienes delinquen, sobre todo si estos pertenecen a un colectivo al que sea fácil victimizar para poder explotarlo políticamente.

 

 

Y en estas pasa lo que pasó en Lavapiés, que un chaval con una enfermedad del corazón se desploma y muere. Si le hubiese pasado a un ciudadano español de clase media nadie se habría enterado, sólo su familia le guardaría el luto debido en una ceremonia privada de tristeza.

Pero este joven era negro, inmigrante y pobre… es decir, era políticamente utilizable, así que en apenas unas horas comenzó el baile de los miserables, el desfile tuitero de los sinvergüenzas.

 

 

Acostumbrados a señalar enemigos preconcebidos, ellos mismos metieron en una trampa a su propio Ayuntamiento señalando a unos policías que cometieron el pecado de hacer su trabajo habitual, intentar salvar vidas.

Como esta vez los jefes de los policías eran ellos, dio comienzo un entreacto  de confusión y degradación institucional que acabó como suelen acabar estas cosas los políticos, de forma cobarde.

De tal manera que para no cogerse los dedos, si los policías no habían perseguido al mantero, el ayuntamiento aplaudía su actuación y le echaba la culpa al liberalismo salvaje y el capitalismo, ese sistema económico al que intentan llegar sin excepción, todos lo que huyen en este mundo del hambre y la guerra.

El modelo de Carmena

Pero si hubiera habido persecución se abriría una investigación y se depurarían responsabilidades.  Sí, sí… lo que oyen. Que un policía no puede perseguir a un delincuente que huye no vaya a ser que le de un infarto, y si lo hace que se prepare. Es un modelo policial nuevo, inventado en el Madrid de Carmena.

Sale más rentable que perseguirle, si es posible, utilizar al delincuente para ganar votos convirtiéndole en víctima con un par de eslóganes para engañar a los de nuestra secta tipo: “ningún ser humano es ilegal” y “ganarse la vida no es delito”, y venga, que con eso ya nos llega para contentar a los nuestros, que se lo lleven todos luego a sus muros de Facebook.  

Fíjense bien en la payasada de ambas frases para cualquiera que razone mínimamente, en Madrid hay miles de inmigrantes trabajando de forma legal intentando ganarse dignamente la vida y nadie les detiene, luego es una obviedad que no se detiene  a un mantero ni por ser humano ni por ganarse la vida, sino por delinquir y dañar la economía gravemente, aumentar las cifras de paro y financiar a las mafias

Un podemita medio te dirá que la policía protege a las grandes marcas capitalistas cuando persigue a los manteros. Tienen interiorizado el dogma, y no saben salirse de él, morirán esclavos de su propio cerebro.

 

 

La realidad es bien distinta. A Gucci o a Louis Vuitton les importa tres pepinos que un mantero venda productos falsificados de sus marcas, sus clientes potenciales son gente capaz de gastarse 600 euros por un bolso en la milla de oro, así que no creo que se pasen por la Plaza Mayor a comprar uno de pega por 20 euros.  

¿Entonces quien pierde?

Pues la tienda de Bolsos Pepe, que lleva toda su vida trabajando un negocio familiar, y a los que fríen a impuestos para pagar una sanidad y una educación de la que luego se beneficiarán todos. Sus clientes potenciales son señoras de barrio que tienen 30 euros para gastarse en un bolso, y que ahora lo encuentran por 20 y además parece de marca; así que dejan de ir a su tienda y se dan un paseo por Sol.

El gran perjudicado

La tienda cerrará, se dejarán de pagar impuestos para servicios públicos y las mafias encantadas, menos competencia. Los mismos que consienten esto a la semana siguiente irán en la cabecera de la mani a favor de la educación pública y de calidad, será por manis. Y cuando Pepe, el de Bolsos Pepe, tenga con 50 años que empezar a trabajar en el McDonald`s también le pueden hacer otra mani contra el trabajo precario… un no parar.  

 

 

Y todo este complejo problema de delincuencia con impacto en la economía de las familias trabajadoras y en el estado del bienestar, nuestros nuevos “estadistas” lo pretenden solucionar con un: “ganarse la vida no es delito”. 

Objetivo logrado

Las mafias aprovecharán cualquier resquicio para imponer su ley, y no hay nada que más deseen que políticos cobardes, ignorantes y mediocres que después de que apaleen a tres de sus policías al realizar una intervención el día siguiente de la muerte del mantero, den la orden de que los agentes no entren al barrio. Si la policía no entra, ¿quién estará ya a salvo?

No Go Zone conseguida.

Un estadista daría un paso al frente consciente de lo que se juega: Si tres policías son apaleados en un barrio por hacer su trabajo, mañana mandaremos treinta, pero el barrio volverá a ser un sitio seguro y libre; y además procederemos a identificar a través de las cámaras a todos los que provocaron disturbios y llamaron asesinos a nuestros agentes para solicitar su expulsión inmediata.

Eso es lo que haría un Giuliani, pero nosotros teníamos a Carmena. 

De ahí que Nueva York pasara de ser casi una zona de guerra en los 80, a una ciudad por donde se puede pasear a cualquier hora del día y la noche bajo un plan denominado: Tolerancia Cero.

Y por eso Madrid está dejando de ser una zona tranquila para ser en algunos barrios una zona de guerra.  Pregúntate a ti mismo si el barrio por donde pueden pasear tus hijos es preferible que esté controlado por la policía o por las mafias.