| 04 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

Sánchez y el "estrés institucional": el Gobierno exprime las instituciones

El 'sanchismo' ha colocado a la sociedad española en un claro conflicto debido a los ataques que se han iniciado contra algunas instituciones desde el propio Gobierno.

| Fernando de Rosa Opinión

De nada vale que Pedro Sánchez se dedique de forma desesperada a recorrer todos los medios de comunicación con la cara compungida achacando sus males, a los malos que le odian, porque la sociedad española de forma mayoritaria ya ha concluido que durante sus cinco años de presidencia ha mentido y ha dividido a la sociedad de forma nunca vista.

Pero sobre todo ha visto, en vivo y en directo, que ha existido un plan predeterminado de asalto a las instituciones, colocando a muchas de ellas en un claro colapso reputacional. Es necesario que a partir del 23 de julio impere una política de respeto institucional, empezando por el Tribunal Constitucional que se ha convertido en el blanqueador de la política del gobierno sanchista. No hay que olvidar que se sientan en dicho órgano miembros del gobierno de Pedro Sánchez que se están pronunciando sobre leyes en cuya elaboración  han participado, lo cual pone de manifiesto el poco respeto que dicho órgano le merece al sanchismo.

No podemos seguir sometiendo a este Tribunal a un “estrés” de desprestigio por lo que debe afrontarse seriamente alejar cualquier duda de parcialidad en los procedimientos de selección y los controles de independencia en el ejercicio de sus funciones.

 

La Fiscalía General del estado, también intervenida

Otra Institución “estresada” es la Fiscalía General del Estado. El actual Fiscal General ha  llevado a un punto su dependencia del Gobierno, que ya afecta a la visión que los ciudadanos tienten sobre la actuación de los fiscales, lo cual no es bueno para el Estado de Derecho.

Álvaro García está demostrando ser más 'sanchista' que su antecesora, Dolores Delgado, lo cual ya es decir. Así, debe procederse a una reforma profunda de las relaciones de la fiscalía y el gobierno de turno y así evitar cualquier sombra de duda sobre la objetividad. No podemos ver a un Fiscal General intentando forzar la legalidad para salvar al gobierno que le nombró del naufragio de la ley del sí es sí, como ha quedado claro tras la resolución del Tribunal Supremo rechazando todos los recursos que impulsó Álvaro García contra las rebajas de penas y libertades de violadores y pederastas acordadas por los Juzgados y Tribunales españoles.

El fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz y la exfiscal general del Estado y nueva fiscal de Sala de la Fiscalía Togada del Tribunal Supremo, Dolores Delgado

También es necesario librar del “estrés” al Poder Judicial, que ha sido objeto de graves ataques contra los vocales, contra los Magistrados del Supremo, y contra todo aquel profesional que, haciendo gala de su independencia, se ha opuesto al control por parte del 'sanchismo', convirtiéndose en “fachas”, machistas, golpistas etc. Nunca en democracia se ha convertido un poder del Estado en el objetivo a batir por otro poder del propio Estado. Así pues, será de obligatoria necesidad devolver la voz a los jueces y promover leyes que garanticen la plena independencia de los mismos en cumplimiento del mandato constitucional.

Estas tres instituciones, que tienen como misión garantizar los derechos y libertades de los ciudadanos, deben ser objeto de una verdadera acción que “desestrese” su funcionamiento y ese es el contrato con la sociedad a que se debe comprometer el futuro gobierno que salga de las urnas el próximo 23 de julio.

El 'sanchismo' ha colonizado las instituciones sin ningún tipo de rubor y aún no se ha escuchado al líder de ese “conglomerado Frankenstein” decir nada sobre regeneración institucional en su desenfrenado paseo por los medios de comunicación. Por eso, es conveniente lanzar un claro de mensaje de  que hay otra forma de gobernar que respete las reglas de juego democrático sin la pretensión de modificarlas para obtener un beneficio partidista.

Seguramente Sánchez no hablará durante la campaña de su invasión institucional, pero es bueno recordarlo cada vez que lo veamos poniendo cara de “mártir” durante sus entrevistas.