| 29 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Endiosado Sánchez

El mitin del líder del PSOE en el IFEMA demuestra una vez más que la única voz válida y que se tiene que escuchar dentro del partido es la suya. Su ego ocupó todo el pabellón.

| Antonio Martín Beaumont Opinión

"¡Todos apoyando a Pedro!". El grito de guerra ha retumbado este fin de semana en la Feria de Madrid donde el PSOE ha convocado a los militantes. El presidente es sacralizado de tal forma que sus huestes le creen el único modo de existencia de unas siglas centenarias. El mismo Sánchez y todos los que le rodean consideran que nada es capaz de erosionar su capacidad de resistencia. Pase lo que pase y se lleve por delante lo que sea. Porque su concepción del liderazgo, a mayor gloria de sí mismo, exige acatamiento. Su ego vuela tan alto que piensa que los españoles deben agradecerle que siga en el poder.

Esa es justo la evidencia que distingue a una democracia solvente de una democracia declinante. Algo que algunos parecen no entender aún. Pedro Sánchez es tan desenfrenado como extraordinario adversario en el uso de la demagogia, porque, si se trata de disparar la polarización presentándose como víctima de una ola reaccionaria, es capaz de alumbrar el peor de los rostros de un apaleado. Al líder socialista le importa poco prometer una amnistía, un referéndum de autodeterminación, pisotear la Justicia o someter la gobernabilidad de España a unos verificadores en Suiza, y así sucesivamente, porque todo es aceptable para él si sirve a sus intereses.

Su última hazaña, irse a Israel de viaje oficial para mostrar una insultante e injusta equidistancia entre un país democrático y una asesina organización terrorista, es un buen ejemplo del "tic patológico" que Alberto Núñez Feijóo detecta en el mandamás socialista. El agradecimiento tras la visita del sanguinario Hamas al presidente de España, actual presidente de turno de la Unión Europea, “por su postura clara y audaz” sobre la guerra en Gaza, nos debería sobresaltar y llenar de vergüenza.

Con el PSOE convertido en un erial a lo largo y ancho del país, todo el poder gravita alrededor de La Moncloa. Sánchez no tiene oposición interna. Tan sólo algunos pellizcos del castellano-manchego Emiliano García-Page y las andanadas de Felipe González o Alfonso Guerra. Por eso “las bases” socialistas concentradas este domingo en el pabellón de Ifema en Madrid aplaudieron enfervorecidos a su secretario general.

Al fin y al cabo, Sánchez era el principal reclamo, aunque subiese también al escenario José Luis Rodríguez Zapatero. El expresidente ha demostrado ser un férreo apoyo que ha corrido a reforzar sus planes. La inquebrantable unanimidad en la adhesión a Sánchez disuelve cualquier duda sobre si las bases del socialismo comparten o no el programa en marcha. "Orgullo socialista", lo llaman en Ferraz.

El "jefe" quiso disfrutar del 'mitin-fiesta' como un paso más para borrar los tratos con el independentismo y reivindicar la conformación del Gobierno en el arranque de una Legislatura, nadie lo oculta, "difícil". Nadie se paró a pensar en que Sánchez se está entregando a unos modos que rompen con los cánones institucionales propios de una democracia consolidada.

 

Sus pasos no tienen miramientos con la legalidad, la lealtad a la letra de la Constitución, las garantías de un Estado de derecho digno de tal nombre, los contrapesos entre poderes y los principios básicos de nuestra convivencia. Es una conducta tan contraria al sentir de la mayoría de los españoles, que el presidente del Gobierno sólo busca estigmatizar a la oposición, mostrando su falta de respeto al pluralismo. Sánchez pinta un tablero de juego de buenos y malos. En su propia Ejecutiva Federal están tan crecidos que aseguran: "Es capaz de asegurarse estos 4 años y otros 4 más". Sánchez se siente lanzado al estrellato. "Navega en un ambiente triunfalista", admiten.

Y ello a pesar de la incesante búsqueda interna de un sucesor o sucesora. Las ambiciones, lógicamente, empiezan a asomar la cabeza. Incluida una que describen como "cautelosa", en referencia a Félix Bolaños, el todopoderoso biministro de Presidencia y Justicia. Sin prever que la falta de escrúpulos de Sánchez va arrastrarles a una crisis de gravísimas consecuencias. La situación no va a ir a mejor ni en lo económico ni en lo político ni en lo social. De ahí que, ante tanta degeneración en ciernes, sea tan importante mantener la movilización masiva de todo el centro-derecha.